Capítulo 40

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Lucero estaba guardando varías prendas en la misma maleta que se había llevado días atrás antes de irse con Andrés.

Necesitaba más ropa, creía haber llevado la suficiente y a pesar de que las empleadas de Andrés le ayudaban a lavar su ropa, no quería utilizar la misma con frecuencia pues su papá y en su trabajo no sabían que ya no estaba viviendo en su casa.

Cuando tuvo todo listo bajó y se sentó en el penúltimo escalón de la escalera con su maleta en el suelo.

Estaba sorprendida por la situación en que había encontrado la que era su habitación, todo ahí era un total desorden a comparación con lo demás de la casa que estaba impecable gracias a Mayra.

Sentía raro estar ahí dentro, sus escoltas permanecían afuera, desde que se fue habían dejado de cuidarla, pero a pesar de ir sola para casi todos los lados, se sentía segura pues Julián seguía en las mismas condiciones en aquel hospital.

Estaba perdida en sus pensamientos cuando el ruido escandaloso de unas llaves llamó su atención, era Rodrigo y había llegado el momento de hablar con él.

-¡Mi vida, Lucero!- Entró Rodrigo emocionado directo hacia ella.

-Hola.- Se limitó a responder quedándose casi tiesa mientras él la estrechaba entre sus brazos.

-Que bueno que volviste, sabía que lo harías.- Dijo Rodrigo separándose de ella al ver la maleta. -Desde que vi tu coche estacionado allá afuera no sabes la emoción que sentí.-

-Volví sólo porque necesitaba más ropa y porque quiero hablar contigo.- Respondió seria.

-¿No viniste para quedarte?- En un instante toda su emoción se fue hasta el suelo.

-No.-

-Por favor quédate, yo te amo.- Le pidió Rodrigo a punto de ponerse de rodillas.

-No Rodrigo, vine para que hablemos pero si vas a insistir con que me regrese, es mejor que me vaya.- Contestó bajando los escalones que le faltaban para tomar su maleta.

-No, está bien, haremos lo que quieras, vamos a hablar.- Aceptó Rodrigo al mismo tiempo que la hacia que soltara su equipaje.

-¿Podemos ir a la sala?- Lucero no quería alterarse ni ser grosera, sólo buscaba terminar en buenas condiciones con él.

-Claro, vamos, tú puedes hacer lo que quieras esta sigue siendo tu casa.- La iba a tomar de la mano para que fueran hasta la sala pero Lucero la quitó de inmediato, así que Rodrigo hizo un seña con la palma de su mano para darle el paso primero.

-Gracias.- Dijo Lucero por cortesía cuando él le indicó que tomara asiento.

-Bueno, yo quiero empezar explicándote lo que pasó con Jaz...-

-No Rodrigo, yo no vengo a pedirte explicaciones y tampoco quiero escucharlas.- Lo interrumpió Lucero antes de que siguiera.

-No entiendo. ¿De qué quieres hablar entonces?- Preguntó confundido.

-Del divorcio.- Soltó sin más.

-¿Qué? Nosotros no podemos divorciamos.- Dijo sin evitar alzar la voz.

-Si podemos, ayer fui a ver un abogado de lo familiar y me explicó más o menos el proceso.- Comentó Lucero.

-O sea ¿ya fuiste con un abogado para el divorcio y ni siquiera me lo dijiste?- Se sorprendió Rodrigo.

-Si y ya me dijo que documentos necesitamos para llevar a cabo el trámite.-

-¿El trámite? Lucero por favor escúchate, es nuestro matrimonio y estás hablando de un divorcio, no puedes ser tan fría y llamarlo de esa forma tan insignificante.- Se quejó sin poder creerlo.

A la derivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora