1

4K 200 11
                                    

Jimin.

Camino a la estación de autobuses por mi cuenta. Siempre hay un revuelo sobre mis papeles cuando me voy. Durante todo el verano, ni siquiera tenemos permiso de ir a Tescos sin una chaperona y sin preguntarle antes a la Reina. Luego, en el otoño, simplemente firmo mi salida del hogar para niños y me voy.

—Él va a una escuela especial —explica una de las señoras de la oficina a la otra cuando me voy; ambas están sentadas sobre cajas de plexiglás.

Deslizo mis papeles de regreso a ellas a través de una ranura en la pared

—Es una escuela para delincuentes  —susurra.

La otra mujer ni siquiera levantó la vista. Cada Septiembre se repite la misma rutina, a pesar de que nunca regreso a la misma institución dos veces. El Mago me había ido a recoger para llevarme a la escuela la primera vez, cuando yo tenía once. Pero el año siguiente, me dijo que podía llegar a Watford por mi cuenta.

«Has matado a un dragón, Jimin. Seguramente podrás con un largo camino y un par de autobuses».

Yo no había tenido la intención de matar al dragón. No me habría hecho daño, o al menos eso creo. Todavía sueño con ese momento a veces, con la forma en que el fuego lo consumió desde adentro hacia afuera, como un  cigarrillo devorando un pedazo de papel con su quemadura. Llego a la estación de autobuses y espero a mi primer autobus mientras como una barra de Aero Mint. Tengo que tomar otro autobus después de eso, y luego un tren.

Una vez ya dentro del tren, trato de dormir con mi bolsa en mi regazo y los pies apoyados en el asiento frente a mí... pero un hombre un par de filas atrás no deja de mirarme. Puedo sentir sus ojos arrastrándose por mi cuello.

Podría tratarse de un pervertido. O un policía. O podría tratarse de un cazador de osamentas que conoce el precio de  mi cabeza...

(«Es cazador de recompensas» le dije a Jin la primera vez que luchamos contra uno.

«No, osamentas», respondió el. «Porque eso es  lo que guardan de ti si te agarran».)

Me cambio de vagón y no me molesto en intentar dormirme de nuevo. Entre  más cerca estoy de Watford, más inquieto me siento. Todos los años, pienso en saltar del tren y hacerme llegar a la escuela con un hechizo, incluso si hacerlo me mandaría a un estado de coma.

Podría lanzar un Date Prisa en el tren, pero ese es un hechizo incierto en el mejor de los casos, y mis primeros hechizos del año escolar siempre resultan especialmente peligrosos. Se  supone que debo practicar durante el verano, sólo pequeños pero predecibles hechizos cuando nadie está viendo. Como encender las luces. O cambiar manzanas  por naranjas.

—Sube la cremallera de tus pantalones y ata tus cordones con hechizos  —sugirió la señorita Cheon —Ese tipo de cosas.

—Sólo uso botones  —le dije, para después  ponerme colorado cuando  bajó su mirada a mis jeans.

—Entonces usa tu magia para hacer las tareas del  hogar —dijo ella— Lava la vajilla, pule la plata.

No me molesté  en decirle a la señorita  Cheon que cada verano mis comidas son servidas en platos desechables y que las como con cubiertos de plástico (tenedores y cucharas, nunca cuchillos). Además, no me molesté en practicar mi magia este verano. Es aburrido. Y no tiene sentido. Y no es como si ayudara. La práctica no me hace un  mejor mago; solo me hace explotar. Nadie sabe por qué mi magia es como es. Por qué explota como una bomba en vez de fluir a través de mí como un maldito arroyo o  como sea que funcione con el  resto del mundo.

—No lo sé —había dicho Jin cuando le  pregunté cómo se sentía la magia para el—. Supongo que se siente como un pozo dentro de mi.

»Tan profundo que no puedo ver o siquiera imaginarme el fondo. Pero en vez de subir la magia con una cubeta, pienso en el subiendo por su cuenta para mí. Y luego está ahí, cuanta magia necesite, mientras permanezca concentrado.

Jin siempre permanecía concentrado. Además, era poderoso. Taehyung no lo  es. No como Jin, de todos modos. Y a Taehyung no le gusta hablar de su magia. Pero una vez, en Navidad, mantuve despierto a Taehyung hasta que el se sintiera tan cansado y estúpido para decirme que para él la magia se sentía como flexionar un  músculo, manteniéndolo de esa forma.

—Como un croisé devant, ¿sabes?  —dijo el. Negué  con la cabeza. El estaba  tirado sobre una alfombra de piel de  lobo al frente de la chimenea, toda acurrucado como un tigresito bonito.

»Es ballet— dijo — Es como si tuviera que  mantenerme en una misma posición por todo el tiempo que  pueda.

Jungkook me dijo que para él, es como encender un cerillo. O tirar de un gatillo. Él no había querido decirme eso. Fue cuando estuvimos luchando contra una quimera en el bosque durante nuestro quinto año. Nos tenía acorralados, y Jungkook no era lo  bastante poderoso para luchar contra una quimera por sí solo.

(El Mago no es lo  bastante poderoso para luchar contra una químera por sí solo).

—¡Hazlo, Park! —Me gritó Jungkook —Hazlo, Ataca al maldito, Ahora.

—No puedo —intenté decirle — No funciona así.

—Claro que sí, demonios.

—No puedo simplemente encenderlo —le dije.

—Intentalo.

—No puedo, maldita sea.

Yo blandía mi espada en el aire, ya era muy bueno con la espada a los quince años, pero mis habilidades con ésta importaron muy poco porque la quimera no era corpórea. Vaya suerte  la mía, tan pronto empecé a llevar una espada conmigo, todos mis enemigos resultaron ser niebla y telaraña.

—Cierra tus ojos y enciende el cerillo  —me dijo Jungkook.

Ambos estábamos intentado escondernos detrás de una roca, Jungkook estaba lanzando hechizos uno  tras otro; estaba prácticamente cantando.

—¿Qué?

—Eso es  lo que  mi madre solía decir  —dijo él— Enciende un cerillo dentro de tu corazón, y luego aviva el fuego.

Todo es fuego con Jungkook. No puedo creer que aún no me haya incinerado, o  quemado en la hoguera. Le gustaba  amenazarme con un funeral de vikingo, cuando éramos del tercer año.

—¿Sabes qué es eso, Park? Una pira funeraria, ardiendo a la deriva en el mar, Podríamos hacer la tuya en Blackpool, así todos tus pobretones amigos Normales podrían asistir.

—Vete a la mierda —le diría, y trataría  de ignorarlo. Ni siquiera he tenido amigos Normales, pobretones o de otra manera.

Todos en el mundo Normal huyen de mí si pueden. Jin dice que pueden sentir mi poder y que, instintivamente, huyen, Como los perros que no pueden hacer contacto visual con sus amos. No es que esté diciendo que soy el amo de nadie, no es eso a lo que me refiero. De todos modos, trabaja al revés con los magos. Ellos aman el olor de la magia, por eso  me esfuerzo mucho para hacer que me odien.

A menos que se trate de Jungkook, porque él es inmune. Tal vez ha desarrollado tolerancia hacia mi magia, Después de todo, hemos sido compañeros de dormitorio durante los últimos siete años. Esa noche  en la que estábamos luchando con la quimera, Jungkook continuó gritándome hasta que mi magia se disparó. Ambos despertamos horas más tarde en un agujero ennegrecido. La barrera en la que nos habíamos estado ocultando, era polvo. Y la quimera, era vapor. O quizás sólo se había ido.

Jungkook estaba segurísimo de que había quemado sus cejas, pero para mí, él lucía bien... sin un cabello fuera de su lugar, típico.







 sin un cabello fuera de su lugar, típico

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝐾𝑒𝑒𝑝 𝐺𝑜𝑖𝑛𝑔 (𝑲𝒐𝒐𝒌𝒎𝒊𝒏)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora