LVIII

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Anne:

Los días pasaron lentos y algo tristes después de aquella charla con Dorothy. Al parecer, mi grupo de amigos estaba más distante que nunca, e incluso Roy casi ni me hablaba, lo cual era bastante decir, ya que siempre tenía tiempo para insultarme o decirme alguna bobería sobre mi aspecto.

Pero ese día viernes era más solitario que de costumbre. Jerry se había ido a la casa de Diana en la mañana, bien temprano, Marilla había ido de compras con Matthew y Jeannie, ya que estaban planeando todo para el "gran día" de Halloween, que era hoy. Y yo, estaba completamente sola en casa; y estando sola, con ese frío clima en Avonlea, era casi inevitable no ser asaltada por mis pensamientos y dudas.

Me levanté de mi cama luego haber estado pensando por más de una hora, algo cansada y mareada, miré el paisaje. Todo lucía frío, como congelado en el tiempo. Eran las 5pm y todo estaba preparado para el tan ansiado Halloween, Marilla había decorado la casa espléndidamente, igual que el año pasado, y Matthew había colocado algunas luces y calaveras por el techo de nuestra casa y Jerry, había tallado algunas calabazas que estaban adornando el jardín. Si era sincera, no comprendía para qué tanta preparación, siendo que el año pasado ni un solo niño había pasado por Green Gables pidiendo dulces; pero, ver todo tan lindo y a mi familia tan entusiasmada con algo, me hacía enormemente feliz, así que me abstuve de hacer comentarios.

Caminé por mi cuarto pensando en qué hacer para divertirme; la verdad era que no tenía absolutamente nada que hacer. Si bien, recién había comenzado la preparatoria, tenía todas mis materias al día, y no había ni una sola tarea pendiente. Por ende, estaba completamente libre de hacer lo que quisiera.

Con un largo suspiro me puse mi abrigo de color beige, tomé mi móvil y salí de casa sin ningún rumbo. Lo único que sabía, era que tenía mis audífonos, 10 dólares en un bolsillo, y mi soledad.

Comencé a caminar hacia el oeste, donde estaba la avenida principal y un poco más allá, el estanque de aguas resplandecientes y la gran casa de Diana. No sabía si deseaba internamente ir en esa dirección, pero, últimamente, no seguía lo que mi corazón deseaba, sino lo que mi mente dictaba.

Caminé y caminé, las canciones en mis audífonos pasaban desapercibidas, cambiaban sin siquiera haberme dado cuenta que estás habían comenzado. Me sentía... Como en un sueño, o para ser específica, una película. La música en mis oídos era la banda sonora perfecta para toda la situación...

Rápidamente y casi sin darme cuenta, llegué a mi lugar favorito de toda Avonlea, ese pequeño trozo de planeta, que aún no había sido intervenido por el ser humano, que se conservaba fresco, vivo y sin ningún tipo de error. El estanque de aguas resplandecientes, era mi lugar preferido en el mundo entero, podía pasar horas y horas ahí, simplemente observando la perfección de cada centímetro de tierra, y de la naturaleza que lo componía.

Me senté a un costado del estanque, habían algunos botes a las orillas, los cuales eran pertenencia de las familias del sector. Sin quitarme los audífonos y la música, admiré el paisaje, sintiendo como mis pulmones se llenaban de aire fresco y helado, como mis cabellos rojizos se esparcían en la brisa y como mis mejillas se iban congelando con el pasar de los minutos.

El atardecer llegó más pronto de lo que esperaba, pero eso no era motivo para irme de aquel lugar. Simplemente, me quedé ahí, recordando, inevitablemente, cada minuto vivido con Blythe, en una especie de despedida mental con él. Recordé el sabor de sus besos, la intensidad y calidez de su mirada, el dulce y suave sonido de su voz, e incluso pude revivir el tacto de su piel y la suavidad de sus rizos castaños...

Me sentía un tanto patética por seguir viviendo en mis recuerdos, por seguir atascada en el pasado, pese a que me había propuesto no volver allí, no volver a esa situación que me hacía tan infeliz. Pero la verdad de la situación, era que olvidar a Blythe, o simplemente superarlo, se me estaba haciendo mucho más dificultoso de lo que esperaba.

Anne with an E | siglo XXIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora