Capítulo 9

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- Hola guapa ¿por qué tan sola? -.

- Eh... no estoy sola -.

- Bueno, pero puedes bailar conmigo ¿no? – la cogí de las manos para tirar de ella.

- Gracias, no me apetece – intenté soltarme las manos y no me dejaba - ¿Me sueltas? -.

Empecé a reírme e iba a tirar un poco de la chica cuando escuché a mi espalda - ¿No has escuchado que la sueltes? ¿O eres sordo? – me di la vuelta para encontrarme de frente con una morena que traía dos copas - ¿Y tú eres? -.

- La que te va a partir las piernas como no dejes a la rubia – dije con autoridad y empujándolo un poco lo aparté de Macarena.

- ¿Pero tú quién te crees? -.

Armando que nunca me hace caso y no se quedó fuera vino hasta nosotras - ¿Algún problema señorita Zahir? -.

- Este, que ya se iba ¿verdad? – le sonreí cínicamente.

- Sí... yo ya me iba -.

Me giré hacia la rubia que seguía algo asustada - ¿Estás bien? – solté las copas en la mesa, la cogí de la mano y nos sentamos.

- Sí... es solo que me he quedado que no sabía cómo reaccionar – dije con algo de vergüenza.

La situación estaba un poco tensa por lo que decidí empezar a beber mi copa – Bueno... eh... si quieres nos vamos – dije a la rubia al notarla incómoda.

- No, no hace falta – seguí el ejemplo de Zulema y me empecé a beber la copa.

Hablamos de los proyectos y esta vez llamé al camarero – Otra ronda -.

Un rato después ya llevábamos tres copas y le dije a mi jefa un poco perjudicada – Me apetece mucho bailar contigo -.

- Pues... vamos – llevaba mucho tiempo sin ingerir tal cantidad del alcohol y podía notar que estaba seriamente perjudicada.

Cogí de la mano a mi jefa inconscientemente, esta noche me apetece desconectar, me siento tan bien con ella, nunca me había sentido atraída por una mujer, pero ella desde el segundo uno en que la vi no sale de mi mente. Enrollé mis brazos alrededor de su cuello y nos quedamos mirándonos a los ojos.

Abracé a Macarena por la cadera pegándola a mí, estuvimos bailando varias canciones mirándonos a los ojos cuando se escuchó por los altavoces del local – ¡Ahora para las parejitas, bien juntitos y a disfrutar de esta bachata! -. La rubia se pegó más a mí y metió su cara en mi cuello debido a la diferencia de altura, le apreté la cadera e intenté seguirle el ritmo. Se me estaba haciendo muy difícil la cercanía con ella, así que cuando terminó la canción le dije – Mejor nos vamos, ya es tarde – lo que no era mentira ya que eran las 04.30h de la madrugada.

- Okey – respondí algo cortada, estaba tan a gusto en sus brazos y me parecía que ella también que no me lo esperaba.

Fuimos hasta el coche con Armando, otra vez ese roce, esa cercanía que me estaba matando. La miré a los ojos, parecía triste - ¿Te pasa algo? – pregunté preocupada, me acerqué a ella y le acaricié la mejilla.

Otra vez su mirada, no aguanté más, acerqué mi cara a la suya aprovechando su caricia y rocé mis labios con los suyos. Fue un toque sutil, me separé y la miré a los ojos – Tengo miedo de llegar a casa a esta hora -.

Me había dado un pequeño beso, la señal que llevo esperando desde el día que la contraté. Me acerqué y la besé acariciando su mejilla, fue un beso sutil pero se fue tornando apasionado cuando mi lengua entró en contacto con la suya creando una corriente eléctrica. Llevé mis manos a su cadera y ella me agarró la cara con sus dos manos para profundizar el beso, me separé dejando pequeños piquitos en sus labios y mirándola con dulzura le dije – Te vienes a casa conmigo -.

- Señorita Zahir estamos llegando a la dirección – intenté no mirar por el retrovisor al notar que se estaban besando.

- Armando nos vamos a casa – dije abrazando a la rubia contra mí.

- Como usted diga señorita – le sonreí y volví a apartar mi vista del retrovisor.

Llegamos a casa, nos bajamos del coche con dificultad a causa del alcohol y entramos al salón. Una vez solas, volví a abrazarla por la cadera y a devorar sus labios. Me separé para que dejáramos los bolsos sobre la mesa y le quité la americana besándola de nuevo.

No puedo explicar lo que siento cada vez que me besa, solo sé que no quiero que pare. Le saqué la camisa por la cabeza dejándola con el vaquero y un brassier de encaje verde manzana. La abracé despacio por la cadera y volví a sus labios, besándolos con deseo.

Me quité los tacones e invité a la rubia a hacer lo mismo, la cogí de la mano – Vamos a mi habitación – le dije con la voz rota de deseo. Subimos la escalera con dificultad pero cogidas de la mano, avanzamos y llegamos a mi habitación. Cerré la puerta y empecé a besarla de nuevo llevando mis manos al cierre de su pantalón. Se lo desabroché y ella se lo bajó, llevé las manos a su top y se lo quité, dejando a la rubia en un conjunto de encaje negro frente a mí. Me dediqué un momento a observarla, enrollé mis brazos en su cadera y empecé a besarle el cuello despacio.

Sentir los labios de Zulema en mi cuello me estaba volviendo loca, llevé mis manos a su pantalón para desabrocharlo y una vez lo conseguí ella de lo quitó, dejando ver un culotte de encaje verde a conjunto con el sujetador. La cogí la cara y volví a besarla en los labios.

Llevé a la rubia hasta el borde de la cama tumbándola y echándome sobre ella. Llevábamos un rato besándonos apasionadamente, cuando decidí bajar de nuevo a su cuello el que succioné dejando una pequeña marca, entonces cuando estaba a punto de sucumbir a la lujuria me frené, buscando un poco de cordura. Levanté mi cabeza y miré a la rubia.

Zulema acababa de pararse, la miré y le dije – ¿Qué pasa? – acariciando su mejilla con mi mano.

- No podemos hacer esto... hemos bebido mucho y no quiero que el alcohol sea una excusa mañana cuando te despiertes – dije intentando calmarme.

- Sé perfectamente lo que quiero Zulema – le di un beso corto en los labios y me quedé mirándola nuevamente.

Negué con la cabeza – Cuando estés sobria hacemos todo lo que quieras... así no... - metí mi cara en el cuello de la rubia arrepentida en cierto modo por no continuar, pero con la certeza de que estoy haciendo lo correcto.

Zulema se bajó de la cama e iba a salir de la habitación cuando le dije - ¿Tampoco puedes dormir conmigo? -.

Regresé, la cogí de la mano para levantarla, destapamos la cama y sin decir una palabra nos metimos en ella. La rubia dio la vuelta hacia mí, pasó sus brazos por mi cadera y se acomodó contra mi pecho. La abracé dejando un beso en su cabeza y nos dispusimos a dormir.

Aquí les dejo otro capítulo! Ya pasó lo que esperaban jajaja ¿Qué pasará cuando se despierten? ¿Será cosa del alcohol?

Gracias por todos sus comentarios y favs! 

Zurena - TóxicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora