25. El derrumbe

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¿Enamorado de Luzu? ¿Él? No, no, no, no estaba enamorado de él, solo tenía una conexión extremadamente fuerte con Luzu a pesar de que no hablaran, era cierto que estaba dispuesto a hacer muchas cosas que jamás haría por otra persona pero, ¿acaso eso significaba que estaba enamorado? Había estado con otros chicos fuera de Karmaland, tuvo un par de novios al igual que novias, pero jamás pensó que la palabra "enamorado" describiera lo que sentía, es más, jamás pensó que podría sentirse así por nadie. Intento imaginarse con Luzu, abrazados en un día frío, viendo películas hasta las cinco de la madrugada bajo las sabanas, corriendo por el valle entre risas, besándole al despertar, ¿por qué nada de eso le parecía una aberración? ¿Estaba loco, acaso? Había crecido a su lado, eran casi como hermanos, su familia le había dado tanto apoyo como ninguna otra persona lo había hecho haciéndole sentir como si fuera la suya propia, ¿por qué se sentía así?

— Yo no... —, intentó negarlo pero jamás había sido Bueno para mentir —. No...

— Auron, el amor es sumamente poderoso y no siempre es bueno —, habla la Ninfa cuidadosamente —. ¿Qué tan lejos llegaría por amor? Generalmente la respuesta es la misma, todos sacrificarían todo lo que tienen por amor, hasta... hasta el pueblo que los vio crecer.

Ya veía por donde iba esa platica. Acabar con Karmaland sonaba como algo horrible, pero acabar con Karmaland por Luzu era distinto, no sonaba tan mal, casi podía decir que era lo más sensato que estaba en sus manos por hacer. Ahora lo comprendía, probablemente por eso cambió la profecía, los Diosds no había previsto la tercera posibilidad, perdonarlo, enfadarse o enamorarse lo suficiente de él como para romper, incluso, la profecía, y si lo pensaba, el cariño que le tenía a Luzu era tan grande que jamás se sintió molesto, incluso llegó a aceptar que se merecía ese trato de su parte, no tenía nada que perdonarle a Luzu, él era quien debía ser perdonado.

— Iré a tomar aire —, le dice Vegetta a Fargan al oído.

— Bien, pero no te pierdas en la caverna, que yo te quiero mucho pero ni por mis cojones iría a buscarte a esa caverna oscura —, habla Fargan con una sonrisa, Vegetta ni siquiera tenía fuerza para salir y simplemente se marchó.

— No se que decir —, suspira Auron pasándose las manos por la cabeza —. Tiene que haber una explicación.

— Solo queda ver y esperar —, habla Lolito metiéndose en la conversación —. Prepararse para el fin o algo así, como en las películas.

— Yo digo que sacrifiquemos a Auron —, ríe Alexby recibiendo una mala mirada por parte de Auron —. Que es broma.

Pero tal vez tenía sentido, si Auron moría Karmaland podría salvarse y él dejaría de arruinar todo lo que quería. Consideró aquella opción, después de todo, su vida acababa con la de Luzu y a él no le quedaba mucho tiempo, tal vez Karmaland se salvaría y todos sus problemas acabaría. Por alguna razón se sentía enfadado consigo mismo, desde que había llegado a Karmaland habían comenzado las tragedias, todo por su culpa, pudo quedarse viviendo donde estaba, fuera se encontraba relativamente bien pero decidió ser egoísta y volver solo para ver a Luzu antes de que sus días se acabaran, solo porque no podía imaginarse la idea de no verla una vez más... y aún no lo soportaba. Necesitaba ver a Luzu, obligarle a que le escuchara, le daba igual todo lo demás, solo quería arreglar todo con Luzu.

— Así que mi Auron se ha enamorado —, habla Fargan sonriente —. Es que crecen tan rápido.

Se escuchó un fuerte ruido como una explosión fuera de la cueva haciendo que todos pegaran un brinco en su lugar, el suelo comenzó a temblar y poco a poco piedras del techo comenzaron a caer hacia ellos. La cueva se estaba desmoronando.

— ¡Que esto se cae! —, grita Lolito mirando hacia todos lados.

Se escucharon gritos desde la salida de la cueva, se volteó hacia la boca de esta y vio a Vegetta llegar corriendo hacia donde estaban ellos, por la expresión de su rostro, él tampoco sabía que estaba ocurriendo.

— Dios, que suerte que estáis bien —, suspira más tranquilo —. Debemos salir de aquí, la cueva está cayéndose.

Se apresuraron a salir de aquel lugar y corrieron por donde mismo habían entrado, la Ninfa simplemente miraba hacia todos lados como si buscara identificar que estaba sucediendo, Auron se volteó dispuesto a ir por ella cuando vio una gran piedra caer sobre ella, se detuvo en seco al darse cuenta que la piedra la había atravesado sin hacerle el más mínimo daño como si fuera una alucinación, ahí recordó que las ninfas eran espíritus al igual que Fargan por lo que aquel derrumbe no le causaría ningún daño.

— Vamos, chiqui, o terminarás más aplastado que tortilla —, dice Vegetta volviendo a por él.

Asintió con la cabeza y le siguió por la cueva con las piedras cayendo sobre su cabeza, hacia todo lo que podía para esquivarlas aunque algunas más pequeñas si que le alcanzaban. Se concentró en sus manos y pensó en fuego, estas se encendieron por debajo de los guantes negros de inmediato permitiéndole iluminar la cueva dejándole ver cómo había derrumbándose acompañado de fuertes temblores. Los demás chicos ya no se veían por ningún lado, seguramente ya estaban fuera o muy cerca de salir. Un temblor aún más fuerte hizo que se detuvieran, frente suyo cayó una gran piedra que levantó una nube de polvo que los obligó a retroceder, cuando ésta se disipó vieron que el camino estaba bloqueado.

— Mierda... —, vociferó Vegetta buscando alguna forma de salir —. Estamos atrapados.

La roca había bloqueado por completo la salida, la única opción que tenían era volver por donde habían venido pero allí no había salida a menos que... Auron tuvo una idea, rápidamente cogió a Vegetta del brazo y lo arrastró por sus mismos pasos. Debía llegar al tronco vacío y rezar porque no estuviera bloqueado, tenía el presentimiento que aquel lugar les sacaría de allí, no tenía idea por qué o cómo pero lo sabía. Corrió con todas sus fuerzas con Vegetta siguiéndole muy de cerca, la cueva ya se había desplomado por completo y el camino tenía varios pedruscos que hacían más difícil pasar a través de él. Vio, finalmente, el tronco, habían muchas piedras a su alrededor y algunas otras que seguían cayendo, miró sobre el tronco y el techo amenazaba con caer en cualquier momento.

— Debemos saltar —, grita Auron sin detenerse, Vegetta le miró incrédulo.

— ¿Estás loco?

— ¿Confías en mi? —, inquiere mirándole por sobre el hombro, Vegetta apretó los labios.

— Hagámoslo.

Una gran piedra del techo se soltó, se impulsaron con toda su fuerza y cayeron dentro del agujero justo antes de que la piedra cayera sobre éste bloqueándoles la salida y, así, sumiendolos en la oscuridad de aquel agujero infinito.

Cuando muera; Luzuplay [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora