Capítulo 20: Purificación

280 29 20
                                    

~Kagome

Los monstruos iban tras de mí. En pocos minutos se me acabaron las flechas quedando desprotegida, unos yukais vinieron a atacarme. Pensé en usar un campo de fuerza pero el monje interrumpió esa idea.

Miroku: —les tira pergaminos y estos se purifican— ¡Protejan a la señorita Kagome!

Los chicos finalmente terminan posicionándose a mi alrededor. Hakuryu a mi derecha, Inuyasha a mi izquierda, Miroku atrás y Shippo delante. Eran demasiados. El hanyu mataba a todos los que podía con su espada, mientras que su reencarnación desaparecía a varios con su mejorada puntería y las flechas sagradas, el monje utilizaba su bastón y pergaminos. El pequeño niño nos ayudaba a distraerlos para darles el golpe final.

Kagome: ¡Haku! ¡Dame flechas!

Hakuryu: ¡Toma! —me tira una buena cantidad.

Kagome: gracias.

Volvimos a atacar, pero claro, no teníamos una dotación eterna de municiones y a los pocos minutos pasó lo que tenía que pasar.

Hakuryu: ¡Se me acabaron las flechas!

Kagome: ¡A mi igual!

Miroku: ¡Todos detrás de mí! —nos cubrimos con él— ¡Agujero Negro! —se quita el rosario de su brazo.

Al instante se despeja el lugar, con su increíble habilidad el monje había aniquilado toda una legión con solo alzar su mano maldita, respiramos aliviados, sin embargo, a los pocos segundos se vuelve a llenar de las horribles criaturas, otra vez. Como si los demonios fueran infinitos en número. Seguir usando el Agujero Negro sería una pérdida de tiempo si no deteníamos el origen de todo esto.

Hakuryu: algo los está juntando.

Inuyasha: ¡Debemos ir donde la presencia maligna se hace más fuerte!

Es así que corremos en dirección al epicentro, donde había muchos más monstruos que antes. En la lucha cada uno se va por su lado, quedando separados. Por suerte junto a mi estaba el pequeño zorrito, por quien me preocupaba más que por cualquier otro compañero de viaje.

Shippo: ¡No te preocupes, Kagome! ¡Yo te protegeré!

Su valentía siempre me sorprende, nunca me ha dejado sola en ningún momento, ni aunque muriera de miedo. Con la ayuda de sus singulares técnicas lográbamos evitar que los yukais se apoderaran de los fragmentos de la Perla. No sé qué haría sin su apoyo.

El mitad bestia y el chico con poderes espirituales intentaban venir en nuestra dirección con desesperación, pero estaban rodeados. Sinceramente, yo sin flechas, con los fragmentos y cuidando al zorrito era una gran desventaja a la hora del combate. Su excelencia por su parte estaba intentando hacer lo mismo que los otros, como podía trataba venir conmigo pero un ogro le impedía el paso.

En eso un yukai con forma de pantera da un gran zarpazo en nuestra dirección, lo único que pude hacer fue tomar al niño en mis manos y lanzarlo lejos de mí. Lo quería a salvo. Fue entonces cuando en mi espalda llegó el impacto, de a poco se me fue nublando la vista. Perdí el conocimiento antes de caer al suelo, escuchando como alguien a lo lejos gritaba mi nombre.

~Inuyasha

Hakuryu: ¡Kagome! —gritó con cara de espanto.

A mi nariz llegó el olor de su sangre. Fue entonces cuando volteé y la vi caer al suelo inconsciente, la ropa de su espalda se teñía de ese color carmesí y posteriormente el suelo se mojaba con el espeso líquido, detrás suyo había un yukai pantera con las garras teñidas de rojo listo para comérsela.

InuYasha A Través Del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora