Capítulo 23

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-¿Aceptas compañía?- Le preguntó Fernando a Lucero después de que llevaba varios minutos admirándola desde lo lejos, se había quedado anonadado en cuanto la vio vestida sólo con su bikini negro tornasol nadando en la piscina del hotel, cosa que le provocó que sus sensaciones de hombre se pusieran a todo lo que da. Se sentía como un adolescente incapaz de controlar sus erecciones cada que veía a Lucero y eso era cada vez más difícil.

-Si no tengo otra opción.- Se encogió de hombros viéndolo.

-Mejor me voy no quiero molestarte.- Tomó su toalla que había puesto en un camastro, dispuesto a irse.

-No es cierto, sólo estoy molestando.- Rio Lucero.

-¿Entonces si aceptas compañía?- Preguntó de nuevo sin soltar su toalla.

-Si Fernando.- Sonrió cálida.

-Bueno, pero deja me pongo el protector solar.- Traía un pequeño bolso en el que traía sus gafas de sol, protector solar, su celular y cartera.

-¿Quieres que te ayude?- Se ofreció sin pensarlo cuando lo vio que se colocaba el bloqueador con dificultad intentando cubrir la parte de detrás de sus fuertes hombros.

-Te lo agradecería.- Aceptó dándose la vuelta hacia ella.

Lucero nadó hasta la escalera de la alberca para salirse, tomó su toalla que reposaba sobre el camastro de al lado de Fernando y secó un poco el agua que escurría por su cuerpo.
Fernando no podía evitar mirar todos los movimientos de Lucero sin pensar en como seria estar con ella en su cama. Colocó un poco del producto en la mano de ella y se dio la vuelta para que se lo pusiera.
Ambos se pusieron nerviosos de inmediato al sentir el contacto, Fernando estaba disfrutando lo bien que se sentían sus manos en su espalda, eran tan suaves y delicadas, por otro lado, Lucero estaba sorprendida con lo fuertes que se sentían sus músculos, desde antes ya había notado que tenía un cuerpo bien trabajado en el gimnasio, sin embargo, sentir directamente sus músculos y verlo solo con un short, la hacia sentir cosas que no podía describir.

-Ya está.- Trató de acelerar el proceso cuando comenzó a sentirse nerviosa.

-Gracias ¿Sabes nadar?- Sabía que si porque la había visto antes de acercarse, pero quería romper el hielo.

-Si ¿Tú?- Respondió aun de pie junto a él.

-A ver.- La lanzó a la alberca empujándola por la cintura cosa que tomó por sorpresa a Lucero.

-¡Fernando!- Gritó entre risas cuando salió del agua.

-Creo que si sabes entonces.- Se lanzó un clavado provocando que la salpicara el agua a propósito.

-Y tú no sabes lanzarte clavados.- Dijo quitándose el agua de la cara.

-¿Por qué no?- Preguntó acomodando su cabello.

-Porque un buen clavado no salpica mucha agua como tú lo hiciste.- Respondió entre risas.

-Yo soy un perfecto clavadista y nadador, sólo quería mojarte.- Comentó algo vanidoso.

-Vamos a hacer una puesta entonces, una competencia entre tú y yo de ida y vuelta a lo largo de la alberca.- Le propuso Lucero.

-Acepto ¿Y que vamos a apostar?- Se consideraba un buen nadador, así que sentía seguro el triunfo.

-Lo que sea, dime que quieres perder.- Su papá le había enseñado a nadar, así que estaba muy confiada en su capacidad para nadar.

-No se me ocurre nada, pero qué tal que lo dejamos pendiente y el perdedor deberá aceptar si o si.- Propuso Fernando.

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