XVIII

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Gilbert:

Aquel día me sentía lo suficientemente animado como para comer sin que Susy me lo gritara. Es más, me sentía lo suficientemente animado como para haberle dicho a Susy que no pasara por el hospital, porque quería estar solo...

"¿Desde cuándo quieres estar solo Blythe? No engañas a nadie, todos saben que te estás muriendo por dentro..." Pensaba un poco desanimado cuando caía en cuenta de que no era que me sintiera mejor, sino que estaba fingiendo estar mejor.

Cuando mi mente fue capaz de darse cuenta de aquello, fue como si la realidad llegara de golpe a mí.

La realidad era que detestaba que la gente me viera mal, o que quisiera ayudarme cuando ni yo podía hacerlo.

Me sentí un imbécil por eso, por alejar a las personas cuando realmente necesitaba mucho su apoyo.

"No es que no puedas ir por el móvil, es que no quieres ir por el móvil..." Pensé con tristeza mientras miraba a papá "él no se va a mover..."

Le acaricié su fría mano y la besé como tantas veces lo había hecho en el pasado, me dolía demasiado verlo así...

Me puse de pie, mientras limpiaba mis lágrimas y me encaminé hacia la puerta, después de casi un mes encerrado en aquella habitación.

Abrí la puerta y me fui directo al estacionamiento, una vez ahí, busqué el auto de mi papá, lo encontré en el fondo, todo empolvado, saqué mis cosas de dentro, el dinero, mi móvil y mi sudadera negra que estaba dentro de esa mochila, sonreí con tristeza al verla, era inevitable no pensar en Anne cuando la veía, su perfume se había quedado impregnado, y ahora, cada vez que la usaba, era como tenerla cerca, como abrazarla...

Sonreí y la acerqué a mi nariz, y ahí estaba su olor... Permanecía intacto, tal como lo recordaba.

Me la puse y me encaminé a la habitación de papá.

Mi móvil estaba descargado, así que preguntaría en recepción si tenían un cargador que me prestaran.

Una amable enfermera me prestó su cargador, yo le agradecí y le di el número de habitación de papá, para que ella lo fuera a buscar apenas lo necesitara.

Subí las escaleras a paso lento, la verdad era que no me sentía con la suficiente energía como para subirlas rápido, o incluso para solo subirlas; pero lamentablemente, los ascensores estaban repletos, incluso había fila, y yo no estaba de ánimos para eso.

Subí los 3 pisos hasta el piso donde estaban los pacientes críticos, caminé hacia la puerta de papá, que estaba casi al final. Entré en la habitación, y miré a papá, estaba igual que cuando me fuí.

Suspiré, de verdad esperaba que cuando volviera, él estuviera despierto, o que algo hubiera cambiado... Pero no, todo estaba igual, él seguía igual...

Me senté en la silla que ya tantos días llevaba usando. Suspiré y dejé caer la mochila entre mis piernas. Conecté el cargador y conecté mi celular. Me pasé las manos por la cara, cansado. Y fue entonces cuando mi estómago gruñó y me di cuenta de que estaba hambriento...

Eran las 5 de la tarde y yo no había comido nada desde las 7 de la mañana. Eso no estaba bien.

Busqué dinero en el bolsillo de mi mochila, y lo guardé en mi pantalón. Me puse de pie y sin voltear a ver a papá, salí de esa habitación.

Caminé a paso rápido por los pasillos de aquel terrible piso, buscando la máquina expendedora casi con desesperación... Aquel piso parecía el infierno casi. Todos gritaban, muchos lloraban...

Anne with an E | siglo XXIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora