Capítulo 42

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-¿Sabías que se toca antes de entrar?- Le preguntó Lucero asustada a Fernando cuando entró a su oficina sin avisar.

-No quise asustarte.- Se disculpó él.

-¿Qué quieres?-

-Verte y darte algo que te compré.- Se sentó frente a ella sin ser invitado a hacerlo.

-No me digas ¿no será un reloj que te ganaste en una apuesta?- Era mejor que Fernando se diera cuenta de que Lucero sabía de eso.

-¿Qué? No entiendo.- Se hizo el desentendido.

-¿Seguro?- Lo miró fijamente. -No importa, yo te lo recuerdo. Apostaste con tu amigo Sebastián que lograrías tener un “acoston” conmigo y lo que estuvo en juego fue un reloj.-

-¿Cómo supiste?- Preguntó algo nervioso.

-Eso es lo de menos y dime ¿ya recibiste tu premio?- Lucero se mostraba tranquila, como si estuvieras hablando de cualquier cosa menos importante.

-Déjame explicarte…-

-Es que yo no te estoy pidiendo una explicación porque no la necesito ni me interesa.- Lo interrumpió. -Por nada.-

-¿Por nada?- Preguntó confundido.

-Si, por nada, que no me debes nada por ayudarte a ganarte un reloj.- Se encogió de hombros.

-Por Dios, Lucero, ni siquiera lo acepté y la apuesta dejó de importarme mucho tiempo antes de que hiciéramos el amor.- Trató Fernando de explicarle.

-Suenas tan tonto diciendo que hicimos el amor, ya te dije que tú y yo nunca hicimos eso.- Le recalcó. -Ahora si me disculpas, debo seguir trabajando.-

-Y yo ya te dije que te amo y no fue sólo sexo ¿por qué no lo entiendes?- Soltó una palmada en el escritorio.

-¿Cómo quieres que te crea eso si te has portado como un tipo sin escrúpulos que no le importa ir por la vida jugando y utilizando a las mujeres?- Lo confrontó.

-Ya sé que fui todo un patán, pero te juro que ya cambié.- Iba a tomar las manos de Lucero entre las suyas pero ella las quitó rápidamente. -Te amo, Lucero.-

-No te creo.- Se limitó a responder.

-¿Qué puedo hacer para que me creas?- Preguntó seguro de sí.

-Yo no te voy a decir que hacer porque lo harás sólo por quedar bien conmigo.- Arqueó su ceja izquierda.

-Bueno entonces yo te voy a demostrar que te amo y quiero algo bien contigo.- Esta vez fue más ágil y la tomó de las manos.

-Si tú lo dices.- De todos modos ya había presentado su renuncia y no volvería a verlo, pensó.

A la derivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora