LXIV

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Anne:

Lo tenía entre mis brazos, abrazado fuertemente a mí... Era casi como un sueño. Mis ojos no podían dejar de producir lágrimas, al igual que yo no podía despegar mi rostro de su pecho.

El haberlo visto así, tan de repente, me tenía tan impactada, que, ni mi corazón ni mi mente, lo podían procesar.

Gilbert acariciaba mis cabellos con lentitud y yo me mantenía apegada a él, como si mi vida hubiese dependido de aquello.

- Tranquila zanahoria... No llores más, por favor. - me dijo en un susurro, sonreí al sentir como su pecho vibraba con cada sonido que emitía.

Asentí y limpié con torpeza algunas lágrimas que habían caído por mis mejillas. Él, sin dejar de abrazarme, tomó mi mano con la que estaba limpiando mi rostro y la retiró con delicadeza, y con esa dulzura que tanto había extrañado y que era tan característica de él, me limpió mi rostro, apartando mis lágrimas con tanta suavidad, que logró acariciar mi alma.

Lentamente me aparté de él, rompiendo ese abrazo que nos había unido por esos largos minutos. Él agarró mis dos manos y sin ningún aviso, se puso de rodillas, frente a mí.

Mis compañeros, que ya se habían retirado de alrededor para darnos más privacidad, se voltearon entre risueños e impactados, a ver la escena.

- Zanahoria... Mi zanahoria... - tomó aire profundamente y me miró de forma intensa, un escalofrío involuntario recorrió mi espalda de principio a fin. - perdóname... Perdóname por haberme ido así, por no haberte avisado, por no haberme despedido de ti... Por todo, por haber sido una mierda contigo estos últimos meses... No te merezco, no merezco tu amistad, tu cariño, ni mucho menos tu apoyo incondicional...- hizo una pequeña pausa, miró el piso y levantó sus ojos para conectarlos nuevamente con los míos, ahora, sus ojos estaban vidriosos- Pero, creo que no me queda nada más que hacer, además de pedirte de rodillas que me perdones por todo lo que te hice pasar, por todo el dolor que pude haberte causado... créeme que nunca fue mi intención hacerte daño - terminó en un susurro que solo yo pude oír.

Sin mediar palabra alguna, le pedí que se pusiera de pie nuevamente, jalándole la mano con suavidad. Él me hizo caso, y se puso nuevamente de pie, casi me tuve que poner de puntitas para agarrar sus mejillas y conectar nuestros ojos, él con suavidad se agachó un poco, y con lentitud me agarró de la cintura, le sonreí nerviosamente y junté mis labios en una línea recta, tomé aire y le susurré con delicadeza.
- Lo sé, Blythe... Sé que nunca fue tu intención hacerme daño, eres demasiado bueno para eso... - él me sonrió y acarició lentamente mi nariz con la suya - Entiendo por qué te fuiste, entiendo que no hayas querido avisarme, y te perdono... Te perdono con todo mi corazón... Si me dejaste de hablar hace meses, debió ser por algo, y ya tendremos tiempo para arreglar todo ese asunto... - él besó con delicadeza el costado de mi boca y yo sentí como mi piel se erizaba poco a poco por los nervios - lo importante es que regresaste, que estás aquí y que no estoy soñando... - dije más bajito que antes, él sonrió nuevamente, y les juro que, en ese instante, sentí que nada más me hacía falta.
- Si regresé a Avonlea, fue por ti, Anne... Los deseos de verte ya no me dejaban dormir, no podía vivir ni un segundo más si no te veía... no podía aguantarme las ganas de abrazarte, de ver tu sonrisa, de poder sentir tu perfume... De poder besarte - dijo susurrando casi sobre mis labios, sonreí ladeadamente frente a esa confesión, y me percaté de como sus mejillas, poco a poco, se iban sonrojando. - ¿Puedo? - dijo en un susurro, con lentitud, ahora sí sobre mi boca.

Asentí lentamente y sentí sus labios nuevamente sobre los míos. Nuestras bocas se unieron en un beso tierno, dulce, lento y muy profundo, con tantos sentimientos, que llegaba a marear...

Anne with an E | siglo XXIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora