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Cheon Nicodemus.


Él no hablará conmigo. No desde aquel entonces. Porque es contra las reglas. A él no le preocupaban tanto las reglas cuando éramos jóvenes. Hacíamos nuestras propias reglas, de verdad. Éramos tan crudos, ¿quién nos iba a detener? Nunca olvidaré la vez que Chanyeol usó su magia bajo el puente levadizo para que nosotros tres pudiéramos ir a la ciudad y emborracharnos. La mirada en el rostro de la directora cuando atrapó a su propia hermana entrando a hurtadillas y sin pantalones (Tyzu nunca pudo mantener su vaso de sidra lleno). La señorita Pitch estaba muy enojada, parada en el césped con su bata de dormir, y regordeta por sus nueve meses de embarazo.

Chan perdió su varita, su dotación, durante una semana, al haber sido él quien nos hizo escapar. Después, en la noche siguiente, Chan usó su magia bajo el puente con mi varita. (Nosotros siempre nos prestábamos nuestras piezas). Una jodida Gutty, así era ella. Claro que nos atraparon de nuevo.   Haberse salido con la suya no era el punto. El punto era que éramos jóvenes y libres y llenos de magia. ¿Qué iba a hacer la señorita Pitch? ¿Expulsar a su propia hermana y a los dos magos más fuertes de Watford? Ellos no iban a expulsar a Chanyeol; estaban demasiado preocupados de que él se pusiera violento con ellos. Con toda esa preocupación, él se daría cuenta de que  podía hacer más con toda esa magia que lo que haría adhiriéndole las marquesinas a los escritorios, o  llamando a cada perro lanudo en el condado de Watford, como si fuera el flautista de Hamelín. Me di cuenta. De lo que Chan era capaz de hacer. De lo que yo era capaz de hacer.


* * *

Yo llego a nuestra calle y corto por el callejón, luego me voy al jardín trasero. La compuerta cruje. Llegué temprano por unos pocos minutos, Chan todavía estará adentro. Hago mi camino hacia el árbol de sauce y me siento en el banco de mamá. Ojalá pudiera tener un cigarrillo.

Lo dejé cuando crucé, hace casi veinte años. Pero ese mocoso de Pitch sopló humo en mi cara y ahora tengo gusto por el cigarrillo de nuevo. Tyzy y yo  solíamos enrollar los nuestros, con  papeles de mentol. Chanyeol no hacía nada de eso. Decía que el tabaco ensuciaba su magia.

–Tu hermano está tratando de permanecer puro –se burlaba Tyzu –Como un atleta. Como la princesa Di.

Solíamos burlarnos de Chan por ser virgen. Diablos, es probable que todavía sea virgen. (¿No tienes la sensación de que incluso otras chicas tienen que  enumerar cuantas veces lo han hecho?).

Se abre la puerta de atrás y miro hacia allá. Pero no es Chan.  Sólo alguien, nadie que yo reconozca, saliendo a fumar. Cierro los ojos e inhalo. Esta nariz de vampiro es buena para algo. Chan saldrá pronto, caminará hacia el jardín y se apoyará  contra la compuerta. Él no hablará conmigo. Ese es el acuerdo. Esa es la regla. Él solamente hablará. Él le dirá al viento lo que está haciendo. Capturará la atención de la Luna de Navidad con todos los telemanejes de la familia. A veces puede crear magia, no por mí. Sólo porque sí.

Algún ser vivo viene a saludar a Chan, incluso en pleno invierno. El año pasado, un ciervo brincó por el callejón, casualmente como si nada, y descansó su cabeza en las manos de Chanyeol. Yo lo apuñalé y chupé su sangre tan pronto como Chan regresó a casa. Creo que él sabía que lo haría, tal vez se trataba de  un regalo. Tal vez él estaba tratando de mantenerme puro por un día. De todos modos, tenía que transportar el cuerpo  del ciervo por lo menos una milla antes  de encontrar un contenedor lo  suficientemente grande para él.

Chan saldrá pronto. Y hablará. Y yo escucharé. Yo no hablo para nada, no  creo que Chan quisiera eso. Sería demasiado parecido a una conversación. Demasiado cerca de  romper las reglas. Además, ¿qué le diría? No tengo nada que informarle que quisiera oír. No tengo noticias que no revolvieran su estómago. Todo lo que Chanyeol realmente quiere saber es que  todavía estoy aquí. Tal como soy. Mayormente, mi hermano habla acerca de la escuela. De los terrenos. De las  cabras. De los niños. De aquella dríada por la que ha estado fantaseando desde sexto año.

Él no habla del Mago. Chan no ha nacido para la política. Espero que se mantenga fuera del camino del Mago, aunque él me dijo una vez que se vieron envueltos en una auténtica bronca  cuando uno de las Merwolves del Mago se comió a una de las cabras de Chan. Nunca he visto a los Merwolves, solamente he oído acerca de ellos gracias a Chan. Es el único animal que  he conocido que a él no le gusta. Él dice que tratan de llegar al puente levadizo.  

Que el puente tiembla mientras los niños y las cabras están cruzándolo. Uno de los lobos en realidad logró llegar una vez arrastrándose alrededor del césped, gruñendo, hasta que llegó Chan y lo arrojó de nuevo al agua.

–Ahora los hipnotizo para que duerman cuando el puente está abajo  –me dijo – Ellos se hunden hasta el fondo del foso.

Aquel que salió con el cigarrillo, lo termina y se va de nuevo, cerrando la  puerta mosquitera.

* * *

Yo llegué temprano. Pero ahora se le había hecho tarde a Chanyeol. Realmente tarde. El ruido se ha detenido dentro de la casa. Los niños estarán en la cama. Chan me dice que  todos nuestros hermanos y nuestra  hermana pequeña tienen gatitos en estos días. Nunca pensé en tener uno propio antes de haber cruzado. Pienso en eso ahora. Tyzu y yo. Una pareja de bebés. A su familia le daría un ataque si ella se casara conmigo. Supongo que  ella nunca iba a casarse con nadie... Sé dónde está Tyzu ahora. Nuestros caminos se cruzarían si yo lo permito. Pero supongo que ella tampoco quiere  oír nada de lo que tengo que decir.

A Chan se le hizo tarde. Tal vez se le olvidó. No es normal que él lo olvide. Nunca antes había pasado, en todos estos años. No puedo llamarlo. Ni siquiera sé si tiene un móvil en estos días. Me paro, y me desplazo un poco bajo el árbol. Normalmente, Chan lanza un hechizo para que nadie me vea. Estoy ansioso. Me arrastro un poco más cerca de la casa. Si alguien pasa, debería ser capaz de escucharlos. La casa está a oscuras. Una de las ventanas de la cocina está agrietada, pero no puedo oler la cena.

Chan dice que ahora ayuda a nuestra mamá en la cocina. Será jamón asado. Y pan y budín de mantequilla. Usualmente Chan me trae un plato. Subo los escalones y miro dentro de la ventana de la puerta. La cocina está vacía. No puedo escuchar nada. Tuerzo la perilla, sin esperar que esta gire, pero lo hace, y la puerta se abre. Doy un paso hacia delante con cuidado, no estoy  seguro si seré permitido, pero la casa me acepta y me quedo ahí por un momento sintiendo lástima de mí mismo en la cocina de mi madre. Huelo a la niña antes de verla... Ella se  esconde detrás de la puerta, mirándome.

–¿Eres tú, tío?

–¿Tío? –digo –¿Me veo como el tío de alguien?

–Pensé que eras mi tío Chan. Te pareces a él.

Ella es una pequeña niña rubia con un camisón de dormir de cuadros rojos. Debe ser mi hermana Lavinia. Vinnie no era mucho mayor que ella la última vez que la vi.

–Soy de la familia –digo –Vengo a hablar con Chan,  ¿por qué no vas y lo llamas por mí? Él no se va a enojar. 

Al menos no con la niña.

–Tío Chan se ha ido  –dice la niña –Se fue con el Mago. La abuela no ha dejado de llorar. Ni siquiera podemos celebrar la Navidad.

–¿El Mago?  –digo.

–El mismo –dice la niña –He oído que todo el mundo lo dice. Mi mamá dice que el Tío Chan fue arrestado.

–¡Arrestado! ¿Por qué?

–No sé. Supongo que rompió una regla.

Me quedo mirando a la niña. Ella me devuelve la mirada. Entonces me dirijo hacia la puerta.

–¿A dónde vas?  –Ella llama detrás de mí.

–A encontrar a tu tío.







–A encontrar a tu tío

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𝐾𝑒𝑒𝑝 𝐺𝑜𝑖𝑛𝑔 (𝑲𝒐𝒐𝒌𝒎𝒊𝒏)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora