Capítulo 62: Consuelo

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~Kagome

Al cerrar la puerta de la habitación de Hakuryu, me doy vuelta para hablarle a Inuyasha, pero él iba caminando lejos por el pasillo.

La madre de mi amigo y su hermano ya habían salido del “hospital”, se quedaron en la entrada esperando mientras que yo me devolví para apresurar al mitad bestia. No pensé que interrumpiría un momento tan tenso entre ambos, me preguntaba si pudieron aclarar lo que ocurrió o si discutieron. Con solo enfrentarme al mal humor del ojimiel es casi obvio que fue lo segundo.

Kagome: ¡Espérame!

Por suerte se detuvo al escuchar mi grito, llegué hasta su altura y avanzamos juntos. Su ceño fruncido y silencio no eran una buena señal ¿Qué le habrá dicho Haku? ¿Qué estará pasando dentro de su cabeza?

Inuyasha: necesito ponerme estos —abre su mano y tiene dos cosas blancas esponjosas— son tapones para los oídos, el ruido de las carrozas de acero con luces es infernal y estas cosas hacen que no las escuche.

Se refiere a esos “carros” que brillan y tienen un sonido estridente.

Kagome: por aquí no hay nadie —lo llevo a un sitio vacío que afuera decía “Zona de Evacuación”.

Dentro había una oscura escalera, pensé que ahora solo subían y bajaban en esas cosas llamadas “elevadores” que me enseñó el abuelo cuando llegamos aquí.

Se quita el sombrero mostrando sus lindas y características orejas grises.

Inuyasha: ayúdame.

Baja un escalón para que quede más alta que él. Me entrega esas cosas suaves en mis manos, las coloco dentro de sus orejitas con mucho cuidado. Una vez que termino bajo la vista para encontrar ese profundo dorado observándome muy de cerca. Algo buscaba en mi rostro, lo más seguro es que se encontró con mi sonrojo.

Kagome: ¿Qué pasa?

Aparta la vista hacia el suelo al oír mi voz, evitando así responder a mi pregunta. Su seriedad me preocupaba. Él no suele ser así.

Inuyasha: nada, vámonos —dice mientras se coloca el sombrero.

Va a ir al pasillo otra vez, pasa por mi lado, pero tomo la manga de su ropa deteniéndolo.

Kagome: puedes hablar conmigo.

Inuyasha: necesito pensar, es todo —susurra con voz apagada.

La culpa debe comerle por dentro. No hay palabras que le ayuden a superar la agonía que debe estar sintiendo.

No soporto verlo así.

Casi por instinto doy un salto hacia él y lo abrazo por el cuello. Lo sujeto fuerte con una mano en su cabeza y la otra por sus hombros. Cierro los ojos tratando de darle el consuelo que necesita, aunque fuese inútil, no importaba. Solo deseaba acabar con su tristeza.

Kagome: ha sido un día muy difícil para ti, solo quiero que sepas que estoy aquí.

Inuyasha: siempre estás.

Sus brazos se cruzan en mi espalda empujándome más hacia él. Coloca su cara en el hueco entre mi mentón y mi hombro, si no fuera por mi cabello, su nariz y boca estarían sobre la piel de mi cuello. Un escalofrío recorrió mi espalda al sentir su respiración tan cerca. Permanecimos así un tiempo. Ninguno decía nada, ninguno se movía, ninguno hacía algo más que respirar. Era como si nos hubiéramos quedado paralizados. Pegados el uno al otro con una presión invisible.

InuYasha A Través Del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora