Capítulo 15

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-Fernando Colunga, me estás diciendo que actuaste para poder estar con Lucero y en su propia casa.- Dijo Sebastián sorprendido contra el micrófono de su celular.

-Necesitaba hacer algo para saber en donde vivía.- Respondió recordando como ni siquiera había preguntado si la suite se la podían reservar más tiempo y después como fingió haber estado borracho frente a Rodrigo.

-A ver, te paso que hayas inventado todo eso para saber en donde vivía e ir a su casa ¿Pero querer quedarte solo con ella en su casa? Además ¿Cómo le hiciste?-

-Pues fingí seguir dormido y bajé hasta que escuche que Rodrigo encendía su auto para irse a trabajar.- Contestó entrando a su departamento en Cancún.

-Pero ¿para qué lo hiciste? ¿A caso planeabas acostarte con ella en la misma cama que duerme con su esposo?- Conocía muy bien a Fernando, pero a veces no sabía que esperar de él.

-Hubiera sido increíble, pero no la verdad ni siquiera pensaba en cumplir mi cometido ese día, sólo quería estar con ella.- Se sentó en el sofá, se quito los zapatos y su corbata pues venia de una reunión en la empresa de su padre, Gasolineras C&O.

-Hermano estás seguro que no te estas enamorando ¿verdad?- Dijo Sebastián del otro lado.

-Obvio no, quería ver hasta donde era capaz de llegar Lucero y cómo se comportaba estando totalmente solos.- Se encogió de hombros.

-¿Y qué pasó?-

-Creo que no me es tan indiferente, hice ciertas cosas y no se puso a la defensiva.-  Sin darse cuenta estaba pasando sus dedos por sus labios recordando como había limpiado la mejilla de Lucero.

-Oye entonces nuestra apuesta ya ni siquiera es posible.- Comentó su amigo. -Ya te tardaste más de una semana y aparte está casada, obvio yo ya no tengo intenciones con ella.-

-Bueno entonces cambiemos la apuesta por algo material.- Le propuso Fernando.

-A ver eso si interesa ¿Qué pretendes perder?- Contestó curioso.

-Pretendo ganar tu auto.-

-¿Qué? Estás loco.- Dijo negando con la cabeza como si su amigo pudiera verlo. -Todavía de que si ganas ya pudiste acostarte con ella y aun quieres ganarte mi auto.-

-Estaba bromeando.- Rio Fernando del otro lado. -Un reloj de buena marca.-

-Ándale, eso me parece perfecto.- Aceptó Sebastián. -Pero ahora tienes sólo un mes para cumplir.-

-¿Qué? Ahora estás loco tú, ya no puedo verla tan seguido y yo estoy en Cancún, vivo aquí y ella en la Ciudad de México.- Ahora si ya no tenía muchos pretextos para verla, tal vez la vería en la fiesta de Adriana pero no sabía si Lucero aceptaría  ir por cómo había reaccionado en su casa.

-¿Entonces cuanto?- Preguntó.

-Cuatro meses.-

-Es mucho, tres, tómalo o se queda en un mes.- Dijo convencido.

-De acuerdo, tres meses para tener a Lucero en mi cama.- Aceptó convencido y de sólo imaginarlo su piel se erizo.
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-En seguida vamos.- Contestó  Rodrigo a Jazmín por medio del altavoz del teléfono. -Zúñiga ya está aquí.-

Por fin había llegado el momento de que el agente Zúñiga les explicara por qué Julián el hombre que tanto daño le hizo a Lucero, estaba vivo cuando se suponía que había muerto casi cinco años atrás.

-Por favor, déjame que yo hable con él.- Le pidió Lucero.

-¿No quieres que vaya contigo?- Preguntó Rodrigo algo preocupado.

-Por supuesto que quiero, pero quiero ser yo quien le pida que aclare mis dudas- Ambos se pusieron de pie y antes de salir se dieron un beso.

-Señora Hogaza, señor Álvarez- Saludo el agente poniéndose de pie para saludarlos cuando los vio entrar a la oficina de juntas.

-Buenos días Zuñiga.- Contestaron ambos.

-No sé si se acuerden de él, es Cristian Linares, el judicial que trabajaba conmigo y estuvo presente aquel día.- Dijo refiriéndose al hombre que era unos años menor que todos los presentes.

-Buenos días.- Saludo el chico también.

-Si lo recuerdo.- En realidad nunca se había acordado de él hasta que lo vio de nuevo ese día.

Lucero y los hombres de la policía se sentaron, Rodrigo se quedó de pie detrás de su esposa.

-Como ya saben, Julián está vivo y me ha estado siguiendo.- Comenzó Lucero. -No puedo entender cómo eso es posible si usted me dijo que estaba muerto y en la delegación yo misma vi su cuerpo con las marcas de la soga con la que se suicidó.-

-Principalmente quisiera pedirle una disculpa, mi error fue no haberme asegurado de que todo fuera real.- Se disculpó Zuñiga.

-¿Cómo? ¿Me está diciendo que usted no confirmo personalmente si Julián estaba muerto?- Lucero estaba incrédula, se suponía que él era el agente, tenía que encargarse de todo.

-No, Cristian en ese momento trabajaba conmigo, comenzaba a desarrollarse en el trabajo y lo dejaba que se encargará de ciertas cosas, como ese día con Julián.-

-Pero él era un aprendiz, como fue capaz de confiarle un caso así.- Dijo Lucero algo molesta.

-Por eso le pido una discul…-

-Ahórrese sus disculpas que no me sirven de nada, mi vida está en riesgo de nuevo y es por su culpa.- Lo interrumpió Lucero furiosa. -Pero quiero que me explique lo que paso aquel día.-

-Cristian se lo puede explicar.- Contestó Zuñiga algo incómodo.

-Bueno, lo que paso es que…- El chico estaba algo nervioso pues todas las miradas estaban fijas sobre él. -El señor Julián me amenazó.-

-¿Qué? Sea más detallista por favor.- Dijo Rodrigo en un tono rudo que hasta cierto punto asustó al chico.

-Perdón, este si, el día del operativo mientras entraban a rescatar a la señorita…-

-Señora.- Corrigió Rodrigo.

-Si, lo siento, señora. Bueno el agente Zuñiga nos mando a buscar rastros del señor que la tenía secuestrada en aquella hacienda.- Cristian se podía ver realmente nervioso con su vista clavada en sus manos tratando de recordar. -Yo pasé por una habitación como con herramientas de jardinería cuando recibí un golpe con un palo en la cabeza, el arma que traía se cayó al suelo y aquel hombre la tomó de inmediato, era Julián, me apuntó con mi propia arma y me dijo que si no lo ayudaba iba a buscar a mi familia para hacerle daño, era un inexperto y tenía miedo.

-No te creo.- Dijo Lucero convencida.

-Aquí tengo la cicatriz del golpe que me dio.- Giró la cabeza y con ayuda de sus dedos quito el cabello que rodeaba la herida para que Lucero pudiera verla.

-¿Qué más pasó?- Preguntó tratando de creerle.

-Me pidió que lo ayudara a escapar pero yo le dije que estaba rodeada la hacienda y eso era casi imposible, entonces se le ocurrió fingir que se había suicidado, tomó una cuerda que estaba por ahí, la amarró a una viga y luego la corto para atarse el cuello pero sin hacerse daño, no sin antes hacerme jurar que yo me encargaría de todo el proceso desde que se supone lo vieran los peritos hasta darlo por muerto en la delegación. Planeo toda la escena, se tiró al suelo y me indicó lo que tenía que decir, cuando le informe al agente Zuñiga que lo había encontrado le dije lo que Julián me ordenó, que ya no tenía signos vitales porque intento suicidarse pero la cuerda estaba rota porque no aguantó el peso y al caer se desnuco con uno de los estantes que había ahí.-

-Julián era escritor y sin duda tenía mucha imaginación.- Recordó Lucero. -Pero sigo sin entender porque usted que es el agente no se cercioró de que todo fuera verídico.-

-Linares me pidió que le diera la oportunidad de encargarse él porque quería aprender mejor.- Contestó. -Se me junto su caso con otro y yo necesitaba apresurarme en ese operativo, así que como Cristian era mi equipo confíe ciegamente en él.-

-Bueno y luego cómo le hiciste con los peritos y en la delegación para sacarlo sin que nadie se diera cuenta ¿Sus papás sabían que estaba vivo?- Preguntó Lucero recordando que le habían entregado sus supuestas cenizas a sus padres.

-Me hice muy amigo de uno de los peritos así que él me ayudo también para que nadie más se acercara a Julián haciéndoles creer que él solo se encargaría de todo, en la delegación me ayudo a maquillarle el cuello para fingir la marca de la soga. Pero no, sus padres no sabían que estaba vivo, Julián me pidió que les entregara las cenizas de cualquier otro muerto sin familia porque era peligroso para él y no podía confiar en nadie. Él salió escondido en un bote de basura después de que usted lo vio en aquella habitación de la delegación junto a otros cuerpos, ya estando afuera y cuando todos se habían ido él me pidió que lo llevara de nuevo a Cuernavaca, lo dejé a media carretera y de ahí ya no supe nada de él.-

-¿Y aun así siguieron trabajando juntos ustedes dos?- Preguntó Rodrigo apretando los puños algo tenso.

-Como ya les dije, yo no sabía de nada de eso, hasta que te comunicaste conmigo para decirme que Julián estaba vivo, tuve que investigar que había pasado y fue cuando Linares me confesó todo, obviamente yo recibí una sanción, él ya está dado de baja de su puesto y esta fichado por haber mentido y alterado el caso.- Contestó Zuñiga. -Si ustedes quieren pueden levantar una denuncia en su contra por ser cómplice de Julián.-

-No quiero hacerlo, al final Julián te amenazó.- Lucero podía estar muy molesta, pero era noble y entendía que aquel joven sólo tenía la culpa de ser tan inexperto y que el miedo lo había dominado.

-Muchas gracias señora.- Agradeció Linares visiblemente tranquilo.

-Pero dime Zuñiga, ahora como le harás para detenerlo, al final esto es tu culpa por no cumplir correctamente con tu trabajo.- Sentía que en todo caso Zuñiga tenía más culpa que el chico.

-Ya hemos tratado de ver en que lugares ha estado para encontrar su escondite, le juro que esta vez yo me hare totalmente responsable de todo.- Le aseguró el agente.

-Eso espero, lo he visto cerca de mi, incluso en una ocasión me hablo queriéndome explicar las cosas pero yo no acepte, no dudo que quiera hacerme algo de nuevo.- Dijo Lucero antes de sentir un escalofrío de sólo recordarlo.

-Te voy a poner seguridad en tu casa y a alguien que te este cuidando a donde vayas.-

-En mi casa tal vez, pero conmigo no, la vez pasada tenía a los guardaespaldas y sólo sirvieron para ayudar a Julián.- Recordó.

-Pero ellos eran privados y se vendieron a Julián, ellos ya están en la cárcel.- Los encontraron el día del operativo esperando en una camioneta así que fueron los únicos detenidos en aquel caso.

-¿Y quién me asegura que los nuevos no harán lo mismo? Ahí tienes el ejemplo de Linares.- Cuando Rodrigo le había contratado al personal de seguridad en una agencia privada se sintió más libre de los hostigamientos de Julián, sin embargo, al poco tiempo ellos mismos la habían entregado a él así que no podía confiar en ningún desconocido.

-Yo te lo aseguro, como te dije a mi también me sancionaron, un error más y estoy fuera.- Contestó Zuñiga.

-Eso sería lo mínimo que te merecerías.- Comentó Rodrigo. -Yo confío en que él personal de seguridad que te ponga Zuñiga te va a cuidar.-

-Está bien.- Aceptó Lucero no muy convencida. -¿Es necesario que haga otra demanda en contra de Julián?-

-No es necesario, el caso en automático se abre de nuevo y se le agrega un cargo más por hacerse pasar por muerto.- Le informó Zuñiga.

-Perfecto, creo que eso es todo ¿O tienes más dudas amor?- Preguntó Rodrigo tomando la mano de su esposa.

-No, eso es todo.-

-Bueno si es así nosotros nos retiramos.- Ambos hombres se pusieron de pie. -Pronto los visitare de nuevo para traer al personal de seguridad y los papeles del caso para que la señora Hogaza los firme de enterada.-

El agente Zuñiga y el ex Judicial Linares se fueron y el matrimonio regresó a la oficina principal.

-¿Te sientes más tranquila?- Preguntó Rodrigo sentándose con ella en el sofá de la oficina.

-Pues no del todo pero por lo menos ahora entiendo cómo es que Julián está vivo.- Se encogió de hombros.

-Esta vez no voy a permitir que ese infeliz trate de acercarse y mucho menos que te pase nada.- Le dijo Rodrigo abrazándola para después darle un beso en la coronilla. -Perdón por la vez pasada no haberte cuidado.-

-Ya te has disculpado mucho por eso.- Contestó acariciando su barba. -Nadie se imaginaba que el día de tu viaje los guardaespaldas me entregarían a Julián.

-Créeme que si hubiera sabido que ese disque personal de seguridad se había vendido a Julián, nunca hubiera ido, no me voy a perdonar el haberte dejado sola aquel día.-

-Nadie se lo imagina, ni siquiera yo.- Suspiró. -Ya no te lamentes más, era necesario que hicieras ese viaje a Puebla para ver lo de tu proyecto.-

-Pero podría haberme venido en cuanto pude.- Dijo con un tono de enojo. -Lo peor es que ni siquiera cerré ese contrato y sólo sirvió para que ese enfermo infeliz te secuestrara.-

-Faltaba poco para la media noche y yo te pedí que no manejaras por la carretera muy noche.- Le recordó. -Entonces yo te debo una disculpa porque por mi culpa dejaste tu trabajo de lado y ese contrato no se logró.-

-Reina eso no fue para nada tu culpa, para mi lo más importante era encontrarte y no tenía ni siquiera cabeza para trabajar, esos cuatro días que no supe nada de ti fueron horribles.- La abrazo aun más fuerte como si de eso dependiera su vida.

-Para mi también, no sabía en donde estaba, no podía ver ni siquiera si era de día o de noche, yo sólo rogaba porque me encontrarán antes de que escuchara el sonido del helicóptero que dijo Julián utilizaríamos para irnos a otra ciudad.- Por la cabeza de Lucero pasaban ciertas imágenes de aquella  terrible pesadilla, aunque su mente se había encargado de eliminar algunas cuantas.

-Perdóname, te juro que ese malnacido no volverá a acercarse a ti mientras yo viva.- Dijo seguro de sus palabras. -Te amo y ten por seguro que eres lo que más quiero en esta vida.-

-Yo igual te amo.- Unió sus labios a los de su esposo fugazmente pues escucho que su celular estaba sonando.

-¿Quién es?- Le preguntó Rodrigo.

-Tu hermana.- Respondió enseñándole la pantalla del iPhone en la que se podía leer Emilia. -Hola Emi.-

-No soy mi mamá.- Se escuchó decir junto con unas risitas. -Soy Sofí.-

-Hola princesa ¿Cómo estás?- Sonrió Lucero al escuchar las risas de su sobrina.

-Muy feliz tía Lucero, este sábado es mi fiesta de cumpleaños número cuatro ¿Ya sabías?- Preguntó la niña emocionada.

-Si, tú me lo habías dicho y tu mami me envío la imagen de la invitación por mensaje.- Contestó recordando que unos días antes había recibido el mensaje de Emilia con todos los datos de la fiesta como la fecha y la hora.

-¿Si van a venir verdad?-

-Por supuesto Sofí, ahí estaremos.- Dijo contra el micrófono.

-Tía Lu.- La llamó la pequeña algo apenada.

-Dime- Sonrió curiosa por el cambio de tono.

-Es que quería pedirte algo pero mamá no quería decirte.-

-¿Qué cosa? Podrías decírmelo tú.- Le sugirió Lucero.

-Como mi fiesta será de princesas quería que todas nos vistiéramos de alguna, mis amigas del kínder si quisieron, a mi mamá ya la convencí, mi abuela dijo que está muy grande para eso…- Contestó Sofía.

-¿Y quieres que yo me vista de princesa también?- Lucero entendió a donde quería llegar la pequeña Sofía.

-¡Si! Pero mamá me dijo que a lo mejor tú no querías.- Dijo algo triste su sobrina del otro lado.

-Está bien, si quiero.- Realmente no quería hacerlo, pero era solo un día y por darle gusto a su sobrina. -¿Cuál princesa serás tú?

-¡Gracias tía Lucero! Yo seré Bella de la Bella y la Bestia.- Respondió emocionada. -Tú podrías ser Rapunzel.-


-Pero no tengo el cabello tan largo como ella.- Le recordó.

-No importa, tienes el cabello rubio y largo aunque no tanto como el de Rapunzel, ¿Te imaginas? Te tropezarías muy seguido.-

-Tienes razón, seria rarísimo.- Comentó Lucero entre risas por las ideas de la pequeña.

-¿Si quieres ser Rapunzel o mejor otra?-

-Rapunzel está bien.- Lucero no pudo evitar imaginarse con un disfraz de princesa, sentía que le daría mucha pena llegar así a la fiesta.

-Oye, ¿podrías pedirle a mi tío que se vista de príncipe? Porque necesitas uno.- Dijo Sofía.

-Yo le digo.- Lucero miro a Rodrigo que ya estaba sentado en su gran silla de piel escribiendo algo en la computadora.

-Gracias tía, te quiero, debo ir a cambiarme el uniforme, los veo en mi fiesta.- Se despidió la niña.

-También te quiero, nos vemos el sábado.-

-Así que mi esposa se vestirá de princesa.- Dijo Rodrigo cuando vio que colgó la llamada.

-No te burles porque Sofí quiere que tú te vistas de príncipe.- Contestó pasándole el recado de su sobrina.

-No, que vergüenza yo no me voy a vestir de príncipe como si fuera una niño de cinco años.- Se negó.

-Sofía dijo que yo iba a necesitar un príncipe, entonces |tendré que buscar a alguno que si quiera hacer el ridículo conmigo.- Se encogió de hombros.

-¿Estás segura de lo que acabas de decir?- Preguntó serio.

-Si.- Respondió fingiendo no darle importancia sólo para molestarlo.

-Está bien, corre ve a buscarlo de una vez.- Rodrigo se giró de nuevo a su computadora concentrando su mirada en la pantalla.

-Estoy jugando.- Lucero se acercó a él para besarlo pero su esposo giró el rostro evitándola.

-¿No me vas a dar un beso?- Preguntó fingiendo un puchero.

-No.- Respondió serio.

Lucero mostrándose molesta se dio la vuelta para alejarse de su esposo, sin embargo, Rodrigo la jaló haciendo que se sentara en las piernas de él.|

-No te voy a dar uno, te daré muchos.- Dijo besándola repetidamente por todo el rostro.

-No ya no quiero.- Lucero intentó levantarse pero no pudo pues Rodrigo la tenía aprisionada entre sus grandes brazos.

-No me importa.- Su corta y falsa discusión se había convertido en un juego.

-Ya amor, ya- Dijo Lucero algo cansada. -¿Te vas a disfrazar de príncipe? Yo tampoco me siento muy emocionada pero es por Sofí.-

-Lo pensaré ¿Qué princesa serás?-

-Sofía dijo que Rapunzel.- Se encogió de hombros.

-Sé que es la de cabello largo pero no recuerdo bien como es.- Habían visto varias películas de princesas gracias a su sobrina pero no tenía buena memoria recordando dibujos animados.

-Mira, te la voy a enseñar.- Lucero se acomodó mejor en las piernas de Rodrigo y se giró para poder buscar en la computadora la imagen de Rapunzel.

-No…- Rodrigo quiso quitarle el mouse antes de que Lucero lo tomara pero no pudo.

-¿Por qué compraste boletos de avión y no me habías dicho?-

A la derivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora