Capítulo 66

506 51 6
                                    

Estaba encima de mi rubia besándola con dedicación, con mis manos acariciando su cadera suavemente, enlazando nuestras piernas provocando el roce de nuestras intimidades. Empecé a balancearme de arriba abajo, bajando mi boca de sus labios a su cuello, besándolo con pasión y desenfreno.

- Zule... ah... - me estaba volviendo loca, es que cada vez que lo hacía con ella era especial y mágica. Tan llena de amor y dulzura y a la vez tan pasional, que podría jurar quedarme toda la vida en ese momento con ella. Le di la vuelta, dejándola abajo y presionándola contra el colchón, subiendo su pierna a mi cadera para hacer el roce mucho más intenso, mientras con mis manos masajeaba sus senos.

- Dioooss... Maca... - Gemí a duras penas, el movimiento de mi rubia me estaba volviendo loca – ah... no aguanto princesa ahhhh – sentí como me deshacía entre sus piernas, mojando las propias y la cama abundantemente.

Sentir como Zulema se había derramado, y de la forma en que lo había hecho me invitó a seguir balanceándome, buscando mi propia liberación, que llegó apenas sentir su esencia en mí. Se sentía bastante caliente, tan placentero que solo pude bajar su pierna y empezar a besarla en los labios con mucha pasión, comiéndonos, haciéndonos sentir la una a la otra que no había nadie más en la faz de la tierra que nos hiciera sentir eso.

Bajé al cuello de Zulema, dejándole marca, estaba bastante descontrolada, pero sentirla mía, mía para siempre, me tenía en un abismo de pasión del que no deseaba salir jamás. Seguí avanzando hacia sus pechos, tan redondos y perfectos que parecían moldeados por el mejor de los escultores de la Grecia Clásica, ni grandes ni pequeños, sino en su justa medida y proporción. Posé mis labios en uno de ellos, lo besé con mucha dulzura mientras la miraba a los ojos y sentía sus caricias en mi pelo, poco a poco fui sacando mi lengua, lamiéndola despacio, haciendo movimientos circulares sobre su pezón, que a los pocos segundos estaba erecto para mí. Me encaminé a besos hasta el otro seno, repitiendo la acción y, finalmente, bajando en un camino de besos de terciopelo bastante húmedos por todo su vientre hasta llegar a su intimidad.

Macarena me estaba volviendo loca, sus besos, sus caricias, la lujuria reflejada en sus ojos claros, esas ganas de sentirla a todas horas que la mayoría de las ocasiones me dominaba y, sobre todo, el gran amor que siento por ella me tenía en una nube. Y es que con ella era eso: volar, sentirse libre y a la vez amada y respetada.

Llegué a su intimidad, deposité un tierno beso en ella y la lamí despacio de abajo arriba, notando aun los restos de sus fluidos. Introduje un poco la lengua en su interior, penetrándola despacio, mientras con mis manos apretaba su trasero para acercarla aun más a mí. Quería poseerla de tal manera que nunca se le olvidara que es mía, demostrarle todo lo que he aprendido con ella y hacerla disfrutar el máximo posible. Que tenga la certeza de que también puede ser cuidada y tratado con pasión a la vez de con mucho mimo.

Comencé a jugar a hacerle la V, lamer su intimidad por dentro de sus labios vaginales formando una V, pero sin llegar a su botoncito, pasando la lengua muy despacio y notando los primeros escalofríos en el cuerpo de mi pequeño escorpión.

- Princesa... me vas a matar – No había duda de que mi rubia había aprendido a jugar muy bien, dándome de mi propia artillería y llevándome al borde del abismo.

Le sonreí sin despegar apenas mi lengua de su intimidad, le introduje dos dedos empezando a penetrarla mientras mantuve mi lengua en su botoncito, llevándola con un movimiento desenfrenado de arriba abajo, succionándolo un poquito y volviendo a la carga hasta que la sentí correrse de nuevo.

Me sentí en el mismo paraíso, mi rubia se tumbó sobre mí y le acaricié el pelo – Pequeña... - le ronroneé – Mmm... te he enseñado demasiado bien eh... - le di un beso en la frente y busqué sus labios.

- Es que he tenido a la mejor maestra jaja – beso – te amo cariño – le dije con mucha suavidad.

- Y yo te amo a ti mi vida – beso. – A ver, ¿Qué hora es? Mmm bueno aún tenemos tres horas para llegar al aeropuerto – le dediqué una sonrisa pícara.

- Jajajaja ¿Es en serio? ¿No te cansas? – le pregunté con una sonrisa y la besé de nuevo.

- De ti nunca. Te amo princesa -.

Besando de nuevo a mi rubia de forma muy pasional – Bebé... quiero con el arnés... -.

- Póntelo cielo, no sabes cuánto lo deseo – le sonreí y la besé de nuevo.


Despertar en los brazos de Valbuena fue una de las sensaciones más bonitas que había sentido en la vida. Me tenía abrazada por la cadera, haciéndome la cucharita y la verdad es que se veía adorable dormido.


Me coloqué el arnés de doble cara y fui hasta mi rubia – Ven cielo – alargué mi mano para que la tomara y la encaminé hasta el baño. Llegamos, la hice poner las manos en el lavabo – Mira al espejo mi cielo -.

Me puse a su espalda, le separé un poco las piernas, cogí el pene del arnés y se lo introduje desde atrás. Empecé a penetrarla despacio, agarrando firmemente su cintura y besando su cuello con pasión. Poco a poco fue acelerando el ritmo de las embestidas, sintiendo dentro de mí el mismo placer y es que no hay sudad que me voy a volver loca con esta mujer.

- Ahhhh... amor... ah... Zule pídemelo – dije a duras penas, mirando nuestros rostros en el espejo y balanceándome con ella para sentirlo más intenso.

- Bonita... ah... te amo – dije en su oído – hazlo bebé... córrete para mí – unas cuantas embestidas más y noté como mi rubia se deshacía en mis brazos, sintiendo como se derramaba por completo y aguantándola para que no cayera, mientras varias embestidas después me reuní con ella en las nubes. – Me haces subir al cielo cariño, no me dejes nunca -.

- Te amo mi cielo – le dije lo más claro posible a Zulema.

- Te amo princesa – le dejé un beso en la nuca, quité el arnés y le dije – Vamos a la ducha preciosa, ya tenemos el tiempo encima –.


Aquí os dejo otro capítulo! Espero que os guste! ❤

Zurena - TóxicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora