Capítulo 50

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-¿Cómo está mi nieto?- Preguntó Leonardo a su colega que pasaba el aparato de la maquina de ecografías por el vientre de su hija.

-Tranquilos, el bebé, la placenta y todo está en perfectas condiciones, no tienen de que preocuparse.- Respondió el ginecólogo con una gran sonrisa.

Fernando que estaba ahí pues la había llevado hasta la silla de ruedas y luego la había cargado de nuevo para subirla a la camilla, cruzó miradas llenas de felicidad junto con las de Lucero.

-Disculpe que los moleste, pero solicitan al doctor Hogaza en quirófano, sus alumnos lo esperan.- Dijo una enfermera después de tocar a la puerta.

-Debo irme, pero ahorita te veo, tranquila que ya vimos que el bebé está bien.- Secó Leonardo las lágrimas de su hija. -Fernando, te la encargo, ahorita la van a pasar con el médico que la revisará de la cintura y lo demás, ayúdala a moverse por favor.-

-No se preocupe señor, yo la cuido.- Le dio un apretón de manos.

-Bueno, ya aprovecharemos esta venida cómo la revisión del mes.- Comentó el ginecólogo. -No sé si así sea de inquieto o si mamá lo alteró con la caída pero se está moviendo muchísimo.-

-¿Pero eso no es malo?- Preguntó Lucero viendo en el monitor cómo su hijo se movía.

-Para nada, al contrario, me preocuparía sí no se moviera, pero todo está bien, voy a tomar sus medidas y las anotaré en la ecografía.- Le explicó.

-Gracias.- Dijo tranquila.

Lucero volteó a ver de nuevo a Fernando que estaba de pie mirando también el monitor y pudo darse cuenta de la emoción que tenía en el rostro e incluso cómo sé secaba rápidamente los ojos para evitar que unas cuantas lágrimas escaparan de ellos.

-Listo, aquí tienes papel para que te limpies el gel y en lo que el caballero te ayuda a levantarte yo haré tu reporte y te veo en el escritorio.- Le indicó antes de retirarse.

-¿Me ayudas? Sigo sintiendo molestia en la espalda y me duele al inclinarme.- Le pasó el trozo de papel para que limpiara las partes que ya no alcanzaba bien.

-Si, claro, permíteme.- Fernando salió de su burbuja y se acercó para hacer lo que le pedía. Con suma delicadeza fue pasando el papel por donde aun quedaban restos del gel.

-Fernando…- Lo llamó Lucero.

-Mande.- Respondió desechando el papel en el basurero.

-¿Estás bien?- Preguntó sosteniéndolo de la mano.

-Si, sólo me emocionó todo esto, saber que está bien, verlo moverse…- Sonrió de nuevo.

-¿Podemos hablar después?- La frase que tanto odiaba.

-No lo sé. Dame la otra mano, te ayudo a bajar.- Estaba feliz, pero recordó lo de la oficina con Rodrigo y no pudo evitar ponerse serio, cosa que Lucero se dio cuenta.

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