Capítulo 64

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Llegamos al hotel en el que pasaríamos la noche de bodas, la gente nos miraba al pasar y es que no había duda de que la felicidad más plena se reflejaba en nuestros rostros. Ella era mía y yo era de ella, de una vez por todas y para siempre. Recogimos lo más rápido posible las llaves, fuimos hasta el ascensor y una vez fuera de él, cogí a Macarena en brazos.

Avanzamos por el pasillo hasta la puerta, abrí y entré con ella en brazos. Una vez dentro, cerré la puerta con el pie y comencé a besarla con mucha ternura, la bajé despacio y la pegué a mi cuerpo.

Zulema estaba siendo muy suave, delicada, como si tuviese miedo de que me fuese a romper. Estaba respondiendo a sus besos con la misma dulzura y pasión, hasta que me separé y quedé mirándola fijamente a los ojos.

- Eres lo más bonito que me ha pasado en la vida pequeña – volví a besarla tiernamente. – Me cuesta creer que por fin seas mía -.

- Y a mí el haber encontrado una persona que me entienda, que me ame de la manera en que lo haces y, sobre todo, que me cuide – le di un piquito tierno y reparé, por primera vez, en la habitación.

Todo estaba decorado de forma exquisita, velas, pétalos de rosa, champagne y fresas con chocolate. – Mmmm no sabía yo que a mi reina mora le iban estas cosas, está precioso cariño -.

- Bueno – respondí con algo de timidez – tengo varias sorpresas para esta noche -.

- Ah sí... pues, a ver... - le respondí con picardía.

Cogí a Macarena de la mano y la llevé al borde de la cama – Quiero que sea especial mi vida, como la primera vez, grabar cada centímetro de tu piel en mi memoria para siempre. Y tener la constancia para toda nuestra existencia de que eres tú, solo tú, mi compañera de vida y ese ansiado hilo rojo; ese que todos buscamos y que en ocasiones, por causas del destino, dejamos marchar. Sin embargo, ahora que te conozco, estás conmigo y me haces sentir así... puedo asegurarte de que si no eres tú, no será nadie, porque te amo con todas las fuerzas de mi alma; y no quiero ni querré a nadie más en toda mi vida -.

Se me saltaron las lágrimas ante las palabras de Zulema, le acaricié la mejilla y fui directa a besarle los labios. Nos desnudamos despacio, disfrutando del contacto piel con piel mientras la ropa iba desapareciendo y, a la vez, sin dejar de besarnos.

Tenía a mi rubia frente a mí en un conjunto de encaje blanco, que al contraste con su piel la hacía lucir aun más hermosa. A la vez proyectaba esa imagen de niña inocente a la que solo han sabido hacerle daño, y a la que desde la primera vez que la vi ha querido proteger, así sea entregando mi propia vida.

Zulema estaba delante de mí en un conjunto de encaje con ligueros color blanco roto, que al fusionarse con su piel satinada creaban una imagen preciosa, derrochando sensualidad y a la vez, aportándome y haciéndome sentir esa protección que no había tenido con nadie.

Me puse justo delante de la rubia, depositando mis manos en su cadera suavemente y acariciando sus labios con los míos en un beso sutil, como si fuera la primera vez, y perdiéndome en el color claro de sus ojos. Me separé un poco, la cogí de la mano y le dije – Ven conmigo pequeña -.

La llevé de la mano hasta el baño, abrí la puerta y enseñé lo que había estado preparando para ella.

Zulema me encaminó hacia el baño, abrió la puerta y quedó ante mí una de las imágenes más hermosas, una de esas que solo ves en las películas o a duras penas consigues imaginar. Todo estaba decorado con pétalos de rosa, y velitas formando pequeños corazones. El jacuzzi que daba a una cristalera desde la que se podía ver todo Madrid, estaba lleno de espuma y pétalos de rosa, dejando junto a este una pequeña mesa; en la que se encontraba una botella de Moët Chandon Rosé y dos copas. – Ci... cielo – dije intentando conservar la calma – pero esto... es demasiado -.

- Pequeña lo mereces todo – contesté algo emocionada.

Me aproximé a Zulema y salté sobre ella, quedando abrazada a su cintura con mis piernas y a su cuello con mis brazos, así como su fuera un koalita. – Te amo bebé – empecé a besarla de nuevo, pero esta vez el autocontrol me falló y ya no pude evitar que se desbordara la pasión que había estado conteniendo.

Casi por sorpresa no té que Macarena quería llevar el control, y aunque no suele ser así, me dejé llevar por ella. En cuestión de segundos desaparecieron nuestros conjuntos de ropa de interior y sin dejar de besarnos nos metimos en el jacuzzi.

- Cariño ¿Desde aquí no nos ve nadie verdad? -.

- No cielo, son oscuros por fuera – tras aclararle que no nos iba a ver nadie, volvía a cogerla de la cadera – Ponte sobre mí amor – la ayudé a tumbarse encima, entrelazando nuestras piernas para provocar el roce de nuestras intimidades. Empecé a mover mi cadera provocando que hubiese fricción, y con lo que Macarena entendió el mensaje. Di inicio a un movimiento pausado encima de mí que me estaba haciendo perder la cordura – No me hagas esto cielo... - dije casi en un gruñido.

- Shhh... bebé... no tenemos prisa – le respondí con una sonrisa pícara. Puse mis manos en sus pechos, masajeándolos y queriendo llevarla al borde de la locura, mientras no cesaba en mi movimiento de arriba abajo. La notaba bastante desesperada, por lo que aceleré mi movimiento, notando como yo misma me acercaba al precipicio del placer – Pídemelo bebé... quiero juntas... ah.... -.

- Pe... pequeña... ah... córrete conmigo... ah dios.... -.

No tardamos nada en llegar las dos juntas al clímax, quedando Macarena totalmente desplomada sobre mí y buscando meter su carita en el hueco de mi cuello. – Shhh... - le di un beso en la frente con mucha ternura – tranquila mi princesa – la abracé con mucha ternura y poco a poco fue levantando su cara para tenernos frente a frente, una perdida en los ojos de la otra y empezando a besarla de nuevo. Me separé un poco, serví el champagne para las dos y le di una copa a Macarena – Por nosotras mi vida, por el destino y por la suerte que he tenido de conocerte -.

- Por nosotras bebé, por devolverme la vida y demostrarme que también puede ser bonita y estar llena de cosas maravillosas -.

- No pienso dejarte ir jamás -.

- Ni yo tampoco -.

- Te amo mi pequeña -.

- Te amo mi bebé -.


Disculpad la tardanza, aquí os dejo el capítulo! Espero como siempre que os guste, gracias por los comentarios, favs y el apoyo!

Intentaré publicar lo que queda en cosa de estas dos semanas que vienen, un saludo y nos vemos pronto :)

Zurena - TóxicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora