Capítulo 24: Encuentro

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El ambiente era frío, estático, nada se movía a nuestro alrededor. Solo podía oír la respiración agitada del hanyu. En sus ojos el odio parecía ser algo palpable, ese ser que le había causado tanto daño estaba frente de él. Le haría pagar por lo que hizo.

Naraku: por fin nos conocemos, Inuyasha. Al parecer, Sesshomaru no fue capaz de matarte, pero sí de herirte —por fin habló el asesino de Kikyo.

Inuyasha: ¿Tú eres Naraku?

Tardó en contestar pero cuando lo hizo fue para confirmar su identidad de manera directa.

Naraku: veo que ya te hablaron de mí.

Inuyasha: —gruñendo— maldito.

Naraku: no tienes ni idea cuánto esperé este momento.

Su horrible risa macabra invadía la escena. Debajo de ese rostro de mono se encontraba la mente maestra causante de muchas desgracias.

Inuyasha: ¡Pues disfrútalo porque son tus últimos minutos con vida!

Se abalanza sobre él con su gran espada, este salta hacia atrás esquivando sus ataques. Muchos yukais salieron de la nada para cubrirlo del portador de Colmillo de Acero.

Veía como el vestido de rojo perdía las fuerzas a medida que luchaba, el vigor e ímpetu que lo caracterizaban se estaban apagando con rapidez, ya se gastaron en la batalla anterior. Eran demasiados para él.

Le ayudo como puedo con mis flechas y arco purificando a los horribles monstruos que venían a atacarnos.

En un descuido por parte de ambos un demonio jabalí logró ponerse detrás suyo y lo embistió por la espalda clavándole uno de sus colmillos donde mismo tenía la herida ocasionada por su hermano mayor hace un rato atrás. El de cabello gris cae al piso inconsciente. Un charco rojo salido de él lo rodea y ensucia la tierra.

Hakuryu: ¡Inuyasha!

Purifico al cerdo con toda la rabia del mundo, me coloco entre él y los yukais tratando de protegerlo. Esto debe terminar de una buena vez.

No me vas a distraer con esto, Naraku.

Apunto y le disparo directamente al semi-demonio mas este logra darse una vuelta hacia un lado escapando de mi ataque. La flecha sagrada solo alcanza a cortar el pelaje de mandril por la parte de atrás dejando su piel al descubierto, es ahí cuando distingo una vistosa cicatriz en forma de araña a lo largo de su espalda. Esa era su tarjeta de presentación. Él me mira rechinando los dientes, se eleva en el aire siendo envuelto en una nube de veneno y sus horribles insectos.

Naraku: si sobrevives, nos volveremos a encontrar, sacerdote.

Deja a un montón de yukais para impedir que lo siga. Rayos. El hanyu seguía en el suelo, ahora me tocaba a mí pelear por nuestras vidas. Fue así que comencé a hacer todo lo que podía para evitar que se acercaran a nosotros, deseaba poder realizar campos de energía como Kagome y Miroku pero mi poco conocimiento en los poderes espirituales me limitaba a solo pelear con mi arco.

Luego de pocos minutos sucedió lo inevitable, me había quedado sin flechas. No podía separarme del de ojos dorados para buscar las que estaban tiradas por ahí o se lo comerían, estaba atascado en medio de la incertidumbre.

¿Será este mi final? Pensé.

Cuando ya no había esperanza varias flechas sagradas con gran brillo lila acabaron con todos los yukais de un momento a otro. Miro a la persona que nos había salvado, grande fue mi sorpresa al identificar a la autora de esos ataques.

Hakuryu: Kikyo.

Ella observa la horrible condición en la que se encuentra el de cabello gris tirado en el piso, a pesar de ello su expresión seria no cambia en absoluto.

InuYasha A Través Del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora