42. Posesión

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— ¿Puedes parar ya? Realmente te estás buscando que te parta la cabeza —, escupe Luzu intentando con todas sus fuerzas controlarse y no golpearle.

— No soy Auron, soy Jorge, tu padre —, habla Auron aunque su voz había cambiado, la voz era irreconocible pero Luzu, por su parte, jamás olvidaría esa voz con la que había crecido.

Se apartó de un salto soltando la camiseta de Auron dejándole caer, las manos de Auron se posaron en su cuello, se ajustó el cuello de su camiseta y luego le miró con ojos tristes, Luzu le miraba aterrado, aquella mirada, esa manera de pararse, su voz... nada de eso era parte de Auron, lo sabía perfectamente, él conocía a Auron mejor que la palma de su mano y aquél no era él, ¿quién cojones era? ¿Por qué se hacía pasar por su padre? No lo entendía, ¿era una jugarreta de Auron? Si era así, le partía la boca allí mismo y no volvería a hablarle nunca más, eso lo tenía más que claro. Su cuerpo no podía dejar de temblar, sentía que en cualquier momento se desmayaría o explotaría reventándole la cabeza a Auron y sí, tal vez estaba siendo muy agresivo pero hace tanto tiempo que se había obligado a olvidar a su padre que oír su nombre después de tanto era doloroso, como cuando te clavas una astilla y decides dejarla, pasado un tiempo se te olvida que está ahí pero, si vuelves a tocarla, el dolor sigue siendo el mismo.

— ¿Dónde diablos está Auron? ¿Quién cojones eres? ¿Eres Araxiel?

— ¡No menciones su nombre! —, habla apresuradamente Auron mirando en todas direcciones —. Puede oírte mencionarlo y, sí lo hace, puede identificarte y ponerse en contacto contigo, no vuelvas a mencionarlo, Borja.

— Venga, comienza a hablar —, habla con su barbilla temblando, los ojos de Auron volvieron a mostrar aquella melancolía que mostraron al principio.

— Ya te dije quien soy, Borja —, vuelve a hablar con cansancio, Luzu negó repetidas veces con la cabeza —. Auron me prestó su cuerpo por unos segundos para poder hablar contigo.

— Auron ni siquiera sabe controlar sus poderes, es imposible que te "prestara" su cuerpo porque ni de coña sabe hacer eso.

— Eso es cierto —, asiente Auron o, más bien, Jorge dentro del cuerpo de Auron —. Su conciencia lo desconoce pero sus poderes y los de todos, son como instintos, cuando llega el momento de usarlos aparecen.

Eso mismo le había comentado Auron anteriormente por lo que prácticamente aquello ya lo sabía, no estaba mintiendo con eso. Sus ojos le miraban como si estuviera esforzándose por ver a través de la piel de Auron y, así, poder ver a quien estaba tras de todo aquello aunque, poco a poco comenzaba a convencerse que realmente se trataba de Jorge, de su padre. No quería creer eso, se negaba a aceptar que tras todo ese tiempo recién le había buscado, perfectamente hubiera podido buscarle o enviarle un mensaje a través de los esqueletos a los que siempre invocaba, ¿por qué aparecía ahora, después de todo este tiempo?

— Demuéstralo —, habla Luzu con decisión —. Demuestra que eres mi padre.

— Bien, ¿recuerdas aquello que me dijiste cuando Raúl se marchó?

El cuerpo entero de Luzu se tensó al oír aquella frase, sintió sus manos temblar con brusquedad y un terrible sentimiento de vacío lo lleno por dentro. Lo recordaba más que perfectamente, aquella vez se recordaba a si mimos destrozado al oír a su padre comunicándole la noticia, recordó que no podía dejar de llorar y que su padre había estado con él hasta que dejó de llorar, a la hora de ir a dormir, se recostó en la cama abrazando su almohada empapada de lágrimas con su padre sentado al borde de esta acariciándole la espalda mientras le susurraba que todo estaría bien, que no se preocupara por Raúl, que todo tenía una explicación y allí dijo aquellas palabras que, desde entonces le había perseguido.

— Me dijiste que lo amabas —, menciona el hombre acercándose lentamente hacia él, la barbilla de Luzu comenzó a temblar con fuerza mientras luchaba por no dejar salir las lágrimas —. Y comenzaste a llorar más porque pensaste que te regañaría y yo te dije...

— Me dijiste que lo sabías —, susurra con la voz entrecortada por los sollozos, los ojos de Auron también estaban empañados por las lágrimas, acercó su mano lentamente a su rostro y limpió las lágrimas que caían por sus mejillas, al sentir aquel tacto contra su piel rompió en llantos, casi podía ver a su padre frente a él —. Y luego de eso me acompañaste a esperarle fuera de casa.

— Sí —, ríe con tristeza Auron apoyado su otra mano en el cuello de Luzu, ambos lloraban sin poder creer que, después de tanto tiempo, podían volver a hablar —. Todos los días a la misma hora nos sentábamos en la escalera de casa mirando hacia las afuera del pueblo esperando que volviera.

— Me has hecho mucha falta —, solloza Luzu abrazando a su padre por sobre los hombros, Auron le devolvió el abrazo de inmediato —. Te extraño muchísimo.

— No hay por qué, Borja —, habla con suavidad —. Yo siempre estoy contigo, siempre.

— No sé que hacer, papá.

— Sí lo sabes —, responde separándose para verle a aquellos ojos llenos de lágrimas —. Pero estás buscando la respuesta en el lugar equivocado.

— ¿Crees... crees que después de todo lo que he hecho aún merezco vivir?

El silencio inundó la sala, incluso el ruido del viento cesó, los ojos arrepentidos de Luzu miraban a aquellos ojos de Auron pero en ellos veía a su padre quien tenía la misma mirada lastimera en el rostro que él, le miraba como si aquella pregunta hubiera atravesado su alma y le hubiera lastimado. Tras lo que pareció una eternidad, la mano de Auron se apoyó en el rostro de Luzu y le acarició suavemente la mejilla intentando tranquilizarle, logró ver lágrimas caer por el rostro de Auron y, por unos segundos, Luzu temió oír salir de su boca aquellas palabras que tanto temía oír, pero, en cambio, sonrió suavemente y dijo.

 — Da igual lo que hiciste en un pasado, lo único que importa es quien eres ahora, se mejor que el tú del día anterior, gánate el derecho de vivir, hijo mío, se la persona que haría orgulloso a todos los que te conocemos, Borja —, habla con suavidad, de pronto, una mueca se mostró en el rostro de su padre, una mueca de dolor.

— ¿Qué pasa? ¿estás bien? —, inquiere Luzu con preocupación, Auron asiente aún con la mueca de dolor en el rostro.

— No puedo quedarme por más tiempo, si lo hago causaré daños irreparables en Raúl —, habla con tranquilidad —. Una cosa antes, Borja, ¿recuerdas el regalo que te di cuándo cumpliste 16 años? Úsalo.

Y, sin más, Jorge desapareció por completo del cuerpo de Auron, su cuerpo pareció dejar de funcionar por un momento y Luzu pensó que se desmayaría pero reaccionó antes de que sus piernas fallaran, se incorporó lentamente y le miró con el ceño fruncido, sus ojos se cerraron de inmediato al tener contacto con la fuerte luz solar que entraba por la ventana pero los abrió e inmediato al percatarse de donde había estado todo ese tiempo mientras Jorge le había poseído.

— Luzu... —, menciona con los ojos muy abiertos —. Creo que acabo de estar en el Mundo de los Muertos.

Cuando muera; Luzuplay [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora