Capítulo 46: Pesadilla

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~Inuyasha

Caminaba lento porque si dejo atrás al inepto de Hakuryu se perderá. No puedo creer que mi reencarnación sea tan inútil. Desearía haber venido con Kagome pero ella parecía enojada conmigo. De verdad detesto cuando se va con él, sobre todo la actitud que tuvo hace un rato, me ignoró completamente mientras que a ese tonto corrió a abrazarlo y preguntar si estaba bien.

Estúpida reencarnación.

No era el momento para pensar en ella y ahí estaba, con la imagen de su sonrisa opacando la realidad. La mujer que volvió de entre los muertos corría peligro y yo me dedicaba a estar enfadado por la falta de atención de su gemela. No me reconozco.

Por más que lo intentaba, no encontraba ningún rastro de Kikyo o de Naraku. Mi olfato no podía descifrar de dónde provenía ese peculiar olor, En todas las raíces el aroma de ambos se mezclaba causándome furia y angustia.

¿Dónde estás, Kikyo?

En ese momento el del futuro desaparece, lo busco pero no lo encuentro. Mientras estoy en eso comienza a incendiarse el suelo a mi alrededor. De a poco se forman las casas de la villa de la anciana Kaede, me doy cuenta que estoy parado frente a la entrada del templo.

¿Cómo llegué aquí?

Observo mi mano y noto que tenía la Perla de Shikon completa en mi poder. Los aldeanos gritan desesperados corriendo hacia cualquier lado asustados de mí, al parecer yo fui el causante de todo ese desastre.

Kikyo: ¡Inuyasha!

Volteo para encontrarla apuntándome con su arco, suelta la flecha y esta me llega justo en el pecho haciendo que ya no pueda moverme. Me había sellado otra vez. Ella se acerca con lentitud, a mi nariz llega el fuerte olor metálico de su sangre. Su blanca ropa se teñía de rojo, la contemplaba horrorizado.

Kikyo: —las lágrimas caían por sus mejillas— ¿Por qué me hiciste esto? Si solo querías a la Perla ¿Por qué me engañaste? ¿Por qué jugaste conmigo? Me mentiste, dijiste que me amabas y no era cierto.

Inuyasha: eso no es verdad, te amaba, realmente lo hacía. Estaba dispuesto a todo para quedarme a tu lado, incluso convertirme en un humano por completo.

Kikyo: entonces ¿Por qué me mataste? Tú me hiciste esto —apuntando a su hombro.

Inuyasha: fue Naraku vestido de mí. Yo no sería capaz.

Ella se acerca, alza la mano, toma la flecha y esta desaparece liberándome de su sello como alguna vez el del futuro lo hizo.

Kikyo: él no se detendrá hasta verme muerta.

Inuyasha: yo te protegeré, no voy a dejarte sola.

Tiro lejos la Perla, la abrazo y vuelvo a sentir la calidez de su cuerpo de hace 50 años. Sus brazos me rodean y permanecemos así algunos segundos. Solos en la oscuridad sintiendo ese amor que ni la muerte pudo matar.

Pero algo no está bien.

¿Por qué hay otra luz atrás de Kikyo? ¿Acaso tengo a alguien más que proteger? ¿Quién es esa otra persona que parece ocupar ese lugar donde antes estaba la guardiana de Shikon?

Una silueta se forma en la luz, de a poco la imagen se vuelve clara dejándome ver a una mujer con un largo cabello azabache, esta se da vuelta para dejar al descubierto su identidad.

No podía tratarse de nadie más.

Kagome: —sonriendo— Inuyasha.

Abro los ojos y me doy cuenta que estoy rodeado de raíces en el suelo ¿En qué momento perdí el conocimiento? Alzo la vista para encontrar al que se parecía a mí acostado al lado mío. Parecía estar teniendo una pesadilla. Me arrastro en su dirección.

InuYasha A Través Del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora