Capítulo 13: Orgullo

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Al otro día regresé a mi casa solo para buscar mi bicicleta, nos esperaba un largo viaje por la toda la región y pensé que sería un buen medio de transporte, mamá me dio algunos dulces para mis compañeros, sobre todo para Shippo. Aproveché de quitarme la venda del brazo, ya estaba curado. Me despedí de ella y le expliqué que no regresaría en un buen tiempo, con un beso en la frente me deseó suerte.

Volví al otro mundo con mi artefacto de dos ruedas. Parado en el fondo de tierra del pozo me debatía cómo subir con el objeto tan grande de metal y pastelillos en la otra mano, alcé la vista encontrando al mitad bestia observándome desde arriba, era justo lo que necesitaba. Nunca he estado tan feliz de verlo.

Hakuryu: Inuyasha, ayúdame a subir esto.

Luego de un rato de tirones, gritos y empujones finalmente estoy afuera con los dulces a salvo y mi bici en el césped. Su colaboración fue dura pero sirvió para subir el gran objeto.

Inuyasha: ¿Qué rayos es esta cosa?

La estudiaba mirándola por todos lados.

Hakuryu: se llama bicicleta y sirve para transportarse.

Me subo en ella y pedaleo para mostrarle, con solo ver su cara sabía que estaba muy sorprendido, en una época donde solo de transportan por caballo o caminando esto es inaudito.

Inuyasha: ¿Son como las carrozas de acero que nos contaste?

Recordó esa conversación antes de que volviera por primera vez a mi casa.

Hakuryu: sí, algo así, pero los autos son mucho más grandes.

Avanzamos hasta la cabaña donde las sacerdotisas y el niño nos esperaban.

Shippo: ¡¿Qué es eso?!

Luego de tratar de explicar lo que es una bici finalmente entendieron, le di los pastelillos hechos por mamá a cada uno, a todos le gustó menos al perro.

Inuyasha: que mal sabor.

Hakuryu: tal vez no te gusta lo dulce.

Como a mi hermano Rukawa.

Kagome: dáselo a Shippo.

Se lo da de mala gana y el kitsune ríe feliz.

Luego de preparar mi mochila y los últimos detalles estamos listos para partir.

Nos despedimos de la anciana Kaede a las fueras de la aldea.

Kaede: cuídate mucho, hermana.

Kagome: lo haré.

Se dan un último abrazo y partimos a lo desconocido. Coloqué al niño en la canasta de la bici, tenía el tamaño perfecto para sentarse ahí. El recorrido era de todo menos pacifico, reía a carcajadas por las constantes peleas entre mis tres acompañantes, contrario a eso, cada vez se llevaban mejor. El sendero era largo hasta la próxima aldea. Pasaron muchas horas y ya me había dado hambre, mi estómago gruñía pidiendo alimento.

Hakuryu: paremos un rato a almorzar —mis piernas ya dolían de tanto pedalear.

Inuyasha: no hay tiempo para eso.

Y nadie lo tomó en cuenta.

Kagome: sí, yo también tengo hambre.

Shippo: vamos a buscar comida.

Se baja de la canasta y se pone en el hombro de la mujer.

Hakuryu: tranquilos que yo tengo.

Inuyasha: ¡¿No me escucharon?! —molesto.

InuYasha A Través Del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora