Capítulo 89: Entrenamiento

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Al pasar el rato todos terminamos saliendo del jacuzzi por el calor, regresamos al vestidor para secarnos y colocarnos la ropa otra vez.

Papá nos invita a volver afuera una vez que estamos listos. Nos sentamos alrededor de la fogata, Toka llega con un paquete de marshmallows y palitos para asarlos, Sota celebra feliz mientras Inuyasha y Kagome observan la rara comida confundidos. Les damos los que ya están listos para que los prueben.

Inuyasha: —comiendo— esto no sabe bien —dice con cara de asco.

Kagome: qué rico —sonríe— a mí me gustó mucho.

Toka: toma, hijo —le pasa un paquete con carne en pequeños trozos— esto si te va a gustar.

Inuyasha: gr..gracias.

Un delicioso olor a carne invade el lugar apenas la pone sobre el fuego, estoy seguro de que observé a mi gemelo babeando por algunos instantes. Cuando lo comió le encantó. Hablamos un buen rato mientras terminamos los marshmallows hasta que Sota bosteza y se rasca los ojos, observo la pantalla de mi teléfono luego de sacarlo de mi bolsillo, la hora indicaba casi las 11 de la noche.

Hakuryu: ya es tarde, papá, mañana hay escuela.

Toka: tienes razón —a los demás— vamos a mi carro, niños, los llevaré al templo.

Sota: quería quedarme a dormir —reclama.

Toka: mañana hay clases, tienes que ir para ver a Hitomi y no puedo ir a dejarte a la escuela, tengo una reunión a esa hora.

Sota: está bien —acepta de mala gana.

Toka: el viernes te iré a buscar para que pasemos el fin de semana juntos ¿Te parece?

Sota: ¡Sí! —le abraza la pierna.

A pesar de los incontables defectos que caracterizaban al mujeriego el amor que tenía por sus hijos los opacaba. Era una persona que con una sola mirada llenaba el alma de alegría, a pesar de sus errores daba lo mejor de él para nosotros.

Era un buen padre.

Bajamos por el elevador y salimos del departamento donde el carro nos esperaba afuera, nos subimos yo adelante y los demás atrás. Con un poco de recorrido Sota se quedó dormido sobre el brazo de Inuyasha abrazándolo como un peluche, que tierno.

Llegamos al templo, papá se estaciona junto a las escaleras que dan hacia mi hogar. El perro toma a mi hermano en brazos y nosotros lo seguimos. El dueño de la empresa baja la ventana del carro para despedirse y la miko se asoma a verle.

Kagome: gracias por traernos, Toka y por la maravillosa velada en su casa.

Toka: es un gusto, linda —se pone serio— ahora no me mires así que las menores están prohibidas para mí y me estás tentando.

Hakuryu: papá —le regaño.

Toka: era una broma —se ríe— nos vemos, niños, avísenme la próxima vez que vengan de visita.

Hakuryu: está bien, lo haré.

Inuyasha: nos vemos —se despide.

Toka: nos vemos, hijo —le sonríe— tengan cuidado, no los quiero ver más lastimados.

Sin más que decir parte y el lujoso carro desaparece por la calle.

Era inevitable permanecer a salvo y sin lesiones, vivíamos en constante peligro por la misión que emprendimos y él no lo sabía.

Subimos las escaleras que dan a casa, mamá nos abre la puerta y recibe a su hijo menor en sus brazos para acostarlo en su cama.

Inuyasha: ahora nos vamos al pasado.

InuYasha A Través Del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora