Capítulo 37

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Lucero llevaba rato sintiendo un ligero dolor de cabeza pero había querido ignorarlo para seguir durmiendo, sin embargo, el dolor era cada vez un poco más intenso.

Abrió levemente los ojos pero la luz del sol que entraba por la ventana le daba directamente en el rostro por lo que tuvo que cerrarlos de inmediato pues además de que le lastimaba, le provocó un dolor más fuerte en la cabeza, se restregó los ojos con el dorso de su mano y se obligó a abrirlos de nuevo, esta vez cubriéndose un poco de los rayos del sol.

Al girar la cabeza para evitar la luz, vio a Fernando completamente dormido boca abajo y se dio cuenta de que una de sus grandes manos estaba posada sobre ella en su plano abdomen cubriéndolo casi por completo. Cuando lo vio en esa posición y con el dorso totalmente desnudo se sorprendió demasiado, comenzó a ver que todo a su alrededor era un lugar desconocido para ella.

-No por favor.- Se dijo para sí misma al verse apenas cubierta por una sabana color azul marino.

Tomó la orilla de la tela oscura que cubría desde el inicio de sus senos hasta poco más arriba de sus rodillas y la levantó para terminar de confirmar que estaba totalmente desnuda, volteó a ver de nuevo a Fernando y pudo darse cuenta que debajo de la poca sabana que cubría apenas sus muslos, tampoco había ninguna prenda de ropa en él.

-¿Qué hiciste Lucero? ¿Qué hiciste?- Se repetía una y otra vez casi murmurando a punto de las lágrimas.

De repente se le vino a la mente todo lo que había ocurrido el día anterior con respecto a Rodrigo y unos cuantos momentos con Fernando.

Quitó despacio de su abdomen la mano de Fernando lo que provocó que él se moviera pero sólo cambió de posición sin siquiera abrir los ojos, Lucero tomó la sabana que la cubría y rodeó su cuerpo para ponerse de pie y buscar su ropa.

Sentía que todo a su alrededor se movía y el dolor de cabeza sólo iba en aumento, a los pies de la cama en la alfombra gris estaba su ropa interior y a unos pasos su vestido, recogió todo y entró a una puerta donde supuso era el baño. Se quedó mirándose fijamente al espejo, estaba en shock y no podía creer que después de tantos años había sido capaz de tener sexo con otro hombre que no fuera Rodrigo, sobretodo que aquel hombre era Fernando.

Comenzó a vestirse rápidamente y al terminar se percató de que su vestido estaba roto de la parte del escote casi hasta el ombligo, salió y sin hacer ruido buscó en el clóset de Fernando algo para cubrirse, tomó un suéter cerrado azul el cual le quedaba enorme pero no tenía más opción, levantó sus tacones y salió de la habitación, en el camino vio su bolso tirado en la sala, lo agarró y al levantar la mirada se topó con su pintura, aquella de la subasta que Fernando había comprado, sin duda era muy grande y cubría gran parte de una pared.

Escuchó ruido adentro de la habitación así que salió del departamento lo más rápido que pudo para evitar que Fernando la viera aun ahí.

-Buenos días, señorita.- La saludó cortésmente el señor del lobby al salir del elevador.

-Buenos días.- Respondió Lucero apenada recordando que la noche anterior ella y Fernando llevaban tanta prisa por llegar a su departamento que ignoraron por completo al señor.

Subió a su auto y lo puso en marcha en seguida, no sabía bien a donde ir pero no tenía más opción que a su casa.

Al llegar estaban todos sus escoltas ahí, notablemente preocupados porque no había llegado a dormir y sobretodo porque había pasado mucho tiempo sin protección.

Durante su estancia en el bar le pidió prestado su celular a Fernando para llamarle a Leonardo y avisarle que estaba bien, pero le inventó que su iPhone se había descompuesto y no podría mantenerse comunicada, cuando en realidad, lo apagó pues no quería recibir ninguna llamada ni mensaje de Rodrigo.

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