Capítulo 65

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Tras nuestro maravilloso momento en el jacuzzi, en el que hicimos el amor tres veces más, salimos envueltas en la misma toalla y nos encaminamos a la cama. – Mi vida tengo una sorpresa que te quiero enseñar, una vez lo veas me dices si lo quieres usar o no cielo -. Caminé completamente desnuda hacia el mueble en el que había guardado lo que había adquirido para las dos, lo saqué y me volví hasta Macarena. – Pequeña… he… he comprado esto – pude ver emoción en su cara – Es un arnés de doble cara… qui… quiero que disfrutemos las dos a la vez mientras nos miramos a los ojos… quiero terminar de perder el miedo y eso solo puedo hacerlo contigo -.
Se me aguaron un poco los ojos – Mi cielo… ven princesa – la abracé con ternura por la cintura – No sabes lo que esto significa para mí, ya nunca te haré daño mi amor… voy a cuidar siempre de ti mi pequeño escorpión -. Por fin pude notar que había derribado todos los muros que Zulema por autoprotección se había impuesto, al fin la sentía totalmente mía.
Tras la aceptación de Macarena me coloqué el arnés – Cielo ayúdame, presiona un poquito aquí – mi rubia lo presionó haciendo que el pene entrase en mí y me besó con ternura. La llevé hasta la cama, la tumbé despacio, abrí sus piernas y me puse sobre ella penetrándola despacio mientras la miraba a los ojos - ¿Bien cielo? -.
- Ujum, me gusta – puse mis manos en el trasero de Zulema para invitarla a llegar más profundo.
- Te amo bebita – empecé a moverme entrando y saliendo de mi rubia con mucha calma, mientras no paraba de besarla con mucha pasión.
- Mmmm te… amo… uh… más rápido bebé… ah – Me sentía derretir con Zulema sobre mí haciéndome el amor de esa manera y, sobre todo, percibiendo que ella también lo estaba disfrutando.
- Mmmm sí… mi vida… ah… - aceleré mis movimientos, sintiendo las penetraciones muy profundas en mi propio cuerpo, sentía como que cada embestida me la daba a mí misma y eso, junto a la carita de mi princesa me estaba volviendo loca. Tres embestidas más y noté como mi rubia se derramó sin control, llagando con ella una embestida después – Vamos a enlazarlo princesa… ah… - la seguí embistiendo tras correrse y llegamos nuevamente al clímax de una forma mágica -.
Zulema me hizo llegar al orgasmo dos veces seguidas de forma apoteósica, derramándome por completo y quedando exhausta bajo su cuerpo.
Me quité el arnés y bajé a besos por todo el cuerpo de mi rubia, saboreando cada centímetro de su piel y llegando a su hermosa florecita. La empecé a lamer muy despacio, limpiando todo resto de fluidos que quedaban en ella y notando como estaba demasiado sensible. – Shhh… mi peque… tranquila – besé sus labios vaginales con suma ternura, lamiendo con lentitud y disfrutando del calor que desprendía su intimidad. – Eres deliciosa princesa – dijo con los ojos un poco aguados y seguí estimulándola con mi lengua. Al notarla desesperada, comencé un movimiento bastante rápido sobre su botoncito haciendo que mi princesa explotara de nuevo.
Estuvimos toda la noche amándonos, despacio, con calma, como si únicamente existiéramos ella y yo sobre la faz de la tierra, sin importar nada más. Perdí la cuenta en el 21, pero juraría que fueron muchos más… a eso de las 6 de la mañana el cansancio nos abatió y quedamos dormidas, la una en brazos de la otra, sin dejar que ni siquiera el aire pasara entre nosotras.

La boda de mi hermana había sido preciosa, de ensueño, como toda novia quiere y desea, todo tan perfecto, esos votos… ese amor entre las dos que se podía sentir a flor de piel. Sin embargo, a mi parecer lo mejor estaba por llegar. Acabamos de dejar a Sole en su casa y nos dirigimos a la de mi hermana Valbuena y yo.

Una vez llegamos, entramos al salón e Ismael se dirigió a mí.
- Buenas noches, señorita – iba a caminar hasta mi dormitorio hasta que sentí como Alicia me agarraba del brazo.
- ¿No te tomas una copa conmigo? – le dije con cara de cachorrito.
- No creo que sea buena idea señorita – dije algo apenado.
- Mira Ismael, yo no estoy para tonterías. Tú me gustas de verdad, si tienes una relación o simplemente no soy de tu agrado, déjamelo claro y te dejo en paz – dije empezando a enojarme.
- No es eso Alicia, me gustas… me gustas demasiado, pero la señora me dejó claro que no podía poner mis ojos en nadie de esta casa -.
- Tú tranquilo que mi hermana no es el ogro que aparenta ser – me llenó de felicidad que me dijera que si le gusto, fui hasta él y lo besé.
El beso se fue profundizando de tal forma que acabamos en el sofá, Ismael estaba sobre mí y la verdad no tenía ni las ganas ni la fuerza para hacer que parase, realmente, quería ser suya.
- Se… señorita… esto… - Me había excitado, sin embargo, se veía una niña inocente y debía respetarla – no puede ser… -.
- ¿He hecho algo mal? – pregunté desconcertada.
- No preciosa, pero debo hacer las cosas bien y esto no lo está. ¿Lo entiendes? -.
- Mmmm sí… debemos conocernos – notaba su erección en mi vientre y miré hacia abajo – lo siento por eso.
- No te preocupes – le di un beso suave en los labios – venga, vamos a descansar -.
- Sí… eh… ¿Puedes dormir conmigo? ¿Solo dormir? – estaba deseando que dijera que sí, no sabía por qué pero necesitaba de su cercanía.
- Mmmm… está bien – le di un pequeño piquito y nos dirigimos hasta su habitación.

Despertamos entrelazadas, dejé varios besos sobre la frente de mi princesa hasta notar como abría sus ojos.
- Mmmm Zule… un ratito… tengo sueño… -.
- Bebita… tenemos un avión que coger y una cita muy importante a la que no podemos faltar -.
Abrí un poco los ojos con sorpresa - ¿Qué cita? -.
- Ya lo verás princesa – empecé a besarla con mucha dulzura buscando encender a mi rubia de nuevo. – Bebé… ya sabes que me encanta el mañanero – le ronroneé con cara de gatito inocente.
- Mmmm… a mí también – le sonreí y empezamos a besarnos de nuevo con derroche de pasión y lujuria

Zurena - TóxicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora