9. La cuestionante de la Ninfa

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— ¿Estás seguro que es por aquí, Fargan? —, pregunta Vegetta mirando el sitio en el que estaban.

— Eso creo...

Se encontraban en el medio del bosque, los árboles generaban inmensas sombras que ocultaban la luz del sol, se escuchaban rugidos de zombies y ramas rompiéndose a la distancia. Habían caminado por ya una hora y no parecían encontrar nada, Auron tenía la intención de que estaban dando vueltas en círculos ya que todo se veía igual, cuando notó que Fargan sacaba su arco y una flecha, supo que el tampoco estaba seguro de sí aquella era la dirección correcta.

— ¿Eh? —, exclama Vegetta mirando a todos sitios —. ¿Y Fargan? ¿Dónde cojones se ha ido?

— Aquí estoy, hombre —, suelta apoyando su mano nuevamente en el hombro de Auron, Vegetta se volteó a verlo —. Ya me habías extrañado, ¿ah que si?

— ¡Auron! —, exclama Mangel corriendo hasta Auron, el chico se volteó para verle —. Tómame la mano, que tengo miedo de cojones.

— En ese caso yo también tengo miedo, Auron —, dice Vegetta coquetamente estirando la mano en dirección a Auron.

En eso, las copas de los árboles se sacudieron con fuera por sobre sus cabezas, Fargan soltó el hombro de Auron y apuntó en esa dirección pero, de pronto, todo comenzó a moverse a su alrededor, los árboles se mecían de lado a lado como si hubiera un huracán sobre ellos batiéndolos, el aire comenzó a formar círculos al rededor de ellos haciendo que sus prendas y cabellos se levantarán. En un gesto protector, Fargan y Vegetta se pusieron frente a Auron y Mangel quienes miraban expectantes a todos lados en busca de lo que estaba ocurriendo. Los ojos de Auron se vieron atraídos instintivamente hacia Vegetta, vio como su espalda se curvaba exageradamente, sus dedos comenzaron a apagarse y unas garras grandes y oscuras aparecieron de sus dedos que, pronto, se fueron transformando en patas, sus orejas se alargaron hasta sobresalir por su cabeza como dos orejas de una bestia, su camiseta provocó un rugido antes de partirse a la mitad, el cuerpo de Vegetta se terminó por encorvar y, cuando sus manos se apoyaron sobre el suelo, frente a él ya no había un chico guapo en ropas moradas sino un gran lobo negro que tenía todo el pelaje erizado y gruñía mostrando los dientes. Ahí fue cuando Auron recordó una conversación que tuvo de pequeño con él.

Estaban en el valle sentados con los pies en un pequeño riachuelo que atravesaba el valle, sus pantalones estaban arremangados hasta las orillas y sus zapatillas y calcetines descansaban a un lado de ellos, movió los pies en el río provocando que los peces huyeran despavoridos del sitio, Samuel se acomodó sus gafas y miró su reflejo en el agua, se le notaba decaído y preocupado, como si algo estuviera en su mente que no le dejaba tranquilo, Raúl le miró por sobre el hombro con las cejas alzadas.

— ¿Qué ocurre? —, pregunta Raúl, Samuel le miró apenado y volvió a bajar la cabeza —. Sabes que puedes decirme lo que quieras.

— Lo sé —, asiente Samuel suavemente, jugó con el bordado de su playera púrpura que le llegaba hasta las rodillas, eran tan pequeño que toda la ropa que usaba le quedaba sumamente grande, infló los mofletes y suspiró —. Mis padres... el otro día les escuché hablando de una maldición y hoy decidí encararlos, resulta que por años la familia de mi madre ha estado maldita por una Bruja.

— ¿Una maldición? —, inquiere Raúl extrañado, Samuel asiente con la cabeza tristemente —. ¿Qué tipo de maldición?

— Tenemos sangre de lobo en nuestras venas —, exclama con la vista caída —. Tal parece, podemos convertirnos en lobos cuando queramos, tenemos cualidades de lobos, como el olfato, la vista, la fuerza y podemos comunicarnos con ellos.

— ¡Pero tío..! —, exclama Raúl levantándose de un salto, Samuel le observó con su expresión alicaída —. ¡Que eso es genial!

— Eso no es todo —, menciona apretando los labios con fuerza —. Nuestra sangre de lobo puede parecer muy útil pero llegará un punto donde se dará vuelta en nuestra contra y acabará con la persona a la que amamos más en este mundo, esa es la maldición.

Cuando muera; Luzuplay [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora