XIX

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Anne:

Los días posteriores a aquella visita que le hice a Blythe en el hospital, fueron mucho menos angustiantes y ansiosos... Me sentía mucho mejor al tener comunicación con él constantemente, me hacía sentir muchísimo más relajada.

Con Cole y Diana pasábamos casi todas las tardes juntos, luego de nuestros talleres. Diana asistía al taller de modelaje, Cole al de arte, y yo al de teatro y artes dramáticas.

Todo en mi vida parecía ir excelente.

Con Marilla y Matthew, el lazo que íbamos formando entre nosotros era cada vez más fuerte. A Matthew le contaba mis problemas y él me apoyaba en absolutamente todo. Con Marilla había una relación madre hija tan linda, tan protectiva, que me hacía sentir a salvo en Avonlea.

Con Billy y Josie no había tenía problemas por un largo tiempo, Josie de vez en cuando se sumaba al grupo de chicas cuando almorzábamos, pero era bastante poco recurrente que me dirigiera la palabra. Billy ya no me molestaba, solo de vez en cuando, ahora su nueva presa era Cole, y lo molestaba cada día, a cada momento. Pero, Cole tenía una paciencia de oro, y no dejaba que nadie lo sacara de sus casillas.

Con Mr. Cejitas, todo iba perfecto. Hablábamos todos los días, todo el día. De vez en cuando nos llamábamos, y debo de admitir que desde que lo visité en el hospital, su estado de ánimo se veía muchísimo mejor. Se veía más descansado y ya no pasaba todos los días en el hospital, habían días en los que se iba a su casa, a descansar, a darse un baño y a dormir.

Marilla se había comprometido a llevarle comida cada día que estuviera en su casa, y la encargada de llevársela era nada más ni nada menos que yo.

Y en eso estaba, por tercer día, le estaba llevando su comida a la puerta de su casa.

Caminé hasta la puerta de su casa con mi cesta en mi mano derecha, en ella habían verduras y demás, y en mi mano izquierda, traía su almuerzo, lasaña.

Dejé la cesta en el piso y con la mano derecha golpeé la puerta, Blythe se demoró poco en abrir la puerta y sonreír ampliamente.

- Zanahoria...- me sonrió y besó mi frente- muchísimas gracias, aunque yo podía ir por esto a Green Gables...- dijo levemente sonrojado- no era necesario que caminaras hasta aquí...
- no te preocupes Blythe, me gusta caminar...- le sonreí.
- lo sé zanahoria- agarró la cesta- ven, pasa... Te estás congelando.

Sonreí y entré en su acogedora casa, todo estaba decorado con tonos cálidos, la chimenea estaba encendida y, el calor que emanaba, llenaba la gran casa en su totalidad.

Se nos había hecho costumbre, que cada vez que yo le llevaba su almuerzo, tomábamos café juntos, y compartíamos algunas horas de risas y besos.

La verdad no sabía cómo sentirme respecto a Gilbert. Sabía de sobra que lo quería, le tenía mucho cariño en poco tiempo, apenas lo había conocido hace casi dos meses, pero lo estimaba muchísimo... Pese a eso, por algunos minutos, no sabía cómo sentirme respecto a él, a sus besos, a su cariño...
Me sentía totalmente desorientada. Él se preocupaba mucho por mí, me quería... Se notaba muchísimo. Pero, no sabía cómo describir lo que teníamos, si es que teníamos algo en aquellos tiempos...
Pensaba que quizás, no era que fuéramos algo, sino que simplemente nuestra amistad no se entendía como las demás, era más fuerte, la conexión era impactante... Y eso, se me hacía sumamente extraordinario.

Mis dudas, de vez en cuando, me llevaban a la desesperación. Muchas veces se me pasaba por la mente el preguntarle qué significaban nuestros besos para él, qué significaba yo para él... Pero el terrible y temible terror que me provocaba una de las dos opciones que tenía para responder a mis preguntas, era mucho más grande que mi curiosidad y desesperación.

Anne with an E | siglo XXIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora