Anne with an E | siglo XXI

LVII

Gilbert:

Habían transcurrido ya 10 meses desde mi primer día de instituto y de trabajo. Había comenzado la preparatoria, tenía nuevos amigos, y todo era tan distinto...

Creo que toda la información, hay que seccionarla en 3: familia, amigos y amor.

La primera parte, familia, iba espléndida. Tío Walter y tía Juliet iban con el viento en popa, todo mejoraba día a día, es más, hasta tenían planes de casarse nuevamente y reafirmar los votos de cuando se casaron, Freddie, aún era escéptico a esta idea, pero como siempre opinaba "si papá está bien, yo estaré bien". Mi primo mayor aún no le decía a tía Juliet, mamá, que era lo que correspondía, y la verdad, yo dudaba mucho que en algún momento Freddie, la volviera a nombrar así.

Paul estaba dichoso, además de que en estos meses se había hecho novio de una chica del instituto, Mandy, era su compañera de literatura, y el pobre pulpito estaba tan enamorado que poco a poco se iba convirtiendo en un caracol de tanto que babeaba.

En la parte de amistades, estaba súper. Julie y yo éramos inseparables, como en los viejos tiempos, pese a las críticas de mis primos y tíos. No era que yo sintiera algo, en el plano amoroso, por ella, es más, esa idea se había borrado de mi mente hace varios meses ya, pero sí sentía por Julie un gran afecto, casi de hermanos... Ella me contaba todas sus conquistas, todos sus amores, todos los chicos con los que pasaba la noche; debo admitir que muchas veces era algo molesto e incómodo, y que, según mis primos, eso lo hacía para llamar mi atención o para demostrar todo lo "mujer" que podía ser en la cama; yo, sinceramente, creo que Julie me contaba todas esas cosas porque confiaba en mí, y a falta de amigas, quedaba yo.

Otra gran amiga que me había hecho en estos últimos meses, era la doctora Rose. Si bien, nuestra relación nunca fue mala, ahora era mejor que nunca, encajábamos perfecto, estábamos casi sincronizados, compartíamos gustos musicales, artísticos y hasta teníamos el mismo humor, era verdaderamente mágico. Hacíamos que nuestros horarios de trabajo coincidieran, para así poder ir a almorzar juntos en compañía de Bash.

Sebastian, es un tema aparte. Ese hombre, era magia pura, tenía un aura tan limpia y cristalina, que saltaba rápidamente a la vista que era una de esas personas con las que no te topas dos veces en la vida. Ese hombre, al que yo consideraba mi hermano, había sido como agua en el desierto; había refrescado mis heridas, había curado gran parte de mi alma; tan solo con sus chistes y simpatía, además de su enorme cariño paternal, que era algo de lo que tenía deficiencia desde la partida de mi padre. Compartíamos juntos todo el día, desde las 3 de la tarde, hasta que terminara nuestro turno de trabajo, entre semana terminábamos a las 8pm, y en los fines de semana, muchas veces nos tocaba madrugar juntos. En él, había encontrado una inspiración tremenda, era un hombre tan esforzado, que te emocionaba el escuchar su historia, tenía tantas heridas, pero no las mostraba, él simplemente sonreía y seguía viviendo, feliz. Era sin duda alguna inspirador.

Sebastian se había convertido en una especie de hermano mayor, que escuchaba mis problemas, cuidaba de mí, y me aconsejaba con cada "problema" que tuviera, y eso era algo que iba a extrañar muchísimo cuando partiera de Alberta a Avonlea.

En el plano amoroso, todo estaba tan enredado, que muchas veces evitaba mirar esa parte de mi vida. En resumen: estaba jodidamente confundido. Antes de comenzar el instituto y mi primer día de trabajo, estaba segurísimo de que Anne, era el amor de mi vida, y no estoy exagerando. Ella era todo, mi felicidad, mis risas, mis nervios, mis llantos, todo... Ella era mi universo completo. Pero, con el tiempo, y con las obligaciones, mi vida se vio más surtida de personas, de actividades, de amores... Estuve muy confundido mucho tiempo, entre Julie y Winnie, hasta que me di cuenta que a la primera la quería como a una prima y a la segunda como una amiga. Y para cuando pude despejar mi corazón, ya era demasiado tarde.