Capítulo 50: Lástima

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~Hakuryu

Ya no soportaba al coqueto lobo, así que fui a interrumpir el momento que tenía con la azabache luego de acabar de atender al hanyu y me dediqué a vendarlo ignorando por completo sus quejas e insultos. La sacerdotisa reía a nuestro lado por la cómica situación.

Mientras pasaba la tela blanca alrededor de sus heridas meditaba sobre la charla que acababa de tener con Inuyasha. Llegué a la conclusión de que sirvió para dos cosas; que queden en evidencia sus celos y para dejarle claro que yo también siento lo mismo.

¿Por qué siquiera hago eso? ¿A qué quiero llegar? ¿Qué saco con confesarle los sentimientos que pretendo olvidar?

¿Acaso quiero hacerle sentir culpable?

Koga: oigan ¿Qué pasó con el otro chico que estaba con ustedes? ¿Cómo se llamaba? ¿Rumiko?

Kagome: Rukawa —corrige.

Koga: ese mismo.

Hakuryu: él está viajando con otras personas.

Koga: ya veo, me agrada ese sujeto.

¿Le agrada? Eso es raro.

Es entonces cuando aparecen corriendo dos demonios su tribu acompañados de varios lobos que aullaban a gran voz. Todo aquel grupo se queda petrificado con el escenario lleno de muerte con el que se encuentran.

Kagome: ellos son los de la cueva de los lobos —exclama sorprendida mirando esos sujetos.

Koga: se llaman Ginta y Hakkaku, son mis más fieles vasallos —aclara.

Ginta era un chico de cabello gris por los lados y al medio de color negro, vestía de piel color marrón. Mientras que Hakkaku tenía un alto copete blanco que no obedecía la ley de gravedad y vestía de verde con hombreras. Un dúo bastante peculiar.

Hakkaku: es peor de lo que creí —mirando los cuerpos— amigos —como podía se aguantaba las ganas de llorar.

Los cuadrúpedos también hacían sonidos de tristeza junto a sus camaradas. Los tocaban con sus narices pero no había caso, ya no tenían salvación, ya se habían ido para siempre.

Ginta: Koga ¿Estás bien? —lo revisa— supimos que estabas en peligro después que te fuiste. El compañero que te entregó el fragmento murió cuando lo intentamos curar, se volvió espuma y sangre apenas lo tocamos.

También era un cadáver títere de Kagura, ya sabemos cómo consiguió ese fragmento falso. El cuerpo lo llevó hasta él, Koga vino intentando impedir la masacre y se encontró con nosotros en medio de la escena del crimen.

Koga: estoy bien —los tranquiliza— ese cuerpo fue quien dijo que un hanyu estaba atacando a mis amigos. No podía creer que se trataba del bestia.

Y ahí fue cuando el rompecabezas de la trampa de Naraku estuvo completo.

Ginta: qué alivio —a Kagome— gracias por cuidar de él, señora.

Kagome: no hay de que —le sonríe.

¿Por qué responde cuando le dicen “señora”?

Aunque no soportara al de la negra coleta, no tenía ningún rencor hacia los demás caninos, me dio mucha lástima ver como lloraban junto a los cuerpos. De nuevo tenía ese llamado a hacer lo correcto contra mi voluntad.

Hakuryu: propongo cavar tumbas para sus camaradas.

Ellos voltean hacia mí sorprendidos, supongo que no lo esperaban.

Aparece caminando el monje, ya se encontraba mejor gracias a la aspirina que tomó hace un rato. La exterminadora, el zorrito y la gata estaban sentados un poco más lejos observando la escena en silencio.

InuYasha A Través Del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora