Capítulo 56

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Al sentir a Zulema tan sensible la abracé contra mi cuerpo, apretándola para darle seguridad. – Mi niña... todo vas a estar bien ¿vale? -.

- Vale... - musité contra su cuello.

Me levanté despacio de encima de su cuerpo, me bajé de la cama y fui hasta el mueble en el que guardamos los juguetes. Lo abrí y saqué el lubricante y el arnés. Regresé a la cama, puse las dos cosas a nuestro lado y volví a subirme a horcajadas sobre mi reina mora. Ella enseguida dejó sus dos manos en mi trasero y me lo apretó. La miré a los ojos fijamente y le dije – No tengas miedo, yo estoy aquí contigo y nunca te voy a soltar -.

- Gra... gracias, mi amor... - fui hasta sus labios y los besé despacio, disfrutando de su suavidad, del roce de sus labios con los míos.

Me dejé besar suavemente por Zulema, sentía que lo necesitada y yo no pude hacer más que complacerla, entrando en una danza dulce de su lengua con la mía. La mordí muy suave, arrastrando su labio inferior y regalándole una sonrisa torcida al soltarlo.

- ¿Qué voy a hacer contigo ah? -.

- Mmmm ¿amarme? – enrollé mis brazos en su cuello y la besé profundamente, mientras empezaba a balancearme suavemente de arriba abajo.

Ese roce de su intimidad con la mía un día de estos me haría perder la cordura, porque simplemente era una de las sensaciones más maravillosas que había experimentado hasta ahora – Te amo, Zulema -.

- Y yo a ti Macarena – dije suspirando ante los escalofríos que empezaban a recorrer mi cuerpo al tener a mi rubia sobre mí.

Dejé un pico en los labios de mi pequeño escorpión y sin dejar de balancearme, empecé a devorar su cuello. Primero, suave... muy suave... rozando mi nariz contra su cuello... para después succionar la zona y dejar algún que otro mordisco con delicadeza. Fui hasta su hombro en un camino de besos húmedos, me fijé en un lunar que tenía y me entretuve besando la zona lentamente. Por último, le dejé una mordida pícara y levanté mi cara para encontrarme con su mirada profunda y su sonrisa torcida.

Bajé a besos entre sus senos, rozando con mi nariz el interior de ellos y dejando mi cara en medio de los dos. Fui hasta uno de ellos, empecé a besarlo con mucha ternura, notando como mi morena empezaba a suspirar – Tranquila cariño – le dije levantando un poco la cabeza para encontrarme con su mirada, fui hasta sus labios, le dejé un piquito y regresé a seguir atendiendo su seno. Metí su pezón en mi boca, besándolo suave y haciendo circulitos alrededor de él con mi lengua, alejándome un poco le soplé despacio y sentí como tembló entre mis brazos. Dejé un beso muy tierno sobre él y avancé dirección al otro en un camino de besos húmedos para repetir la acción. Cuando tuve sus pechos bien atendidos y erectos para mí, seguí en un camino de besos por su vientre, jugando un poco en su ombligo y mordiendo el hueso de su cadera.

Finalmente, llegué al tesoro entre sus piernas, dejé un beso muy suave en su intimidad y aproveché para levantar la cabeza y mirarla. Podía sentir que estaba emocionada, por lo que le regalé una sonrisa y le dije – Tranquila cariño -.

Sentir a Macarena era la mejor sensación de mundo, y es que estaba grabada en mi piel... podía sentirla conmigo aunque no lo estuviera y eso... eso me hacía sentirme especial. Porque ya no había dudas, no me había equivocado... había tardado mucho tiempo pero la había encontrado... ahí estaba el otro extremo de mi hilo rojo, mi otra mitad, mi alma gemela... y lo más importante es que estaba aquí conmigo en este momento. Ayudándome a superar mis miedos y amándome como nunca nadie en la vida lo ha hecho. – Te quiero pequeña – dije intentando controlar mi nerviosismo.

Llevé mi boca a su intimidad, la besé despacio y le abrí bien las piernas para que el contacto fuera más placentero. Empecé a lamer sus pliegues lentamente, disfrutando de su sabor y succionando suavemente sus labios vaginales. Lamí su botoncito y sin apartar la mirada de sus ojos, comencé a penetrarla con mi lengua. Notando como su expresión iba cambiando e iba abriendo la boca para suspirar con cada toque que le estaba dando.

Inicié una serie de toquecitos rápidos con mi legua en su clítoris, empezando a notar como es que no tardaría mucho en llevarla al clímax. Le introduje un dedo muy despacio, comenzando a entrar y salir de ella a un ritmo suave – Ahhh pequeña... - aunque sus gemidos cada vez eran más notables. Añadí un dedo más y la penetré fuerte y rápido, sin apartar mi lengua de su botoncito, lo que hizo que mi reina mora llegara al orgasmo segundos después. Limpié su intimidad con mucha delicadeza, dejándole una serie de besos húmedos por todo su vientre hasta llegar a su boca, la que besé muy despacio, disfrutando de su contacto.

Me separé un poco, la miré a los ojos y le dije – ¿Estás bien? -.

- Mmmm sí... mejor que bien – dije suspirando y robándole un pico a mi rubia.

- Mi... mi amor... me lo voy a poner ¿vale? – dije todavía algo nerviosa al notar al Zulema con miedo.

- Sí, mi vida... - dije intentado que no me temblara la voz.

Me puse el arnés bajo la atenta mirada de mi pequeño escorpión, me lo ajusté bien y puse un poco de lubricante sobre él. Me tumbé sobre ella quedando entre sus piernas y la besé de una forma muy dulce – Voy a ir despacio ¿vale? – me asintió, besé su frente y me quedé mirándola a los ojos. Cogí el pene con mi mano, lo situé en su entrada y empecé a empujar despacio. Cuando llevaba la mitad, entrelacé mis dedos con los de Zulema, quedando ambas manos unidas a cada lado de su cabeza. La besé profundamente y empujé hasta el fondo, sintiendo como suspiraba en mis labios. Me quedé un momento dentro de ella y la miré a los ojos – Mi vida... -. Noté que los tenía vidriosos y dejé un tierno beso en su frente – Ya está, no pasa nada... nadie más volverá a hacerte daño, te lo prometo -.

Inicié el movimiento de entrada y salida muy despacio, fui aumentando, atendiendo a las peticiones de los gemidos de mi morena. La estaba penetrando bastante rápido cuando la sentí correrse y deshacerse entre mis brazos, empujé un par de veces más y debido a la fricción también llegué a la cima. Salí de ella, me quité el arnés, me tumbé y la invité a acostarse con su carita en mi pecho. – Ya mi niña... - le di un beso en la frente – Estás aquí conmigo -.

- Maca... eres lo más bonito y especial que me ha pasado en la vida -.

- Te amo, mi pequeño escorpión -.

- Te amo, mi rubia -.

Nos acurrucamos y Morfeo no tardó en hacerse nuevamente presente. Así era la vida con ella, llena de paz y amor. Y es que nunca podré cansarme de decir, que la rubia es mi más bonita casualidad. Eso que el destino que me tenía guardado y que anhelé durante tanto tiempo; y que ahora, tengo conmigo.


Como prometí compensarl@s aquí os dejo otro capítulo! Espero que os guste!

Gracias por todos sus comentarios y favs!

Zurena - TóxicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora