Capítulo 74: Cordura

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~Sango

Haku había ido a buscar a ese par, Shippo acompañó al niño y a su abuelo a buscar leña, pasaríamos la noche en su casa y antes del amanecer nos iríamos para evitar que los aldeanos nos vieran. La herida de Kirara ya estaba por curarse completamente, hoy no pudo hacer nada en la batalla y conociéndola como lo hago sé que le molestó no poder ayudar. Es tan linda.

El monje despertó con un gran bostezo, lucía mucho más repuesto. Se sienta apoyando su espalda contra la pared de madera. Nos quedamos en silencio un momento mientras terminaba de tratar a mi gatita.

Miroku: lo de hoy fue aterrador —comenta somnoliento.

Estaba cansado y con justa razón, estuvo mucho tiempo manteniendo esa barrera dentro del capullo. Lo vimos cuando llegamos.

Sango: casi nos mata a todos, ni siquiera Kagome estaba a salvo.

No es un secreto para nadie lo que la miko significa para Inuyasha. Si la atacó a ella ¿Qué quedaba para nosotros? Lastimó a Hakuryu también no hace mucho. No existían dudas de que los demás estábamos muertos en sus garras.

Miroku: mujeres, hombres y animales. No hay límite para su sed de sangre.

Lástima que tuviera tanta razón.

Sango: aun así, quiero seguir con este grupo. No importa lo peligroso que pueda ser Inuyasha.

Miroku: Sango —puedo notar la sorpresa en su rostro.

Sango: no crea que estoy perdiendo la razón —me explico— es solo que siento que es lo mejor que puedo hacer con tal de salvar a Kohaku.

Me dedicó una dulce sonrisa salida del más cálido de mis sueños.

Miroku: al contrario, estaba pensando lo mismo. Creo que corremos más peligro separados que con una bestia al lado —mirándome a los ojos— jamás creería que perdiste la cordura, siempre eres muy sabia cuando hablas.

Escuchaba claramente los latidos sobre mi pecho ¿Por qué su sonrisa hace que me sienta así? ¿Por qué me debilitan sus oscuros ojos azules sobre los míos?

Los demás no tardaron en llegar, sentía mis mejillas arder y me costaba trabajo incorporarme al tema de conversación. Mi cabeza daba vueltas pasando una y otra vez la imagen de esa genuina sonrisa que me dedicó el pervertido de turno ¡¿Qué demonios me hace su excelencia?!

Yo sí creía haber perdido la cordura.

Nos fuimos a dormir temprano sin mayores problemas. Antes que saliera el sol ya nos encontrábamos lejos en el cielo sobre el lomo de Hachi, le dimos las gracias al anciano una vez más antes de partir. Inuyasha lucía deprimido, como era de esperarse, por suerte, la compañía de Kagome y Hakuryu lo animaban lo suficiente como para que no se hundiera en su propia miseria. Luego de un buen rato de viaje llegamos a la aldea de la anciana Kaede, nos quedaríamos en su choza mientras Inuyasha y Kirara terminan de recuperarse.

Kaede: han vuelto muy pronto.

Kagome: necesitamos descansar.

Inuyasha: estamos perdiendo el tiempo —molesto.

Hakuryu: es mejor que perder la vida, tú eres el que más necesita descanso.

Inuyasha: ¡Ja! Tonterías.

Nos instalamos y así pasaron las horas. Hakuryu se fue a su casa casi toda la tarde, dijo que quería ver a su madre que estaba preocupada por su herida, prometió volver en la noche. Inuyasha estuvo pensativo y solitario como es costumbre, Shippo y Kagome ayudaron a la anciana Kaede en sus quehaceres. Miroku fue a probar suerte con las aldeanas y volvió derrotado —no ocultaré que eso me dio gusto— Kirara se la pasó acostada junto a mí y yo me dediqué a limpiar mi Hiraikotsu.

InuYasha A Través Del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora