LXVI

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Gilbert:

Llevábamos sentados dentro de mi coche cerca de media hora. Anne seguía abrazada a mí, apenas se había despegado de mi pecho para subirse al automóvil. Sus lágrimas empapaban mi polera, su cuerpo, delgado y delicado, se estremecía entre mis brazos con cada espasmo de llanto. Yo, simplemente podía observarla preocupado.

No había dicho ni una sola palabra, simplemente se había agarrado a mi cuerpo como si su vida hubiese dependido de aquello, a las afueras del instituto. Diana y los demás se habían apartado de nosotros tan pronto como se percataron de que la situación era más grave de lo que pensaban.

Acaricié su mejilla con lentitud, apartando un centenar de lágrimas frías, Anne suspiró con pesadez, intentando calmar su constante llanto. Para tranquilizarla un poco más, le acaricié el cabello con lentitud, y sin saber muy bien el motivo, comencé a cantar una canción que siempre me había recordado a ella: si supieras, de Kevin Kaarl.

Poco a poco su llanto fue disminuyendo, y para cuando la canción había terminado, sus lágrimas eran completamente inexistentes. Acaricié su mejilla nuevamente, y Anne sonrió con sutileza, yo imité su acción y me reacomodé en mi asiento.

- ¿Estás mejor? - le pregunté en un susurro, sentí como Anne se estremecía entre mis brazos y asintió efusivamente.
- Cantas hermoso... - dijo con la voz algo ahogada - me relaja muchísimo oírte...

Sonreí y me sonrojé con violencia. Besé su mejilla con suavidad y sonreí.
- Canto horrible, preciosa - ella sonrió más ampliamente y rompió con suavidad nuestro abrazo.
- No, cantas precioso - dijo en un susurro algo desanimado, pero muy dulce. - ¿Vamos? - preguntó mientras secaba algunos rastros de lágrimas que aún permanecían en sus mejillas.

La miré en silencio algunos segundos, en sus ojos abundaba la tristeza y la decepción. Su rostro estaba más pálido de lo habitual, y su sonrisa estaba muchísimo más restringida de lo normal.

- ¿Pasa algo, Anne? - le pregunté en un susurro apenas audible, pero que ella oyó perfectamente.

Bajó sus ojos hasta sus manos, que descansaban sobre su falda, y suspiró con fuerza.
- Pasó algo muy feo... - dijo sin poder evitar el llanto que se avecinaba, hizo un puchero adorable antes de comenzar a llorar otra vez.
- Oh, Anne... - dije mientras nos envolviamos en otro abrazo.

Anne lloró otra vez sobre mi pecho con renovada fuerza, yo la acaricié nuevamente, y suspiré con lentitud.
- Dorothy... Ella... - dijo entre espasmos de llanto - Está enfadada conmigo, está decepcionada de mí... - dijo casi con desesperación.

Volvió a llorar con fuerza y yo la apegué más contra mi pecho.
- ¿Por qué se ha enfadado? - le pregunté con una voz pacífica, para ver si lograba calmarla un poco.
- Ella no quiere que te perdone, dice que soy una imbécil por dejarte entrar otra vez en mi vida... - lloró amargamente - yo sé que sufrí mucho por ti, lo sé... - decía como si yo fuera otra persona, como si no se estuviera refiriendo a "este Gilbert" - pero, apenas te vi, me sentí completa... - guardó silencio unos segundos - no puedo estar enfadada contigo, no puedo odiarte... Y ella quiere que lo haga... - se quejó.

Suspiré con pesadez, me sentí el ser más cruel y horrible que había pisado el planeta Tierra. Ella me estaba confesando todo, me estaba diciendo todo lo que había sufrido por mí, todo el daño que le había hecho, el cual era tanto, que su mejor amiga me odiaba, y le decía a ella que me odiara también...

"Y verdaderamente, deberías odiarme, zanahoria... Hasta yo lo hago", pensé con tristeza y arrepentimiento.

- Deberías odiarme, zanahoria... No la culpo si ella me detesta, y no te culparía si tú también lo hicieras...- dije apartándola de mi pecho con suavidad, ella quedó perpleja, me miraba atentamente, con sus ojos color cielo bien abiertos y repletos de lágrimas - me lo merezco, yo lo sé... - suspiré y tragué con fuerza - eres demasiado buena para mí, demasiado perfecta y mágica... Sé que no te merezco...

Anne with an E | siglo XXIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora