Capítulo 56: Colmillo

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~Narrador

Sentado en una roca el gran Lord del Oeste escuchaba la lección de su protegida a pocos metros de él. Con las letras ya aprendidas, Rin estaba comenzando a leer. La niña desbordaba felicidad, por fin esos símbolos en el papel significaban algo, podía entenderlos. Su profesor también estaba emocionado, había comprobado que la docencia no solo era algo que le apasionaba, sino que tenía vocación para ello, sus clases eran claras y divertidas, demostrándole que tenía el talento necesario para poder desempeñarse como maestro. Por su parte el enano verde muy en su interior agradecía la presencia del universitario, tenía ratos enteros para descansar de la niña y eso no tenía precio para él, en ese momento estaba en el suelo debajo de la piedra donde estaba su amo tomando una siesta.

Rukawa: ¿Puedes leer lo que dice ahí? —le apunta a una parte en la hoja.

Los cuadernos, libros y útiles escolares del futuro que tenían maravillada a su alumna.

Rin: —se concentra— Ru..Ruka..wa ¡Rukawa! ¡Dice tu nombre!

Rukawa: ¡Así es! Buen trabajo —le revuelve el cabello.

Rin: ¡Qué bien! —se ríe— ¡Mire! ¡Señor Sesshomaru, ya sé leer!

El yukai voltea a verla y luego vuelve a sus pensamientos, la niña baja la mirada un poco desanimada, estaba esperando una reacción más entusiasta de su parte. Era la única capaz de imaginar al hijo primogénito del gran general perro con una reacción efusiva. El de corto cabello la observa y sonríe con ternura dispuesto a hacerla sentir mejor.

Rukawa: créeme, está orgulloso de ti. Los elogios no son lo suyo. Que te voltee a mirar es suficiente para él en su lenguaje de demonio.

Rin: ¿Tú crees?

Rukawa: por supuesto, puedo escuchar sus pensamientos —sonríe— “bien hecho, Rin” está diciendo.

Ella celebra feliz. El daiyukai blanco frunce el ceño por aquella declaración, lo había vuelto a hacer «humano, imbécil». No existía día en el que no adivinara sus más internas reflexiones y eso lo tenía harto.

Rukawa: ¡No me ofendas! Esa cara de odio es la que pones cuando me insultas.

«¿Y cómo sabe eso? ¿De dónde salió este tipo?» se preguntaba indignado.

En ese momento un extraño olor llegó a las narices del peliplata interrumpiendo el momento, no muy lejos de allí había ocurrido algo importante.

«¿Se ha roto Colmillo de Acero?» cuestionó extrañado «eso no es todo, este olor...»

Rukawa: Naraku —respondió el joven sentándose a su lado.

Estaba ahí porque le dio un recreo a la niña para que se relajara un rato. La chiquilla corría feliz por el campo ajena a la conversación de los adultos, mejor dicho, del monólogo de Rukawa.

El yukai voltea hacia él en busca de explicaciones, no tenía ni que preguntar.

Rukawa: sentí su presencia hace un rato —explicó el joven al encontrarse con esos dorados ojos— lo conocí con el grupo de Inuyasha. Obligó a un niño a matarme, pero no funcionó. Como la mayoría de cosas que hace.

Sonaba como algo que el semi-yukai haría así que Sesshomaru le creyó.

Rukawa: es una larga historia —sonríe un poco melancólico al recordar a sus amigos— tiene una peculiar obsesión por tu hermano.

Sesshomaru: no me interesa lo que tenga con el bastardo de Inuyasha —declaró sin dudar.

Rukawa: lo sé, a ti solo te importa tu fuerza... —se levanta de la roca— ...y Rin.

InuYasha A Través Del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora