Capítulo 18

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Cenamos junto a Sole y nos fuimos a la sala de proyección, la verdad es que estoy algo cansada, estos enanos van a acabar conmigo... Sin embargo, a Zulema se la ve tan bien, tiene la misma energía de los pequeños y ahí están emocionados escogiendo la película.

- No puede ser de terror, ya veremos una tú y yo Pedro. Rubia ¿tienes alguna preferencia? -.

- Podríamos ver la versión de la Bella y la Bestia, aún no la he visto, las críticas son muy buenas y la verdad es que me encantaría -.

- Siiii, ¡Bella es mi princesa favorita! Por fa esa... -.

- Está bien – dijo Pedro entendiendo que el día anterior vimos Fast and Furious.

Estábamos llegando al final de la película cuando noté a las dos rubias luchando por no sucumbir al sueño, la mini rubia aguantó y lo vio, otra cosa era la mayor, que estaba profunda acurrucada contra mí. – Peque ¿te llevo a la habitación? Estás un poco dormida y hay que subir escaleras -.

- Sí tita, por favor – me dijo en medio de un bostezo. Me separé de la rubia con cuidado, cogí a la pequeña y junto a Pedro nos encaminamos a las habitaciones. Recosté a la mini rubia – Buenas noches princesa, que sueñes con los angelitos – le di un beso en la frente y se acurrucó quedándose dormida casi al momento.

Me desperté, estaba sola en la sala de cine – Seguro fue a acostar a los niños – y subí hasta las habitaciones. Me paré en la puerta de la habitación de la pequeña, viendo como le daba las buenas noches y un beso en la frente, me pareció la imagen más tierna que había visto en la vida.

Me levanté para salir junto a Pedro y nos encontramos a la rubia en la puerta – Iba a ir ahora a por ti – piquito -.

- Me he despertado al no sentirte a mi lado – piquito -. Fuimos juntas a recostar al niño, le dimos las buenas noches, un beso en la frente y nos fuimos a la habitación.

Una vez dentro, empecé a besar a Zulema con mucha dulzura, la llevé hasta la cama, invitándola a sentarse apoyando su espalda contra el cabecero. Me senté encima a horcajadas, seguí besándola despacio – Quiero mimarte – rocé mi nariz con la suya y volví a sus labios.

- Rubia... no soy de piedra... - susurré a duras penas – me pones mucho y no quiero que te sientas mal -.

- Quiero intentarlo... solo que... despacio ¿vale? – le di un beso profundo, llevó sus manos a mi camiseta y me la quitó con dulzura.

- Mmmm okey – la deseaba mucho, prácticamente, desde la primera vez que la vi – si te agobias o te sientes mal me dices y paro – piquito. Ella me asintió, le acaricié la cadera con ternura mientras la miraba a los ojos, la acerqué un poco más a mi cuerpo y empecé a dejar besos dulces por su cuello. Subí mis manos lentamente por su vientre pasando a su espalda, la que acaricié para darle tranquilidad y volví a sus labios. Estábamos sumidas en un beso profundo, me separé y mirándola a los ojos llevé mis manos al cierre de su sujetador, la notaba temblar - ¿Quieres que pare? – me negó con la cabeza y le quité el sujetador. Regresé a su cuello mientras acariciaba suavemente sus pechos, como si fueran de un material que se pudiese romper. Bajé por su cuello en un camino de besos húmedos, la miré a los ojos y empecé a dejar pequeños besitos en su pecho, rozándolo con mi nariz, seguí besándolo e introduje su pezón en mi boca, acariciándolo con mi lengua, lo que hizo que escapara un pequeño gemido de su boca. Fui en un camino de besos hasta su otro pecho, repitiendo la acción igual de despacio y con mucha dulzura, metí mi cara en medio de los dos dejando un tierno beso. Llevé mi mano dentro de su pantalón y empecé a acariciarla por encima de sus braguitas - ¿Te sientes bien? – le pregunté y la volví a besar.

Zurena - TóxicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora