Capítulo 47: Olvido

287 16 209
                                    

~Inuyasha

Caminamos bosque adentro, por alguna razón estaba muy nervioso ¿Qué me ocurre? Desde que Hakuryu me dijo que puede gustarme Kagome no he parado de temblar. Sentirla cerca hace que mi corazón vaya muy rápido, quería acortar la distancia entre nosotros.

¿Y si es cierto? ¡No! ¡Es imposible! ¡Yo solo amo a Kikyo!

Ya he tenido esa discusión con mi mente.

Kagome: ¿De qué quieres hablar? —preguntó sacándome de mis pensamientos.

Estábamos entremedio del bosque, había luciérnagas alumbrando y la luz de luna pasaba por entremedio de las hojas al suelo.

Inuyasha: de..de... a..am... —¿Por qué no puedo decir nada?

Kagome: ¿Estás bien? Estás rojo y sudando —pone una mano en mi frente— ¿Tienes fiebre?

De repente su rostro está muy cerca del mío, como puedo me aparto hacia atrás. Tomo su mano que tenía en mi frente con la intención de alejarla, sin embargo, contrario a la idea que tenía, permanecí sujetándola. Ella abre sus ojos con sorpresa y sus mejillas se tornan algo rosadas.

Se veía muy tierna así.

Inuyasha: no..no me pasa nada —miro para otro lado— solo quería disculparme por lo que te dije en la mañana. Nunca debí tratarte de esa manera, lo siento.

Mi cara ardía, la imagen de la exterminadora con las mejillas rojas mientras el monje la abrazaba se pasó por mi mente ¿Qué será eso? ¿Estoy también yo así?

Kagome: ¿Y solo por eso estabas tan nervioso? —se ríe— ¿Tanto te cuesta disculparte?

Por más que se estuviera burlando de mí, me encantaba oír su risa. La extrañé durante todo el día.

Coloco sus dedos entremedio de los míos ¿Qué estoy haciendo? Me agradaba sentir el pequeño contacto de mi piel con la suya. Ella me observa sin decir nada. Una persona que siempre habla demasiado en completo silencio, me pregunto si eso es bueno o malo.

Inuyasha: salgamos de aquí, está muy oscuro.

Sin soltarla la guío hacia la orilla del lago, nos sentamos en el suelo en silencio. No importaba cuantas veces diera la orden, mi mano no se separaba de la suya. No tengo control sobre mi cuerpo cuando estoy junto a ella. Pareciera como si tuviera vida propia.

Por su parte, la vista de la sacerdotisa estaba perdida en el agua. Podía ver un poco de tristeza en su rostro.

Kagome: ¿Sabes qué fue lo que soñé?

Niego con la cabeza, era imposible saberlo sin que me lo dijera.

Kagome: en el sueño me mataste con tus garras confabulado con Kikyo. Morí como ella hace 50 años, fue ahí cuando desperté.

Con solo imaginar esa escena se me eriza la piel de pura rabia. Tirando de su mano la atraigo hacia mí y la abrazo.

Kagome: I..Inuyasha.

Inuyasha: ¡Nunca te haría daño!

Ella permanece inmóvil unos segundos hasta que siento como se hunde en mi pecho. No podía negar que disfrutaba estar así. Me corresponde con timidez.

Kagome: tranquilo, lo sé, confío en ti.

Me separé un poco sin soltarla, sus ojos brillaban con la luz de las estrellas. Me doy cuenta que estoy acortando la distancia entre nosotros ¿Por qué me acerco a ella? ¿Por qué no puedo detenerme? Lentamente nuestras narices comienzan a rozarse. Estaba a punto de hacer algo de lo que me podía arrepentir.

InuYasha A Través Del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora