Capítulo 30: Interrupción

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Al otro día partimos temprano en la mañana, iba montado en la pantera con el monje atrás cargando mi bicicleta y mochila, la exterminadora adelante, ella aun no recuperaba la movilidad total de su cuerpo, iba muy preocupado por no tocarla ni lastimarla, por suerte el tiempo que pasé con la gatita me ayudó a perderle el miedo. El pervertido tras de mí iba molesto, seguramente quería aprovecharse de ella y no lo dejé hacerlo al posicionarme en medio.

Un poco más adelante corría el hanyu con la sacerdotisa y el niño en su espalda, la pulga estaba sobre su plateado flequillo indicándole el camino.

Las horas pasaban de aquella manera, al final llegamos a una extraña llanura, hacía un calor infernal, el suelo era rojo y salía vapor de él. Era un lugar muy feo. A lo lejos distinguimos un gran cráneo en medio de la nada.

Myoga: ¡Ahí es donde vive Totosai! Esperemos que esté en casa.

Inuyasha: ¡¿A qué te refieres con eso?!

Myoga: a veces sale de viaje para realizar trabajos, es impredecible saber cuándo está o no.

Inuyasha: ¡Nos hubieras dicho eso antes de venir! —enojado.

Miroku: de cualquier manera, habríamos venido igualmente, veamos si se encuentra, ya estamos aquí.

Obedeciendo el sabio consejo del monje llegamos a la entrada del lugar y por suerte lo vemos forjando algo al interior de aquella cabeza de verdadero hueso. Su rara vaca de tres ojos se encontraba a su lado.

Kagome: señor Totosai —llamó a su nombre.

El delgado anciano se da la vuelta para encontrarse con nosotros, veo la decepción en la cara del kitsune, tal y como lo predije seguro que se imaginó a un ser imponente y fuerte, cosa que el herrero no es. Todo lo contrario.

Totosai: son ustedes ¿Qué les trae por aquí?

Inuyasha: necesito que me enseñes a sacar el poder oculto de Colmillo.

El hombre del gran martillo asiente con la cabeza, todos nos sentamos en el piso alrededor de ambos, en el centro se encontraban el mitad bestia con el delgado sirviente de su padre sosteniendo su espada.

Totosai: no sé cómo hacer eso.

El perro le golpea la cabeza dejándole un chichón.

Inuyasha: ¡¿Cómo no sabes?!

Kagome: Inuyasha, no seas malo —lo reprocha— así no conseguirás que te diga nada.

Él solo bufó en respuesta, ya ni quiso ir en contra de la azabache, se mantuvo en silencio a la espera de una respuesta más positiva por parte del anciano.

Totosai: solo conozco un poder de esa espada, la más utilizada por tu padre.

Myoga: no me digas que estás hablando de aquella técnica —menciona en el hombro de Shippo.

Totosai: la misma.

Los miramos intrigados, ambos se callan dejando la duda en el resto de nosotros.

Shippo: y esa es... —dice para que continúen.

Totosai: el Viento Cortante.

Inuyasha: ¿Y eso qué es?

Myoga: es una técnica increíblemente poderosa, capaz de asesinar a 100 monstruos de un solo movimiento.

Totosai: el amo Inu no Taisho solía utilizarla con mucha frecuencia, era su favorita.

Inuyasha: ¿Y eso cómo se hace?

Podía ver como brillaban sus dorados ojos, estaba emocionado y no era para menos, esa técnica sonaba como algo extraordinario.

InuYasha A Través Del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora