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Jimin.

No me permito pensar en Watford durante el verano. Después de mi primer año ahí, cuando tenía once, pasé todo el verano pensando en eso, Pensaba en todos los que había conocido en la escuela: Jin, Taehyung, el Mago. Pensaba en las torres y los jardines. Los tés. Los pudines. La magia. El hecho que yo era magia. Me hastié a mí mismo pensando, soñando despierto sobre la Escuela Watford de Magia hasta que empecé a sentir que no era nada más que una ilusión; una fantasía más con la cual entretenerme.

Como mis sueños de convertirme en un futbolista o que mis padres, mis verdaderos padres, regresarían por mí algún día. Mi padre sería un futbolista,  mi madre sería algún tipo de supermodelo y  ellos me explicarían cómo habían tenido que abandonarme porque eran demasiado jóvenes para criar un bebé, y porque sus carreras  estaban en la cuerda floja.

«Pero siempre te extrañamos, Jimin», dirían.

«Te hemos estado buscando».

Y me llevarían a vivir con ellos en su mansión. Mansión de futbolista exitoso. Internado mágico.

Ambos me parecían una mierda a la  luz del día, especialmente cuando despiertas en una habitación con otros siete desechados. Ese primer verano, ya le había exprimido todo el jugo al recuerdo de Watford para el tiempo que mi billete de autobús y mis papeles llegaron en el otoño, junto a una nota del mismo Mago. Real. Todo era real. Así que, el siguiente verano, después de mi segundo año en Watford, no me permití pensar más en la magia. Por meses. Simplemente la bloqueé de mi cabeza. No la extrañé, ni la deseé. El Mago solía decir que tal vez algún día me dejaría pasar los veranos en  Watford... o hasta pasarlos con él, en donde sea que pase él sus veranos. Pero después, decidió que lo mejor para mí era pasar un cierto tiempo cada año con los Normales. Para mantenerme en contacto con el lenguaje y para conservar mi ingenio: «Que las dificultades afilen tu espada, Jimin».

Pensé que se refería a mi espada, la Espada de los Magos, pero con el tiempo me di cuenta que se refería a mí. Yo soy la espada. La Espada del Mago. Y no estoy seguro si estos veranos que he pasado en hogares para niños me han vuelto más filoso. Pero sí que me han  vuelto más hambriento. Me hacen anhelar Watford como, no sé, como la vida misma. Jungkook y su lado, todas las viejas y adineradas familias, ellos no creen que cualquiera pueda entender la magia al igual que ellos. Ellos creen ser los únicos a los que se les puede ser confiada. Pero nadie ama la magia a como yo lo hago.

Ninguno de los otros magos, ni mis  compañeros de clase, ni sus padres, saben cómo es vivir sin magia, Sólo yo lo sé. Y haré cualquier cosa para asegurarme que siempre esté ahí para mí.


***


Intento no pensar en Watford cuando  estoy lejos, pero fue casi imposible este verano. Después de todo lo que pasó el  año pasado, no podía creer que el Mago le prestara atención a algo como el final  del período.

¿Quién interrumpe una guerra para enviar a los niños de regreso a sus casas por vacaciones de verano?

Además, ya no soy un niño. Legalmente, pude haber dejado la institución cuando cumplí los dieciséis. Pude haberme mudado a un departamento en algún lugar. Tal vez en Japón. Podría permitírmelo, tengo una bolsa llena de oro de duende; una bolsa grande de lona que sólo desaparece si intentas dársela a otro mago. Pero el Mago me mandó a un nuevo hogar para niños, como siempre. Él continúa moviéndome como su marioneta, después de todos  estos años. Como si estuviera a salvo ahí. Como si el Humdrum no pudiera simplemente invocarme, o lo que sea que me haya hecho a mí y a Jin al  término del período.

—¿Él puede invocarte? —demandó Jin tan pronto nos escapamos de él— ¿A través de un cuerpo de agua? Eso no es  posible, Jimin. No hay ningún  precedente de algo como esto.

𝐾𝑒𝑒𝑝 𝐺𝑜𝑖𝑛𝑔 (𝑲𝒐𝒐𝒌𝒎𝒊𝒏)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora