Capítulo 53

839 76 60
                                    

Me di la vuelta y cogí la cajita que había sobre la mesa, la abrí y había una llave de coche con el símbolo de Mercedes – Joder Zulema, esto no... - me volteé para decirle que no lo podía aceptar y la vi de rodillas frente a mí, con una cajita abierta en su mano, la cual contenía un anillo. El anillo de mi abuela.

- Pequeña... sé que es pronto, que hemos vivido muchas etapas demasiado rápido, pero, sinceramente, yo ni quiero ni puedo esperar más. Te conozco lo suficiente y tengo la certeza de que eres el único y verdadero amor de mi vida – se me saltaron un par de lágrimas al igual que a mi rubia – Por eso... aquí delante de nuestros amigos y nuestras familias te digo que me harías la persona más feliz de este mundo si me aceptas – suspiré soltando un poco el nerviosismo y buscando tranquilizarme – Macarena Ferreiro Molina ¿Quieres casarte conmigo? -.

No sabía como reaccionar, las lágrimas corrían por mis mejillas sin descanso y podía notar la mirada de nuestras familias sobre nosotras. – Sí... - fue apenas un susurro lo que conseguí que saliera de mis labios, sin desviar su mirada de la mía me cogió la mano y me puso el anillo en el dedo anular, y este enlazaba perfecto con el que me puso cuando me pidió ser su novia.

Le puse el anillo, me levanté, enrollé mis brazos en su cadera y la besé tiernamente, dejando pequeños piquitos y limpiando los restos de sus lágrimas con la yema de mis dedos – Me haces la persona más feliz de este mundo, pequeña -. La abracé contra mí y se empezaron a acercar nuestros familiares y amigos a darnos la enhorabuena.


- Zahir... ¿Y para cuando el matrimonio con mi hija? Ya me enteré de que viven juntas y no me parece -.

- Don Leopoldo... yo me caso mañana mismo. Sin embargo, quiero que sea bonito y especial. ¿Le parece bien en dos meses? -.

- Estupendo -.


Estuve el tiempo que quedaba de reunión abrazando a mi rubia, besando su frente y diciéndole cosas bonitas al oído, como preludio de lo que pretendía hacer con ella más tarde.


Terminó el cumpleaños de Macarena y salí junto a Saray – Bueno Gitana, ya nos vemos -.

- Solo quiero hacerte una pregunta -.

- Dime -.

- ¿Te has convencido ya de que no hay nada que hacer con la rubia? – la miré con tristeza.

- Sí -.

- Entonces, ¿Puedo invitarte a una copa? -.

- La necesito -.

- Okey, te voy a llevar a un pub que conozco y sé que te va a encantar -.

- Mejor a tu casa -.

- ¿Segura? -.

- Totalmente -.


Cuando todos se retiraron, abracé a mi rubia por detrás, le aparté el pelo y le dejé un beso de terciopelo (arrastrando el labio inferior) en el cuello, rozando mi nariz suavemente contra él – Voy a contar los minutos que faltan para que seas mi esposa -.

Me di la vuelta entre los brazos de Zulema y la besé con mucha dulzura, arrastrando su labio inferior entre mis dientes y succionándolo suavemente – Te quiero -.

- Yo más, mi pequeña – la aupé invitándola a enrollar sus piernas en mi cadera, pasó sus bracitos alrededor de mi cuello y dejé mis manos en su trasero. – Quiero hacerte el amor – beso.

- Y yo quiero que me lo hagas despacito, muy lento, con mucho mimo – piquito – como si fuera nuestra primera vez -.

- En realidad lo es mi princesa, será la primera vez como prometidas – beso.

- No quiero usar nada mi amor, solo quiero sentir tu cuerpo -.

- Está bien pequeña, todo será como tú desees -.

Caminé con ella abrazada a mí como un koalita hasta llegar a nuestro dormitorio. Una vez dentro, la bajé despacio y la besé con mucha calma. Nos desvestimos despacio, entre mimos y fui besando cada centímetro de piel de mi rubia que iba desnudando. La tumbé sobre la cama muy despacio, sin apartar un segundo mi mirada de la suya. Me puse encima sin echar el peso y le susurré al oído – Eres lo mejor que me ha pasado en la vida -.

Sentí como se me erizaba la piel con el susurro de Zulema, tenerla sobre mí es como un sueño – Te amo – le dije intentando que no se me quebrara la voz.

La miré a los ojos fijamente, observando todas sus reacciones mientras llevaba mi mano hasta su intimidad y empecé a acariciarla suavemente. La besé despacio, lamiendo su labio inferior e introduciendo a mi lengua de una vez en su boca. El contacto con la suya fue como una descarga y entramos en un baile en el que ambas estábamos luchando por llevar el control del beso. Bajé a su cuello, el que me pasé succionando y besando sin descanso durante un buen rato. 

Seguí el camino con besos de terciopelo (arrastrando el labio inferior) hasta sus pechos. Metí mi cara entre ambos, dejando un beso entre ellos y acariciándolos con mi nariz. Me dirigí a besos a uno de ellos, mimándolo sin dejar de acariciar su intimidad e introduciendo su pezón en mi boca, mordiéndolo suavemente. Hice circulitos con mi lengua hasta tenerlo totalmente erecto para mí, dejé un beso tierno y me dirigí al otro pecho para repetir la acción. Una vez tuve sus senos bien atendidos, bajé a besos por todo su vientre, dejando un beso en su intimidad y bajando por el interior de sus piernas, en un camino de besos húmedos.

Subí desde su tobillo a besos por ambas piernas, notándola suspirar, recorriendo cada centímetro de su piel para grabarlo para siempre en mi memoria. – Te amo, pequeña – le dije conectando mi mirada con la suya. Abrí un poco más sus piernas y la noté removerse ante la anticipación. Llevé mi boca a su intimidad, pero giré y lamí muy despacio su ingle de abajo arriba, provocándole un pequeño escalofrío. La miré y le sonreí e hice lo mismo en su otra ingle, dejando pequeños besitos en ella hasta llegar a su botoncito.

Empecé a lamerlo muy despacio, succionándolo suavemente e introduciendo un dedo en su interior, moviéndolo muy lento de dentro a fuera, todo esto sin desviar la mirada de sus ojitos bonitos. Acompañé las penetraciones muy suave con mi lengua, saboreando su interior y dejando pequeños golpecitos en su clítoris. Subí a besos por todo su cuerpo, añadí un dedo más y la estuve penetrando muy despacio sin apartar mi mirada de la suya, estudiando sus expresiones y notando el cambio en sus ojos cuando por fin explotó. Dejé mis dedos dentro de ella y me dediqué a besar su carita con mucha calma, llegando a sus labios los que besé con devoción y suma ternura. Y, finalmente, le dije - ¿Dónde estabas eh? -.

Zulema me había hecho sentir como nunca... e intentando regular mi respiración, solo puede contestarle – Esperándote -.


Aquí os dejo el capítulo de hoy! Espero que os guste! Gracias por todos sus comentarios y favs!

Intentaré actualizar pronto :)

Zurena - TóxicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora