Capítulo 4: Búsqueda

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Contemplé el cielo que poco a poco se iba despejando, dando una clara visión de las estrellas, ninguna señal de la Perla se percibía en el aire. Era como una pesadilla. Me encontraba completamente paralizado ante lo que acababa de pasar ¿Qué diablos ocurrió? Como si ya fuera poco todo lo que había sucedido a lo largo de estos días se suma otro problema más a la lista. Las desgracias no paran en este mundo.

Inuyasha: ¡¿Qué le hiciste a la Perla, tonta?!

Kagome: ¡No lo sé!

Ambos discutían hasta que la hermana de la sacerdotisa se acercó lentamente a nosotros. Su semblante era serio y preocupado. Sabía lo que estaba a punto de decir, yo también me había dado cuenta.

Kaede: la Perla de Shikon se ha fragmentado.

Ambas personas que estuvieron selladas en el árbol sagrado voltearon a verla estupefactos, estaban consternados y llenos de conmoción por la noticia, ni siquiera respiraban. Seguramente no podían creer lo que estaban escuchando. No encontré nada mejor que añadir algo a la conversación que se había congelado.

Hakuryu: yo también me di cuenta.

La azabache me sonríe apenas, al parecer note algo de lo que ella no.

Inuyasha: ¡Es tu culpa! —le grita el hanyu— ¡Si no le hubieras disparado con la flecha a la Perla aún seguiría aquí y me podría convertir en un demonio!

Ambos se encontraban fuera de sus casillas. Nada parecía calmar la situación, todos los que habíamos presenciado el suceso teníamos las emociones a flor de piel, cualquier cosa en este momento nos haría estallar.

Kagome: ¡Si no le hubiera disparado ahora nos estaríamos enfrentando al ave más poderosa que nunca haya existido por los poderes de la Perla! —se veía realmente afectada por sus palabras— no había otra manera —dejó ir casi en un susurro.

El mitad bestia se quedó callado ante tal afirmación, la chica tenía razón. El momento era tenso y frío, la piel la tenía de gallina.

Kaede: no es momento de buscar culpables. Esto traerá horribles consecuencias a este mundo, debemos unir fuerzas para enfrentar esto juntos.

La anciana habló con sabiduría, detrás de sus palabras se encontraba una gran verdad, en estos momentos difíciles era cuando debíamos estar más cercanos que nunca. No se lograría mucho si cada va uno por su cuenta, lo importante era volver a juntar la esfera de los cuatro espíritus antes que causara más desgracias.

Inuyasha: —arrogante— yo trabajo solo.

Dicho esto, salió corriendo en dirección al bosque. Que terco era. Debe ser increíblemente difícil convencerlo de alguna otra idea que no sea la suya.

Kagome: déjenme ir a hablar con él.

Lo siguió por el mismo sendero. Esperemos que la azabache pueda convencerlo de unir fuerzas, su caminar era firme y decidido, ninguna otra persona estaba dispuesta a enfrentarse al peliplata de esa manera, ni siquiera yo.

Kaede: —tomó una larga bocanada de aire— vamos a mi casa, Hakuryu, ellos tardarán un buen rato, preparemos la cena.

Obedecí a la anciana sin realizar ningún sonido, la seguí a paso lento, perdido en mis pensamientos, la idea de ellos solos en el bosque me incomodaba, aun no tenía muy claro cuáles eran mis sentimientos en aquel momento. Imaginarlos me hacía sentir cosas extrañas en mi interior, sensaciones de desagrado invadían mi estómago. No me gustaba lo que estaba experimentando.

Kaede: —entrando a su casa— ¿No estarás celoso verdad?

Agregó como si pudiese oír mis reflexiones más internas, su pregunta recorrió mi espalda en forma de escalofrió. Los nervios no tardaron en llegar.

InuYasha A Través Del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora