Capítulo 32

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Me separé de Macarena, me levanté y fui hasta la orilla, necesitaba pensar con calma.

Al notar como Zulema se alejó de mí, rompí en llanto, me levanté y fui a abrazarla por detrás – Princesa por favor... te juro que te amo más que a nada en la vida y que no me interesa tu dinero – dije a duras penas, atragantada por el llanto.

Me apoyé en Macarena y me dejé abrazar por ella, observando el romper de las olas – Te creo cariño – dije algo más tranquila. Ella jamás me ha pedido nada, me paga el alquiler aunque yo no quiera y no le gustan las cosas ostentosas. Supongo que era joven y solo aceptó el dinero a cambio de ser su acompañante, eso no tiene nada de malo.

Al escucharla besé su hombro, me apreté un poco más contra ella disfrutando del calor de su cercanía – Eres lo mejor que me ha pasado en la vida Zulema -.

Me di la vuelta entre los brazos de Macarena y mirándola a los ojos le dije – Tú también eres lo mejor que me ha pasado – la besé muy despacio, abrazándola contra mí y sentí que estaba bastante fría. – Amor sigues estando helada, ese vestido es demasiado fino y ha refrescado bastante. Vámonos a la habitación que te me vas a poner mala -.

La verdad es que hasta con la chaqueta tenía mucho frío – Sí, amor -.

La abracé por la cadera, la pegué a mí y nos dirigimos a la habitación. Una vez allí, nos pusimos el pijama y nos metimos en la cama muy acurrucaditas. – Pequeña, ya la tienes desde hace tiempo, pero a partir de ahora no podrás ir sin seguridad a ningún sitio ¿vale? -.

- ¿Tengo seguridad? – dije algo incrédula.

- Ajam... - le asentí con la cabeza – desde que fuiste a hablar con Fabio, no podía permitir que te pasara nada -.

- Mmmm pero yo no soy nadie... quiero decir desde que me distancié de mis padres y la alta sociedad que ellos suponían, he vivido muy tranquila. No me hace falta seguridad mi pequeño escorpión -.

- Ahora eres mi mujer y todo el mundo lo sabe, además eres una Ferreiro, distanciada o no... eso solo alentará más a los periodistas. Sin embargo, eso es lo de menos, la seguridad la tienes por Fabio, Hanbal y mi madre. No sabes de lo que estos dos últimos serían capaz de hacerte solo por causarme daño. En cuanto a tu ex, si me entero de que se te ha acercado o que intenta algo, no respondo de lo que le pueda pasar -.

- Princesa me asustas... no me va a pasar nada – me acurruqué más abrazándola por su cadera, metí mi cara en su cuello y empecé a besárselo suavemente – Tú me proteges -.

- Rubia... - con sus besos en el cuello se me había olvidado lo que iba a decirle – me estás poniendo mal... -.

Sonreí ante su comentario, rocé mi nariz con su cuello y le susurré – Ya paro bebé... necesitamos descansar -.

Nos abrazamos, ella llevó sus dos manos a mi trasero y me apretó contra ella. Mientras que yo la abracé por su cadera y metí mi cara en el hueco de su cuello – Buenas noches, mi amor -.

- Buenas noches, mi pequeña – le di un beso en la frente y ambas nos dejamos envolver por el hechizo de Morfeo.

El despertador sonó demasiado temprano, me dolía la cabeza y me sentía bastante mal. Mi marmotita ni siquiera se inmutó tras la primera alarma, quería quitarla pero sentía mi cuerpo pesado y estaba totalmente pegada a Zulema. Tres alarmas después, sentí un beso en mi frente.

- Princesa estás ardiendo... ¿Por qué no me has despertado? – me separé un poco de ella, puse mis labios en su frente y estaba demasiado caliente – Debes tener bastante fiebre -.

- Estabas tan bonita y a gusto que te quería seguir mirando – dije con la voz un poco ronca.

- Oissh... pequeña... - le di un piquito en los labios, me levanté, la cogí en brazos, la llevé al baño, la desvestí y la metí en la ducha – Hay que bajar la temperatura -. Le di al agua fría, la notaba temblar pero era necesario.

- Vamos a llegar tarde al aeropuerto... - dije apenas sin voz dejándome envolver por una toalla junto a su abrazo.

- No te preocupes por nada mi amor – besé de nuevo su frente y al menos no estaba tan caliente. Le di un paracetamol, la ayudé a vestirse, la dejé sentada en la cama y me dispuse a recoger todo. Me vestí, cerré ambas maletas, cogí a la rubia de la cintura y bajamos a recepción.

- Hasta que aparecéis... luego soy yo la que llega tarde, me imagino lo que estábais haciendo – dije con algo de sorna al ver como venían de abrazadas.

Me sonrojé ante el comentario de Saray y solo me acurruqué un poco más contra el cuerpo de Zulema, la verdad es que no me encontraba nada bien.

- Mi vida ¿estás bien? – ignoré a Saray y besé la frente de mi pequeña – Podemos quedarnos más días y te llevo al médico – me negó con la cabeza – Entonces, nada más llegar a Madrid te llevo a la clínica privada –.

- Es solo un resfriado amor – dije algo ronca a lo que Saray y Armando entendieron que me encontraba mal.

- Me da igual, tienes fiebre y te llevaré al médico – Armando al ver la situación cogió las maletas y las llevó al coche. Nos subimos todos en el coche, Macarena se acurrucó contra mí, la verdad es que tenía muy mala cara y me tenía preocupada. Llegamos al aeropuerto, subimos al avión y una vez que despegamos, solté mi cinturón y el de mi rubia. La cogí en brazos y la senté sobre mí, abrazándola contra mi cuerpo, a lo que ella no se negó y metió su cara en el hueco de mi cuello y a los pocos minutos pude sentir como se había quedado dormida.

- Tiene mala carilla... ¿Cogió frío anoche o algo? Os vi salir por el camino de la playa – le pregunté a mi reina mora con preocupación.

- Llevaba un vestido precioso, pero demasiado fino y aunque le dejé mi chaqueta, tenía frío. Puede ser por eso que hoy se haya levantado así -.

- Es lo más probable y... reina mora... que me alegro de que lo hayas arreglado. Como te dije debes tener paciencia y bajarle un poco a tus celos. Se ve a leguas que te ama con locura – le guiñé el ojo.

- Lo sé gitana... pero la amo tanto que temo que se vaya con alguien mejor que yo. Y, por cierto, a mí no me molestan pero los comentarios como el de esta mañana... a mi rubia la hacen sentir un poco incómoda -.

- ¿Y quién te ha dicho que para ella haya alguien mejor que tú? No pienses en qué pueda pasar y disfruta de lo que está pasando, si no jamás serás completamente feliz. Y... ¿Cuál? Ah... coño que he sugerido que habéis llegado tarde por estar follando... lo siento, era plan broma -.

- Yo lo sé mi gitana, sin embargo, ella es muy cortada para eso y se ruboriza al momento. Si puedes intentar ser más sutil, al menos hasta que te conozca mejor -.

- Claro que sí escorpión – le contesté con una sonrisa.

- Ah... y ella ahora me dice pequeño escorpión, por tu culpa. Ayer me contó algo de su pasado para evitar malentendidos... ¿Crees que deba decirle porqué me dicen así? – esto último lo susurré y me aseguré de que Macarena siguiera dormida, le di un beso en la frente y devolví mi mirada a Saray.

Aquí os dejo un nuevo capítulo! Gracias por los comentarios, favs y todo el apoyo que le estáis dando a esta historia!


Zurena - TóxicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora