Capítulo 58

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-No señor, le repito que los resultados que le fueron entregados son los correctos.- Dijo la recepcionista tratando de mantener la calma.

-Eso no puede ser, ¡debe haber un error!- Gritó Fernando, golpeando una vez más la superficie donde estaban las cosas de aquella señorita.

-Señor…-

-¿Qué está pasando aquí?- Se acercó una mujer que al parecer era médico por su bata y el estetoscopio que colgaba de su cuello.

-Jefa.- Se asustó la empleada ante la intervención de la doctora. -Lo que pasa es que el señor dice que hay un error con los resultados de su prueba, pero ya le dije que no.-

-Es que si deben estar mal, hacen muchas pruebas y tal vez confundieron las muestras.- Alegaba Fernando.

-Es imposible señor, dígame, cuando le realizaron la toma de su muestra, ¿usted se cercioró de que le pusieran sus datos al tubo de ensayo?- Preguntó la doctora.

-Si señorita, pero…-

-¿Y usted?- Lo interrumpió preguntándole a Lucero, quien sólo asintió con la cabeza. -No puede haber ningún error, precisamente porque hacemos muchas pruebas, tenemos todo muy bien organizado para que no ocurra ningún error.-

-Es que entiéndeme…- Él no se hacía a la idea de que esa prueba estuviera bien.

-Fernando, ya por favor, ese es el resultado y ya está, no hay nada que hacer.- Lo interrumpió ahora Lucero que estaba muriéndose de la vergüenza por aquella escena. -Yo me voy, gracias y una disculpa.- Dijo a las mujeres antes de caminar lo más rápido posible al elevador.

-Gracias.- Resopló Fernando frustrado tratando de alcanzar a Lucero, pero para su mala suerte el elevador llegó demasiado rápido y cerro de la misma manera, así que no alcanzó a entrar con ella y tuvo que esperar a que otro llegara. -¡Bonita!- Le gritó al verla cruzar la calle corriendo.

-Yo no quería, te juro que yo no quería ilusionarte.- Decía Lucero entre lágrimas mientras se recargaba sobre la puerta cerrada del auto.

-Shh, tranquila.- Trataba de abrazarla pero ella lo detenía poniendo sus pequeñas manos sobre su fuerte pecho.

-Perdón, te juro que de haberlo sabido yo no te habría metido en esto…- Lucero realmente se sentía mal por aquel resultado y no precisamente por ella, sino por Fernando.

-Lo sé, tranquila, te creo.- Acunó su rostro sobre sus manos para que lo viera a los ojos. -Yo estaba consiente que esto podía pasar…-

-Pero es que yo…- Lo tomó ella por las muñecas.

-No digas nada.- Cubrió sus labios con sus pulgares sin dejar de acunar su rostro aun. -Si, te confieso que me dolió y me duele saber que no fui yo quien engendró al bebé, realmente deseaba que fuera mío, pero no es así y no podemos hacer nada para cambiarlo.-

A la derivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora