XXIX

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Gilbert:

Y ahí estaba, una chica de no más de 23 años, con cara de no haber dormido nada, su cabello rubio ondulado estaba desordenado, como si estuviera recién despierta. Tenía la frente perlada en sudor, sus ojos eran de un azul potente y tenía puesta una bata blanca con una pequeña placa dorada que decía "Winifred Rose".

- ¿Está desocupado? - dijo a modo de suspiro la chica.
- Ehm, sí... Está... Desocupado- termine suspirando, al parecer mis anhelos de estar sentado solo en aquel viaje, se habían visto estropeados.

La chica dejó un maletín de cuero a los pies de su asiento, se sentó mientras suspiraba con cansancio y con delicadeza se puso el cinturón.

El avión despegó a los pocos minutos, yo estaba aburrido a más no poder. El no tener móvil en un viaje tan largo era una verdadera tortura.

La chica a mi lado levantó los brazos para hacerse una cola de caballo, y al levantarlos me pegó en la nariz con su codo.
- Oh, lo siento, lo siento...- dijo preocupada. - perdón.

Me agarré la nariz con ambas manos, aguantando el dolor. Nada estaba saliendo bien aquel día.
- ¿Te duele mucho? - me preguntó la chica con una preocupación notoria en su voz.
- No, está bien. - dije con simpleza mientras rezaba con todas mis fuerzas para que no me sangrara la nariz.

La chica se acomodó nuevamente sobre su asiento y suspiró acongojada. Yo suspiré y pensé algo confundido "¿Fui grosero?".

- Mi nombre es Winifred, Winifred Rose. - soltó de repente la chica, volteándose hacia mí, con una amable sonrisa en los labios y con su mano estirada.
- Oh, ehm... - le di la mano - yo soy Gilbert, Gilbert Blythe. - le sonreí.
- lamento lo de tu nariz...- me soltó la mano y suspiró - estoy agotada, vengo del hospital de Avonlea... Tuve una residencia larga ahí y ahora me derivaron a Alberta...- dijo algo molesta - ¿Dónde diablos queda Alberta? - dijo entre enojada y riendo - No sabía ni que existía...- se recostó contra el asiento.
- tranquila, te encantará Alberta...- reí - de hecho, por algo voy hacia esa ciudad, ¿no crees? - reí.

Winifred se sonrojó y me miró hacia el lado, me pude percatar que tenía unas grandes ojeras marcadas en su rostro.
- No sé por qué reclamo sobre el cambio de ciudad, como si tuviera tiempo para conocer los lugares que tengo como residencia. - rió con suavidad - ¿Puedes creerlo? Seis meses de residencia en Avonlea, ¿Y crees que pude conocer algo? Pues lamento decepcionarlo señor Blythe, pero no... No pude ni ir al centro comercial que estaba cruzando la calle.

Reí con suavidad. De seguro estudiar medicina era agotador, pero a mí me encantaba lo difícil.
- Estudiar medicina suena agotador. - reí - ¿Ya sabes en qué te vas a especializar?
- primero deseo ver si puedo sacar medicina simple - rió mientras tenía su cabeza reposada en el respaldo y tenía sus ojos cerrados.

Seguí su risa e imité su gesto.
- ¿Sabes? Yo quiero ser médico.
- ¿De verdad? - me dijo ella medio riendo.
- de veritas de veritas...- reí. - pero, creo que tendrá que esperar...
Winifred rió y suspiró.
- no se meta en este mundo señor Blythe, no se lo aconsejo.

Ambos reímos y nos quedamos en un profundo silencio, el cual era muy distinto a los que compartía con Anne, los cuales eran cómodos y naturales; este silencio se sentía tenso y... No lo sé, incómodo.

Nos quedamos así un buen rato, por lo menos 15 minutos.
- ¿Y qué lo lleva a Alberta? - preguntó Winifred de repente.

Yo estaba mirando por la ventana, solté un gran suspiro y me enderecé sobre el asiento.
- quiero pasar mi luto más cerca de mi familia. La única familia que tengo está ahí y... No sé. Siento que los necesito. - le sonreí, mientras hacía un esfuerzo sobrehumano para no llorar.

Anne with an E | siglo XXIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora