58. Ciudad acuática

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Según el mapa que Amidala le había dado, la ciudad acuática que buscaba quedaba en la costa de Karmaland a un par de kilómetros mar adentro, fácilmente podría llegar allí en bote, lastimosamente no tenía ningún más que la balsa vieja de Lolito pero estaba al otro lado y no había manera de atravesar todo Karmaland con ella en brazos, la única solución que veía era usar una de las perlas y nadar hasta la ciudad. Podía sonar como una mala idea y claramente lo era pero, también, tenía todos los poderes de un Dios, es decir que podría buscar alguno que le ayudara a nadar más felizmente hasta la ciudad y ya tenía uno en mente.

Se detuvo frente a la costa, los perros de Mangel estaban olfateando algunas cosas en la playa mientras sacudían la cola, les dio una última mirada antes de tomar una de las perlas de su bolsillo y echársela a la boca. Espero unos segundos como si estuviese a la espera de alguna señal o cambio que indicara que la perla estaba haciendo efecto pero, al no sentir nada, decidió entrar al agua. Era horrible mojarse con todas sus prendas pero tampoco quería andar desnudo por las profundidades, después de todo allí habría gente. Cuando el agua le cubría hasta la garganta, cerró los ojos y visualizó a una de las Sirenas y tal como sucedió cuando se transformó en Merlon, sintió un extraño entumecimiento en todo el cuerpo antes de tomar la forma de una de las Sirenas, bajó al vista y vio una larga cola de pez que salía de su cintura para abajo, lo había conseguido.

Sin más, tomó aire y se hundió bajo el agua. Al principio fue complicado aprender a usar la cola pero en cuanto le tomó el truco comenzó a nadar tan rápidamente que en cosa de segundos ya ni siquiera podía ver bien la costa. El agua estaba congeladisima pero, por alguna razón, no sentía tanto frío como debería, la perla funcionaba a la perfección, la sentía contra su mejilla interna, con ella no necesitaba respirar. El mar se ampliaba ante sus ojos, no podía ver muy bien y apenas tenía los ojos abiertos, la sal le molestaba y el agua hacía que todo fuera borroso pero podía distinguir algunos peces nadando a sus lados y veía el fondo cubierto de algas bajo suya.

De pronto, una fuerte luz lo atrajo, vio unas siluetas inmensas alzándose frente a sus ojos pero no podía ver bien de qué se trataba, notó que era dos inmensos tiburones que se acercaban hacia él, se detuvo de bruces y vio como se acercaban mientras pensaba en un plan pero lo único que se le ocurrió fue nadar hasta el fondo del mar y esconderse entre los corales hasta que se marcharan y eso hizo. Nadó a gran velocidad hacia el fondo, podía oír a los tiburones siguiéndole de muy cerca, su cola se movía como loca intentando nadar más veloz que ellos pero los tiburones eran muy rápidos, sintió como uno lo golpeaba con el morro con tanta fuerza que comenzó a dar vueltas en círculos perdiendo el control, el otro tiburón comenzó a nadar alrededor suya acechándolo, el primero le volvió a golpear con el morro, esta vez en el estómago, haciendo que se retorciera del dolor y abriera la boca en un grito ahogado, al hacer eso la perla se salió de su boca, intentó agarrarla pero el tiburón la atrapó entre sus fauces antes de que Auron lograra cogerla.

Por la falta de aire y el estrés de la situación, su cuerpo volvió nuevamente a la normalidad haciendo que su cola se fuera y ya no pudiera nadar bien, sus ropas le estorbaban haciendo sus movimientos en el agua aún más torpes, alzó la vista pero solo vio el azul Del Mar, la superficie estaban demasiado lejos, jamás llegaría. Llevó la mano a su bolsillo e intentó buscar otra perla pero era imposible conseguir meter la mano allí. Los tiburones seguían dándole vueltas como si esperaran que les diera una excusa para atacarle, no tenía absolutamente nada más que hacer, se había acabado, así era como moriría. La falta de oxígeno se hizo presente, sentía sus pulmones ardiendo, comenzó a ver aún más borroso, por acto de reflejo, abrió la boca en busca de aire pero solo ingresó agua a sus pulmones y boca haciendo que comenzara a ahogarse, intentó aletear con fuerza como si aquello lo ayudara, se llevó la mano a la garganta pero no podía hacer nada, tampoco estaba en condiciones mentales cualificadas como para poder usar alguno de sus poderes.

Cuando muera; Luzuplay [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora