11. Lo que esconden los colores

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— Sígueme —, le pidió Fargan caminando en dirección al pueblo, Auron siguió sus mismos pasos sintiendo un extraño nudo en el estómago.

¿Qué sería de Manuel? ¿Estaría igual que antes? Recordaba que era el más alto de todos cuando pequeño, medio regordete y con su rostro y brazos cubiertos de pecas, también recordaba que traía el cabello siempre muy largo al punto que le llegaba a los hombros y su flequillo le cubría los ojos, debía admitir que los ojos de Manuel aún estaban en su memoria, eran grandes y de un color verde sumamente intenso. No podía imaginarlo como estaría ahora, para él seguía siendo ese pequeño niño que recordaba, todos ellos seguían siendo esos jovenes inocentes que él recordaba, muy en el fondo ninguno había cambiado, lo que pasaba es que estaban rotos. Sus ojos miraron a Fargan y con solo posar sus ojos sobre él notó lo destrozado que estaba, hasta podía ver... se detuvo abruptamente sin poder apartar los ojos de Fargan, recorriendo su silueta había una extraña capa de humo semitransparente que lo delineaba, más pegado a su cuerpo se veía un color sumamente azul, luego de éste se veía un amarillo que era mucho más ancho a la línea azul.

— Fargan... —, le llama, el chico se volteó para verl y, al ver su rostro, frunció el ceño, al hacer eso, el amarillo se tiñó de un color púrpura —. Tienes un aura...

— ¿Qué? —, inquiere extrañado, Auron señaló su contorno y, aunque Fargan intentó buscar lo que señalaba, no encontró nada.

— A tu alrededor, hay un aura —, explica desesperado, Fargan alza las cejas y su boca se abrió un poco.

— Ya veo —, asiente suavemente, el color púrpura se fue difuminando hacer volverse sumamente pálido —. ¿Qué color ves?

— Púrpura —, menciona centrándose en el aura de Fargan —. Muy claro y azul.

— Vaya —, suspira pesadamente, se rascó la nuca, el color volvió a cambiar, esta vez era amarillo nuevamente —. Felicitaciones, acabas de descubrir otro de tus poderes.

¿Cómo? ¿Cómo cojones iba a ser un poder ver colores al rededor de la gente? No tenía sentido alguno, además ni siquiera podía identificarlos bien porque cambiaban cada segundo. Jamás en su vida había oído de alguna persona que pudiera ver colores en las personas, ni siquiera se lo había imaginado, recordaba que en la escuela repasaban los poderes más comunes como lo era la invisibilidad, la fuerza y velocidad, pero jamás ese, incluso cuando repasaron los poderes más extraños, jamás oyó de algo parecido. Por el momento tenía tres poderes, ver a los muertos, comunicar a los muertos con el mundo terrateniente y ver colores, es que parecía un puto chiste mal hecho. Se preguntaba por qué no podía tener algún poder interesante y que fuera realmente de ayuda, como lo era Fargan con su vista de búho o Rubius con su súper fuerza, incluso Willy, quien podía destruir lo que quisiera, pero no, él tenía el premio a los poderes más inútiles de todo Karmaland, es que era un parguela.

— Vaya mierda —, bufa Auron pasándose las manos por el cabello.

— ¿Qué dices? —, suelta Fargan acercándose a él —. ¡Que es una bendición! ¿Sabes lo sencillo que será ligar a chicas con ese poder? Es que podrías tener a todas las aldeanas de Karmaland si lo intentaras.

— ¿De qué hablas?

— ¿Es que no te enteras? —, habla Fargan risueño, Auron negó con la cabeza —. ¡Que puedes ver las emociones de la gente! Esto lo explican a los espíritus prácticamente en el momento que llegan porque somos capaces de percibirlo también, bueno, los espíritus normales, ya entiendes, que mi único poder como fantasma es que estoy muerto, para que veas.

— ¿Y cómo coño voy a saber que significa cada color? —, inquiere.

— Eso se aprende —, menciona Fargan pensativo —. Hasta lo que se, amarillo es felicidad, rojo es ira, azul es tristeza, púrpura confusión o curiosidad, por lo visto, gris es neutralidad y rosa es amor, pero, ¿veías antes las auras?

— Pues no —, niega dejando caer sus brazos a sus costados con fuerza —. Antes no lo veía, pero me puse a pensar en que estabas pensando y ¡bam! Colores.

— Vale... —, habla alargando la palabra —. Así funciona entonces, tienes que concentrarte en lo que quieres y uno de tus poderes te lo otorga, es que es la hostia y si lo piensas tiene mucho sentido, cuando ese zombie te atacó, querías ser salvado, por lo que pudiste comunicarte conmigo que era la "persona" más cercana, luego querías que Mangel me viera, así que abriste un portal y ahora esto.

Y tenía muchísima razón, sus poderes se habían ido desarrollando a medida que los necesitaba, eso quería decir que, tal vez, cuando llegara el momento de Luzu uno de sus poderes aparecería y podría salvarle. Un pequeño rayo de esperanza creció en su interior al pensar en eso, tal vez podría cumplir su promesa después de todo, tal vez todo aquello acabaría bien al final del día y tendría tiempo para arreglar las cosas con Luzu, poder volver a lo que eran. Inconscientemente estaba sonriendo ampliamente con solo la idea de imaginar aquello, miró en dirección a casa de Luzu y por primera vez desde que llegó sintió que podría mirarle a los ojos y musitar una cosa distinta a "lo lamento tanto".

Siguieron su camino hasta el pueblo, la mente de Auron había dejado de lado las auras y los colores logrando que el aura de Fargan desapareciera de su vista, por otro lado, con aquella conmoción había olvidado completamente en que estaban antes de aquel extraño momento, ahora sólo quería ir y ver a Luzu de una vez por todas aunque sabía que ninguno de los chicos le ayudaría a ello, ni siquiera Vegetta que parecía tener una extraña afinidad con él se veía dispuesto a ayudarle. Se detuvieron a los pies del Ayuntamiento donde había un par de guardias de seguridad de gafas oscuras y trajes que miraban hacia él frente resguardando la entrada, Auron pudo notar que traían armas en el cinturón para disparar en cosa de que fuera necesario.

— Venimos a ver al alcalde —, habla Fargan con la mano sobre el hombro de Auron, ellos no se inmutaron —. Soy amigo suyo, Fargan.

— Adelante —, dice uno señalando la entrada, Fargan caminó sin quitar la mano del hombro de Auron para no provocar sospechas pero el guardia los detuvo —. ¿Y usted quién es?

— Auron —, suelta con confusión, no comprendía que hacía allí y menos por qué intentaban entrar.

— Vale.

Ingresaron al Ayuntamiento con los ojos de los guardias pegados en su espalda. Al entrar los ojos grises de la Secretaría se pusieron sobre ellos, los observó por sobre las gafas y esperó a que hablaran, Fargan se detuvo delante de ella y sonrió coquetamente.

— Venimos a ver al Alcalde —, menciona Fargan guiñándole un ojo, la Secretaria asiente con la cabeza y coge su teléfono para llamarle.

— Pueden pasar.

Recorrieron la primera planta hasta llegar a los pies de una gran escalera de madera que llevaba hasta la segunda planta, Fargan soltó su hombro y subió de dos en dos los escalones con emoción, Auron le siguió aun confundido un poco más atrás. La segunda planta era pequeña, solo un pequeño pasillo donde había unas sillas para esperar, una alfombra roja con espirales verdes y un dispensador de agua, se veía una puerta de retina y una pared blanca que delimitaba el lugar, en la puerta decía "Despacho del Alcalde" en una placa de color dorado. El chico esperó a que Auron llegara a su lado para así poder llamar a la puerta con la mano que no estaba sobre su hombro, pasados unos segundos, la puerta se abrió dejando ver a un hombre de traje negro, un sombrero de copa y el cabello pelirrojo atado en una caleta. Allí Auron cayó en la cuenta, Manuel era el Alcalde de Karmaland.

Cuando muera; Luzuplay [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora