Jimin.
Era casi Halloween antes de que yo finalmente hablara con el Mago. Él mismo me llama. Un petirrojo vuela hasta griego y deja caer una nota en mi escritorio. El Mago tiene a menudo un pájaro o dos aleteando a su alrededor. Petirrojos, en su mayoría. Y reyezuelos y gorriones (como Blancanieves).
Prefiere lanzar Un pajarito me dijo que usar su móvil. Cuando la clase ha terminado, me dirijo hacia una dependencia en el extremo más alejado de los terrenos, en contra de la pared exterior. Hay establos detrás de ahí que se han convertido en un garaje y cuarteles. Sus Hombres están afuera, Jin dice que le parece que los Hombres del Mago serían mejores si hubiera algunas mujeres entre ellos, y ellos están reunidos alrededor de un gran camión verde que nunca he visto antes, algo así como un camión militar con paredes de lona. Uno de ellos está sosteniendo una caja de metal. Están tomando turnos para recibir la caja y examinarla.
-Jimin -dice el Mago, saliendo del garaje. Pone su brazo alrededor de mi hombro y me lleva lejos de la camioneta -Aquí estás.
-Hubiera venido de inmediato, señor, pero estaba en clase. Y el Minotauro dijo que habría enviado un pájaro más grande si se tratara de una emergencia.
El Mago frunce el ceño.
-El hechizo no funciona con aves más grandes.
-Lo sé, señor. Lo siento. Él no quería escuchar.
-Bien -Él palmotea mi hombro -No era una emergencia. Solo quería verte. Para ver cómo estás. La Srta. Jung me dijo sobre el ataque, los bichos, dijo que era el Humdrum. Flibbertigibbets.
En la clase de Palabras Mágicas. Todo un enjambre de ellos. Yo nunca había visto un enjambre de flibbertigibbets antes. Los llamamos bichos porque son aproximadamente del tamaño de los abejorros, pero los flibbertigibbets son más como aves. Uno puede matar a un perro o a una cabra o a un grifo. Dos o tres pueden acabar con un mago.
Ellos penetran en los oídos y zumban tan fuerte, que no se puede pensar. En primer lugar pierdes tu mente y luego llegan a tu cerebro, y pierdes todo lo demás. Los Flibbertigibbets no atacan a las personas, por lo general no. Pero llegaron a través de la ventana de la clase la semana pasada y me rodearon como una nube naranja de diálogo. La peor parte fue la sequedad, soportando la sensación que siempre acompaña a los ataques del Humdrum. Todos los demás en la clase corrieron.
-Se sentía como el Humdrum, señor. Pero ¿por qué iba a enviar flibbertigibbets? Son a duras penas una amenaza.
-No para ti, sin duda. -El Mago se frota su mentón -Tal vez lo único que quiere es recordarnos que él está ahí fuera. ¿Con qué los golpeaste?
-Muerto en el aire.
-Bien hecho, Jimin.
-Yo... Creo que maté a algunas otras cosas, también. Chan encontró faisanes en el campo. Y Mark tenía un periquito...
El Mago mira al petirrojo revoloteando por encima de su hombro, luego aprieta mi brazo.
-Hiciste lo que tenías que hacer. Y nadie resultó herido. ¿Has visto a la enfermera?
-Estoy bien, señor -Doy un paso más cerca -Señor. Tenía la esperanza de que..., quiero decir... ¿Ha hecho algún progreso? ¿Con el Humdrum? Veo a los Hombres ir y venir. Pero yo no. Yo podría ayudar. Jin y yo. Podríamos ayudar.
Su mano se desliza de mi hombro, y él descansa sobre su cadera.
-No hay nada que reportar en ese aspecto. No hay avances, ni ataques. Sólo la ampliación constante de los agujeros. Casi desearía que el Humdrum mostrara su cara de nuevo -me estremezco ante el recuerdo de aquel rostro; el mago continúa-: para recordarle a estos tontos retrasados de lo que realmente estamos en contra.
Miro por encima del hombro a la camioneta. Los hombres han estado cargando cajas junto a nosotros durante todo el tiempo en el que hemos estado hablando.
-Señor, ¿le llegó mi mensaje?
Él entrecierra sus ojos.
-Sobre el muchacho Jeon desaparecido.
-Sobre mi compañero de cuarto. Él todavía no ha regresado.
El Mago se frota su mentón con el dorso de su guante de cuero.
-Tienes razón de estar preocupado, creo. Las Viejas Familias están cerrando filas, manteniendo a sus hijos en casa, atornillando sus puertas. Están preparándose para hacer un movimiento en contra de nosotros.
- ¿Sus hijos?
Empieza a recitar nombres, chicos que conozco, pero no bien. De sexto, séptimo, y octavo año.
-Pero, seguramente -digo -las Familias saben que el Humdrum acabara con nosotros si no nos mantenemos unidos. Él es más poderoso que nunca.
-Tal vez eso es parte de su plan -dice el Mago -He dejado de intentar de entender a esta gente. Ellos se preocupan más por su propia riqueza y poder que por nuestro mundo. A veces pienso que sacrificarían cualquier cosa con tal de verme caer...
-¿Cómo puedo ayudar, señor?
-Siendo cuidadoso, Jimin -Él pone su mano en mi brazo de nuevo y se vuelve hacia mí -Me voy de nuevo en un par de horas. Pero tenía la esperanza, a la luz de este nuevo ataque, de que podría convencerte de hacer caso a mis palabras.
»Vete de aquí, Jimin. Deja que te lleve al paraíso del que te hablé, lo más lejano que yo puedo llevarte del peligro.
Doy un paso atrás.
-Pero fueron solo flibbertigibbets, señor.
-Esta vez.
-No. Señor. Se lo dije... Estoy bien aquí. Estoy perfectamente seguro.
- ¡Nunca estás a salvo! -Dice, y lo dice con tanta fuerza, que casi parece una amenaza -La seguridad, la estabilidad, es una ilusión. Es un dios falso, Jimin. Se aferra a una balsa que se hunde en lugar de aprender a nadar.
-¡Entonces puedo también estar aquí! -digo. Demasiado alto. Uno de los hombres del Mago, Hyo, me mira. Mi voz cae -Si ningún lugar es seguro, puedo también quedarme aquí. Con mis amigos. O puedo también luchar, puedo ayudarlo.
Cerramos los ojos, y lo veo saciarse con decepción y pena.
-Sé que podrías, Jimin. Pero la situación es muy delicada en estos momentos...
Él no tiene que terminar. Sé lo que quiere decir. El Mago no necesita una bomba. No envías bombas en misiones de reconocimiento o las invitas a reuniones de estrategia. Tienes que esperar hasta que te has quedado sin opciones, entonces las dejas caer. Yo asiento con la cabeza. Luego me alejo de él, caminando de vuelta hacia el corazón de los terrenos. Puedo sentir a sus Hombres mirándome. Son sólo uno o dos años mayor que yo. No me gusta que ellos piensen que son aún más viejos, que se sientan tan importantes. Odio los pantalones de color verde oscuro que llevan, y las estrellas de oro en sus mangas.
-¡Jimin! -Grita el Mago.
Yo aplano mi expresión, y luego vuelvo. Él está levantando una mano para protegerse sus ojos del sol. Me regala una rara sonrisa. Una pequeña.
-El Humdrum puede ser más poderoso que nunca, pero tú eres más poderoso que nunca, también. Recuerda eso.
Asiento con la cabeza y lo veo caminar de vuelta al garaje. Voy tarde para reunirme con Jin.
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𝐾𝑒𝑒𝑝 𝐺𝑜𝑖𝑛𝑔 (𝑲𝒐𝒐𝒌𝒎𝒊𝒏)
FanfictionCuando eres el mago más poderoso que el mundo a conocido, es difícil relajarse y disfrutar