Capítulo 18

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-Por favor, les voy a pedir que sean algo discretas, la vez pasada mi papá no se dio cuenta de que ustedes están cuidándome pero esta vez lo llevaré al hospital así que no puede darse cuenta en el camino de que ustedes vienen conmigo ¿Está bien?- Lucero realmente estaba preocupada por cómo fuera a reaccionar su padre al saber la noticia de que estaba siendo perseguida de nuevo por Julián, sin embargo, se lo diría después de que le asegurará su médico que podría decírselo.

-Por mi no hay problema, puedo conducir cerca de tu auto discretamente pero Tania tiene la obligación de bajarse contigo.- Respondió Monserrat.

-Y no puedo quedarme en el auto porque si le llega a pasar algo adentro del hospital estoy muerta al igual que Zuñiga.- Comentó Tania algo preocupada.

-Lo entiendo, bueno vas conmigo y te mantienes cerca de mi, pero sé muy discreta por favor.- Le pidió Lucero.

Ambas mujeres del personal de seguridad aceptaron y Lucero por fin tocó el timbre de la casa de su padre.

-Hola Rossy ¿Cómo estás?- Saludo Lucero a la novia de su padre.

-Yo muy bien, muy ansiosa por saber los resultados de los estudios de tu papá.- Respondió cerrando la puerta después de que pasara Lucero.

-Yo también estoy ansiosa por eso ¿Ya está listo?- Preguntó mientras se dirigían al interior de la casa.

-Ya, estaba leyendo el periódico en la sala en lo que llegabas.- Contestó permitiéndole la entrada primero.

-Papi, que guapo te ves.- Dijo saludándolo cuando lo vio salir de la sala vestido con un traje color negro, unos zapatos del mismo color y una pulcra camisa blanca, acompañado de su bastón.

-Bueno es que hoy se decide si me dan trabajo de nuevo en el hospital o no y debo ir reluciente.- Leonardo siempre había sido un hombre que cuidaba demasiado su aspecto físico sobretodo por su profesión, sin embargo, cuando dejo de trabajar descuido un poco su apariencia dejándose de rasurar con frecuencia, ya no utilizaba ropa tan formal y su cabello lo cortaba solo cuando sentía que ya era muy necesario.

-Pues te aseguro que aparte de reluciente te ves guapísimo.- A Lucero le emocionaba ver a su padre de nuevo como aquel Leonardo que conocía desde su nacimiento hasta siete años atrás, incluso cuidar su apariencia de nuevo lo hacia ver más joven y fuerte de lo que aparentaba.

-¿Y a qué hora piensa mi hija darme un beso aunque sea?- Preguntó al darse cuenta que ni siquiera lo había saludado.

-Es que me dejaste impresionada.- Respondió entre risas mientras se acercaba a él para abrazarlo y darle repetidos besos en la mejilla.

-Siento interrumpirlos pero ya deben irse si quieren llegar a tiempo a la cita.- Dijo Rossy observando aquel encuentro padre e hija.

-¿No vienes con nosotros?-

-No Lucerito, no tiene mucho caso, vayan ustedes y así aprovechan para pasar tiempo juntos.- Sonrió. -Ya después me cuentan que les dijo el médico.-

-Gracias cariño, vuelvo más tarde.- Leonardo se despidió con un cálido beso en los labios de su novia y salieron de su casa.

-Que les vaya muy bien.- Les deseo sacudiendo su mano a modo de despedida.

-¿Me dejas conducir a mi?-  Le pidió Leonardo cuando su hija le abrió la puerta del copiloto para que se subiera.

-No sé si sea seguro papi, el hospital no esta cerca de aquí y quien sabe si tu pierna aguante todo el camino.- Respondió no muy convencida.

-Por favor, quiero intentarlo, todo este tiempo tú y Rossy lo han hecho por mi, siento que estoy listo para hacerlo.- Dijo convencido. -Prometo que naada malo le pasará a tu auto.-

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