Capítulo 20

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-¿Y a ti que te importa? ¿Tú quién eres?- Le gritó el señor sin soltar aun a Lucero.

-Eso a usted no le importa.- Lo aventó lejos de Lucero y la jaló hacia fuera del elevador con él.

-Te sientes muy machito ¿no?- Lo aventó el señor también con intención de provocarlo.

-Cálmese que no me voy a poner a pelear con un señor cómo usted.-

-No te tengo miedo muchachito.- Salió el señor encarándolo.

-Pues créame que yo a usted tampoco.- Se acercó más a él.

-Fernando, por favor vámonos.- Le pidió Lucero sosteniéndolo del brazo.

-Vamos.- Dijo serio caminando con ella.

-¡Nos vemos después hermosa!- Gritó el señor desde afuera del elevador. -Pero sin Fernandito.-

-Fernando, ya no le hagas caso.- Lo jaló de nuevo cuando lo vio con intenciones de regresarse.

Caminaron hacia la alberca en dónde había unos camastros y se sentaron sin decir nada.

-¿Por qué estás descalza?- Preguntó Fernando para romper el silencio.

-Salí de la habitación para darle su cartera a Rodrigo pero se me cerró la puerta y no traigo la llave.- Se encogió de hombros. -¿Y Rodrigo?-

-Yo no sé, no lo he visto desde que estuvimos juntos los cuatro.-

-¿Cómo? ¿No salió contigo?- Frunció el seño extrañada.

-No, yo estaba en el bar.- Negó confundido.

-¿Y Adriana?- No sabía porque había preguntado por su novia pero sentía que podía estar con ella.

-Salió con unas amigas me parece.- Cuando Lucero y Rodrigo se subieron, ellos estuvieron un tiempo en el bar pero después Adriana se fue argumentando que tenía unas cosas que hacer.

-Mm bueno, gracias por defenderme del señor.- Se puso de pie. -Voy a la recepción a pedir otra llave.-

-No, ven quiero hablar contigo.- La tomó de la mano evitando que avanzara.

-No creo que tengamos algo de que hablar.-

-Claro que si, ven siéntate, no te quitaré mucho tiempo.- Fernando parecía no tener malas intenciones esta vez.

-¿De qué quieres hablar?- Preguntó sentándose de nuevo frente a él.

-Primero quiero pedirte una disculpa por todas las veces que te he molestado.- Comenzó. -Desde que te vi por primera vez me pareciste una mujer muy guapa...-

-Fernando.- Lo interrumpió para evitar ese tipo de cumplidos.

-Está bien está bien. Debo aceptar que poco me importó que fueras casada cuando me enteré, pero lo que más me impulsó a tratar de tener algo contigo es tu forma de rechazarme, nunca ninguna mujer lo había hecho y supongo me diste en mi ego de hombre.- Se encogió de hombros.

-¿Y todo esto a qué va?- Lucero estaba desconcertada, no entendía bien que planeaba Fernando.

-A que ya acepte que eres una mujer casada, profundamente enamorada de su esposo y que no eres igual a todas las demás, ya te voy a dejar en paz. Creo que se está formando una amistad entre los cuatro y ya no quiero tener roces contigo o estar tirándonos a matar como en la comida de hoy.-

-¿Cómo puedo creerte?-

-Te doy mi palabra, además con mis propias acciones te darás cuenta que mis intenciones contigo ya son cosa del pasado.- Estiró su mano en un ademán de cerrar un trato. -¿Aceptas mis disculpas y ahora mi amistad?-

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