Gilbert:
Esa misma noche, Paul llegó en la madrugada.
Freddie, para ese entonces, ya se había ido de mi cuarto hace bastante, prácticamente la casa estaba sumida en un silencio sepulcral, el cual había sido quebrado por el portazo que Paul le había dado a la puerta principal al entrar, luego dió otro portazo, pero esta vez había sido a la puerta de su cuarto. Posterior a eso, se escuchó como si botara por accidente muchas cosas al piso, y luego, un golpe seco contra el frío piso de madera.
Pensé en levantarme e ir a ayudar a Paul, pero justo cuando estaba por ponerme de pie, escuché como la puerta del cuarto de tío Walter se abría, y luego de eso, unos pasos apresurados a lo largo del pasillo. Decidí no interferir, tío Walter y Paul tenían mucho de qué hablar, y no quería inmiscuirme en su conversación. Además, de seguro pensaban que yo estaba en mi quinto sueño.
Me volteé sobre la cama, incómodo. Acomodé mi mano izquierda debajo de mi cabeza, pero esta se topó con una tela suave y de algodón, la tiré con lentitud, recordando que era la sudadera que olía como Anne.
Sonreí al verla, tenía tantos recuerdos a su lado con esta sudadera, que me dolía en cierto grado verla...
La acerqué a mi nariz, olfateándola. Suspiré y disfruté del dulce aroma una vez más. Era un olor mágico y dulce y genuinamente único.
Abracé la sudadera y me envolví con las mantas de mi cama. Hacer eso, era como replicar las eternas tardes que había tenido con Anne en el sofá de mi casa. La sensación era muy similar, igual de cálida, pero muy distante a como verdaderamente se sentían los abrazos y cariños de Anne.
Suspiré con pesadez. La extrañaba tanto, y si era 100% franco, no sabía si iba a ser capaz de seguir extrañándola de aquella forma tan avasalladora por más tiempo. La extrañaba tanto que quemaba... La echaba tanto de menos que dolía.
Cerré mis ojos con fuerza, buscando respuestas dentro de mi mente. No sabía que hacer.
Llevaba un mes y semanas en Alberta, y sentía que me había sanado medianamente. El tener el recuerdo de papá tan vivo, gracias a tío Walter, quien cada vez que veía algo que le gustaba a papá o que de cierta forma le recordaba a él, me lo decía deliberadamente; era algo sin duda alguna positivo. El recordarlo tanto, hacía que su nombre ya no causara en mi tanto dolor como antes. Lo sentía conmigo, lo sentía a mi lado. Estar en Alberta, su cuidad, me hacía sentir como si él estuviese vivo, como si él mismo fuera quien me mostrara cada rincón y lugar de esa ciudad. Y eso me estaba haciendo jodidamente feliz.
Pero siempre que era feliz, había una espinita rozando en mi corazón. Anne.
Siempre que me sentía dichoso, extrañaba su presencia e irremediablemente terminaba deseando que estuviera allí, conmigo.
De verdad que lo deseaba, lo deseaba con todas mis fuerzas... Quería sentir su cariño, su apoyo totalmente incondicional... ¡Demonios! Hasta extrañaba su estúpida necesidad de competir constantemente...
Sonreí ante ese recuerdo, el concurso de deletreo... Estaba tan feliz cuando me había dejado ganar... El ganarme la hacía demasiado feliz, y yo era capaz de dejar que me pisoteara las veces que quisiera en público, solo para ver la felicidad en sus ojos y su hermosa sonrisa.
Pero no se podía, no podía tenerla a mi lado y lamentablemente iba a tener que ser así por mucho tiempo. Como mis primos me habían aconsejado, debía sanarme yo primero antes de volver a Avonlea y ver a Anne...
Tenía fe y esperanza que apenas comenzara a trabajar y estudiar, todos los recuerdos relacionados con Avonlea y su gente, se iban a ver disminuidos en su mayoría.
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Anne with an E | siglo XXI
Fanficdonde los chicos de Avonlea ya no solo tienen un pizarrón para confesar sus amores, ahora tienen algo llamado redes sociales y modernidad. mismo lugar, mismos personajes, distinta historia. Cada cap tiene una cancioncita de mi gusto personal, la cua...