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Jungkook.

Me gusta practicar el violín en la biblioteca. Mis hermanos y hermanas no están admitidos aquí todavía, y hay una pared de ventanas de plomo insonorizado que da a los jardines. Me gusta practicar el violín, y punto. Soy bueno en eso. Y distrae todas las partes de mi cerebro que apenas se interponen en mi camino. No puedo pensar de forma más clara que cuando estoy tocando. Mi abuelo también tocaba. Él podía lanzar hechizos con su arco. Olvidé mi violín aquí cuando me fui a  la escuela, tenía mi cabeza en las nubes y estoy un poco rígido ahora por la falta de práctica. Estoy trabajando en una canción de Kishi Bashi4  que mi madrastra, Dahyun, llama "innecesariamente taciturna".

-Jungkook... Sr. Pitch.

Dejo que el instrumento se caiga de mi barbilla y me giro. Vera está de pie en la  puerta.

−Lamento interrumpir. Pero su amigo está aquí para verle.

−No espero a nadie.

−Es un amigo de la escuela −dice ella− Está usando su uniforme.

Pongo el violín abajo y enderezo mi camisa. Supongo que puede ser Jackson. Él viene a veces. Aunque por lo general, envía un texto primero... No es por lo general, siempre. Y no estaría en uniforme. Nadie lo estaría;  estamos en vacaciones.

Cojo el ritmo, casi trotando a través de la sala y el comedor, con la varita en mano. Dahyun está en la mesa con su ordenador portátil. Ella mira con curiosidad. Detengo el paso. Cuando  llego al vestíbulo, Park Jimin está de pie allí como un perro perdido. O una víctima de amnesia. Lleva su chaqueta Watford y pesadas botas de cuero, y está cubierto de nieve y barro.

Vera le debió haber dicho que se quedara en la alfombra, porque  él está de pie justo en todo el medio de ella. Su cabello es un desastre, su rostro está enrojecido, y él luce como si fuera a estallar allí mismo, sin ninguna provocación. Me detengo en el arco de entrada al vestíbulo, guardo mi varita en mi manga, y deslizo mis manos en mis bolsillos.

−Park.

Él sacude su cabeza hacia arriba.

−Jungkook.

−Estoy tratando de imaginar lo que estás haciendo en mi puerta... ¿Acaso rodaste por una colina muy empinada y aterrizaste aquí?

−Jungkook... −dice de nuevo. Y espero por él para sacarlo −Estás…, estás usando jeans.

Inclino mi cabeza.

−Lo estoy. Y tú estás usando la mitad de la campiña.

−Tuve que caminar desde la carretera.

−¿Lo hiciste?

−El taxista tenía miedo de bajar su carro. Él piensa que tu casa está embrujada.

−Lo está.

Él pasa saliva. Park tiene el cuello más largo y la deglución más llamativa que he visto nunca. Su barbilla sobresale y la aprensión de su manzana de Adán es toda una escena.

−Bueno −le digo, deliberadamente levantando las cejas −Ha sido muy amable de tu parte pasar por aquí.

Park deja escapar un gruñido frustrado y da un paso hacia adelante, fuera de la alfombra, y luego da un paso atrás.

−Vine a hablar contigo.

Asiento con la cabeza.

−Correcto.

−Es que…

−Muy bien −le digo de  nuevo, esta vez cortándolo con cierta holgura.

En realidad no quiero que él se frustre como para que se vaya. (Yo nunca  quiero que Park se vaya)

–Pero no puedes entrar en la casa de esa manera. ¿Cómo incluso conseguiste llegar acá?

−Te lo dije. Caminé desde la carretera principal.

−Podrías haber lanzado un hechizo para mantenerte limpio.

Me frunce el ceño. Park nunca lanza conjuros en sí mismo, o en ninguna otra  persona, si puede evitarlo. Deslizo mi varita desde el puño de mi camisa y apunto hacia él.  Él se estremece, pero no me dice que me detenga. Yo  "¡Limpio  como un silbido!" sus botas. El barro se arremolina en el aire, y abro la puerta de entrada, barriendo la suciedad hacia afuera con mi varita. Cuando cierro la puerta, Park está quitándose el abrigo empapado. Él lleva los pantalones escolares y el jersey rojo, y sus piernas y cabello todavía mojados. Levanto mi varita de nuevo.

−Estoy bien  −dice, deteniéndome.

−Vas a tener que quitarte las botas −le digo –Todavía están goteando.

Él se agacha para desabrochárselas, provocando que parte de sus pantalones de lana mojados queden ridículamente tensos sobre sus muslos... Y entonces Park Jimin está de pie en mi hall de entrada con calcetines color rojo. Toda la sangre que tengo en mí se eleva a mis oídos y mejillas.

−Vamos, Park. Vámonos a… hablar.






 Vámonos a… hablar

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𝐾𝑒𝑒𝑝 𝐺𝑜𝑖𝑛𝑔 (𝑲𝒐𝒐𝒌𝒎𝒊𝒏)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora