Capítulo 23

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Llegamos al hotel en completo silencio, me quedé hablando con Armando y vi como la rubia se fue a la habitación. Con toda la presión del anuncio no habíamos comido y eran ya las 5 de la tarde. - ¿Ha vuelto a Abu Dabi? -.

- Sí, señorita. Estuvo en el hospital, tuvieron que ponerle puntos ya que la señorita Ferreiro lo golpeó bastante fuerte. Me extraña su actitud con el exnovio o novio o lo que sea, la defendió como si no le importara nada más que usted. Incluso abrió la puerta de una patada, cosa que todavía nos preguntamos como lo hizo. Es cierto que yo la vi con el imbécil ese, pero también es cierto que me dijo que no era lo que parecía. Así que tal vez puede que estemos equivocados con ella -.

- Es que siento que me quiere Armando... aunque no soportaría sufrir otra vez y menos con los sentimientos tan fuertes que estoy teniendo hacia ella -.

- Déjela explicarse señorita, quién quita y esté dejando marchar al amor de su vida por no permitirse escucharla – le di un abrazo sincero – Y tranquila pequeña, que Sole y yo estaremos para usted como siempre, la apoyaremos en lo que decida -.

- Gracias por ser como un hermano para mí, y por cuidarme siempre – le di un beso en la mejilla y me fui en dirección a la habitación.

Entré y Macarena estaba sentada en la cama, la veía muy triste desde que salimos del set – Ferreiro creo que deberíamos ir a comer algo, yo sinceramente estoy que me muero de hambre. ¿Te apetece acompañarme? -.

- Mmm... está bien – había agradecido que se quedara abajo un rato, aproveché para soltar toda la tensión acumulada llorando contra la almohada.

Todo era muy incómodo, apenas me miraba, y estaba jugando con la comida - ¿No te gusta? -.

- No es eso, es que no tengo mucha hambre -.

- Tienes que comer, ha sido una mañana muy intensa de trabajo – y, por supuesto, a nivel emocional.

- No me apetece de verdad – me puse la mano en la frente, me empezaba a doler la cabeza y no me apetecía otra cosa que no fuera acostarme a dormir.

Cogí su tenedor – A ver, abre la boca – me negó con la cabeza – rubia por favor, casi no lo has tocado, un poquito solo – dije suavizando mi tono y acariciando su mejilla. Abrió su boca y tomó lo del tenedor con suma delicadeza, provocando que en ese momento quisiera besarla hasta cansarme.

- Puedo comer sola – la miré a los ojos y le quité el tenedor y me comí lo que me quedaba lo más rápido posible.

- ¿Quieres postre? -.

- Quiero irme a la habitación, me duele la cabeza y no me siento bien – sin más, me levanté antes de quebrarme en frente suya y me dirigí a la habitación. Después de los besos del anuncio, volvía a estar fría y no me dio ninguna señal de que fuésemos a hablar.

Me quedé cortada viendo cómo se alejaba, y a los pocos minutos apareció Saray que se sentó a mi lado.

- ¿Qué coño le has dicho a la rubia? Me la acabo de encontrar e iba llorando camino al ascensor -.

- No le he dicho nada gitana, no quería comer, la ayudé un poco, le pregunté si quería postre y me dijo que no se sentía bien y que se iba a la habitación -.

- ¿Y no has intentado hablar con ella? mira después de lo que he visto, que a lo mejor me equivoco y es muy buena actriz; hermana esa mujer te mira con adoración. Y, seguro, después de lo que ha pasado no debe de estar muy estable psicológicamente, tal vez se mortifica por no tenerte. En serio, te lo digo, déjala explicarse y si no te convence, pues, a otra cosa. Eso sí te informo, una vez que la dejes no voy a dudar en ir por ella, es preciosa, se ve una persona maravillosa y una bebé a la que hay que cuidar-. Recibí una mirada de odio de mi amiga – Así que ve y habla con ella -.

Zurena - TóxicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora