Capítulo 9

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Lucero  estaba sentada en la escalera afuera de la casa tratando de no llorar, a pesar de los años cada que alguien hacia algún comentario acerca de que no tenía hijos la herían profundamente aunque trataba de fingir que no le afectaban.

Cuando regresó del tocador antes de entrar a la sala sin querer escuchó la conversación que su esposo mantenía con su suegro y le había dolido mucho escuchar lo que decía Agustín, estaba acostumbrada a sus constantes peticiones de que tuvieran hijos, pero nunca había escuchado a nadie decirle que ella "no servía", por lo que en lugar de entrar a la sala se salió de la casa, necesitaba tomar aire fresco.

-Tía ¿Qué tienes?- Dijo Sofía acercándose a ella y sentándose también en la escalera.

-Nada princesa, sólo que adentro hace calor- Contesto tratando aun más de evitar que salieran sus lágrimas.

-Estás mintiendo porque tienes los ojos tristes como me dice mi papi cuando lloro.- Era una niña pequeña pero era muy inteligente. -Yo sé por qué estás triste.- Confesó mientras le peinaba el cabello a la Barbie que traía.

-Ah si ¿Y por qué según tú?- Preguntó Lucero.

-Porque el abuelo quiere que tengas un bebé niño pero tu quieres una bebé niña- Había estado presente en la misma plática que Lucero y aunque no había entendido bien a que se refería su abuelo, así lo había interpretado ella.

-Alguien escuchó la plática de los adultos- Lucero se sorprendió con lo que le dijo Sofí, en parte tenía algo de razón, por lo que intentó cambiarle el tema.

-Sólo poquito- Dio una risa traviesa. -Pero no estés triste tía, si tu quieres tener una niña tenla y no le hagas caso al abuelo- Abrazó a Lucero intentando consolarla. -Así yo puedo jugar con ella- Agregó.

Lucero la abrazo también, no pudo evitar llorar con el comentario de la niña y trató de que no se diera cuenta.

-¿Me cargas cómo bebé?- Le pidió Sofí.

-A ver vamos a cargar a la bebé- La sentó en sus piernas y la rodeó con sus brazos mientras Sofía se acurrucaba en su pecho lo que le impedía darse cuenta de que su tía estaba llorando.

Lucero trataba de secarse rápido las lágrimas para que no le cayeran a Sofía e hiciera más comentarios. -Me da igual que fuera niño o niña, lo difícil es tenerlo tan fácil como dices Sofí.- Pensó.

Cuando se casaron ella no quería tener hijos porque además de que estaba concentrada en su profesión, a Lucero le daba miedo que su historia con su madre se repitiera, que ella también falleciera y dejara a su hija o hijo solo, a pesar de que Leonardo siempre hizo todo por Lucero, en muchas ocasiones le hizo falta su madre, en cada día de las madres, en cada cumpleaños, cada Navidad, cada que necesitaba el consejo de una mujer, tenía a sus abuelas pero ya eran mayores y sentía que no era lo mismo.

Después de casi tres años había por fin cambiado de opinión, su madre tenía un problema en el corazón que había empeorado en el parto, ella estaba totalmente sana y no tendría porque pasarle algo.

Al poco tiempo después de que tomó la decisión de ser madre, tuvo un desmayo mientras hacían ejercicio en el parque, cuando despertó estaba en la camilla de un hospital, ahí le dieron la noticia de que tenía tres semanas de embarazo pero desafortunadamente tuvo un aborto espontáneo en el camino al hospital.

A la derivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora