Capítulo 66: Tentación

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~Inuyasha

Luego de buscarla por todas partes siento su olor junto al pozo, corro hacia él y no estaba allí.

Estaba del otro lado.

De un salto estoy 500 años en el futuro, me oculto en la oscuridad de la habitación de madera y la observo entrar a la casa de Haku con la mamá y hermano de él tirando de sus brazos. No me atreví a ir en su encuentro, va a pasar un buen rato con la familia del futuro.

Volví al pasado, llegué a la choza de la anciana Kaede y conté lo ocurrido: “Kagome fue al futuro porque le gustó mucho la comida” no podía decirle la verdad o esa señora era capaz de colocarme otro collar maldito como el que traigo puesto. La exterminadora me miró sospechando de mí junto al niñato. Me senté a comer la cena en silencio. Esas caras de odio son irritantes.

Sango: ¿Qué le hiciste? —interroga.

Inuyasha: ¡Nada! ¡No hice nada!

Ella misma se quiso ir por lo que me dijo.

Su dulce voz resuena en mi cabeza, tan cerca, con su suave mejilla en mi mano. No puedo sacarme de la cabeza esa imagen.

Kagome: odio..odio estar lejos de ti, lo único que quiero es permanecer a tu lado. No me importa lo peligroso que sea yo... —una desagradable voz me trae de vuelta a la realidad.

Miroku: ¿Por qué estás rojo?

Inuyasha: ¡Me..me..mentira! —me cubro con la manga de mi ropa.

Siento la mirada asesina de todas las mujeres de la casa incluyendo a la gata.

Shippo: ¿Intentaste besarla otra vez?

Inuyasha: ¡Claro que no! ¡Engendro del demonio! —lo tiro al otro lado de la casa con una patada.

Shippo: ¡Oye!

Sango: entonces ¿Qué ocurrió?

Inuyasha: ¡Na..nada!

Kaede: lo más seguro es que la hiciste sentir tan avergonzada que huyó con tal de no verte.

¡¿Por qué tiene que ser tan buena adivinando?! ¡¿Acaso es bruja?!

Inuyasha: ¡Déjenme en paz! —me como la comida lo más rápido que puedo.

Salgo corriendo al árbol donde paso la mayor parte de mi tiempo, me siento en la rama de siempre solo con mis pensamientos ¡Yo no hice nada! ¡Ella se echó a correr antes que pudiera siquiera contestarle algo!

Tonta Kagome.

Sin más que hacer, veo el cielo estrellado de aquella noche meditando en la mujer que escapó de mí. En su voz, su risa, sus labios.

¡Demonios, Inuyasha! ¡¿No puedes estar ni 5 minutos sin pensar en ella?!

Así pasan las horas, enojado conmigo mismo por la imborrable sonrisa de la miko. A lo lejos, la choza de la anciana se queda en oscuridad y silencio.

El grupo con el que viajaba estaba allá adentro —a excepción de Kagome y Hakuryu— aunque eran desagradables casi todo el tiempo, ya me había acostumbrado a ellos. A la asesina mirada de Sango, las mañas de Miroku, las molestias de Shippo y a Kirara, quien era la mejor. No quiero aceptarlo, pero alejarme va a ser muy difícil y me afectará más de lo que quisiera admitir.

InuYasha A Través Del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora